El viajero Salva Jiménez Palacios nos relata a través de un sensorial y callejero relato viajero, su experiencia en la conocida mundialmente "Ciudad del Amor".
Viernes 13 de noviembre en Paris. Noche de pólvora, sangre y terror. Un comando yihadistas abre varios frentes, uno en las inmediaciones del estadio Saint Denis, otro en una sala de fiesta en la avenida Voltaire y otro por las calles de la ciudad.
21.20H comienza la barbarie, intentan perpetrar una matanza en el estadio de fútbol, al no conseguirlo detonan sus explosivos. Al poco, un hombre a cara descubierta, abre fuego contra la cafetería Le Carillón y Le Petit Cambodge, al menos dejaron cien casquillos tal fue el desenfreno de los terroristas. En la calle Charonne, en el 11 éme arrondisement, dos individuos también a cara descubierta vacían sus cargadores contra la terraza del café Belle Équipe.
Pero donde se perpetra la mayor sangría es en la sala de conciertos Bataclan a modo de premonición actuaba el grupo de rock Eagles of Death Metal. Mientras jóvenes parisinos disfrutan de una noche de fin de semana más, tres terroristas asaltan la sala de conciertos horas más tarde y a sangre fría activan sus cinturones explosivos ejecutando a más de ochenta personas y centenares de heridos.
Total de este sinsentido 137 muertos y más de 415 heridos, muchos de ellos con graves heridas. Un día para la historia. Un día negro para París, para Francia, para la humanidad, como lo fue Madrid, Londres, Bruselas o el Líbano, y todos los días Siria o Irak. Toda esa destrucción y muerte en nombre de ¿quién? y ¿para qué?
Los días que siguieron a aquella barbarie la bella Paris permaneció en estado de Shock. La seguridad se hizo extrema, los controles policiales se multiplicaron, las fronteras permanecieron en alerta, los aeropuertos rozaron la esquizofrenia.
En uno de los discursos más emotivos pronunciado por un presidente de la república y con toda la solemnidad y pomposidad que saben hacer los franceses, François Hollande pronunció el ya famoso “Francia está en guerra”.
Seis meses más tarde recorrí esos mismos lugares para tomar el pulso a la ciudad. Mi conclusión. En Paris ha vuelto a salir el sol.
Viaje sensorial, callejero, mundano así definiría yo estos días en la capital francesa. Como siempre GOA TOURS preparó con esmero este viaje tan íntimo y personal .Durante cuatro días recorrí avenidas, calles empedradas, mercadillos ambulantes, visité anticuarios a orillas del Sena, jardines con músicos , plazas públicas donde gente corriente muestran habilidades poco corriente, asistí a verdaderos conciertos en el metro y actuaciones magistrales en garitos inmundos , en definitiva vi fluir la vida.
Lugar de vegetación sobria, de musgo por doquier y piedra gris. Todos en armonía reposan para la eternidad, pintores, escritores, malhechores, políticos, canallas, científicos, botánicos, cantantes e infinidad de gente famosa; me refiero al cementerio Père Lachaise. Un lugar digno de ver, con sus calles y avenidas perfectamente definidas.
A la entrada el nombre de sus moradores más ilustres como Honoré Balzac, Chopin, Delacroix, Moliére, Édith Piaf, Yves montand, Modigliani, Simone Signoret, Oscar Wilde, Marcel Proust, y muchos más, desgraciadamente todos estos genios no tienen nadie quien les llore ni les lleve flores frescas, salvo uno, el rey del cementerio JIM MORRISSON el cantante del grupo The Doors.
La tumba de Jim Morrisson es la más visitada de todo el cementerio con diferencia, será porque murió joven
Del camposanto me dirigí a la rue Charonne también en el 11 éme arrondissement, donde hice una parada en la cafetería Belle Équipe, allí 20 personas encontraron la muerte. Fue la última cafetería en recibir el brutal ataque del comando yihadistas
Siguiendo los pasos del comando llegué a la confluencia de la Rue Alibert y Bichat, en la esquina el Hotel-cafetería Le carillón y enfrente Le petit Cambodge, los dos establecimientos sufrieron el horror dejando un rastro de 14 fallecidos. El 13 de enero Le Carrillon reabrió sus puertas. Aquel día los empleados manifestaron a la prensa y vecinos que se congregaron que; en honor de todos los fallecidos el establecimiento permanecería inalterable igual que antes de los atentados pero con las marcas e impactos de las balas.
Otros bares que sufrieron la despiadada acción de los terroristas fue Cosa nostra, la Bonne Biére y comptoir Voltaire. En total 39 muertos en estos establecimientos del centro de Paris.
Este pequeño relato, va en honor de toda esta gente anónima que un día cualquiera se encontraban en el momento y lugar equivocado, personas con ninguna responsabilidad política ni capacidad de influencia económica, personas de toda condición y color de piel, gente corriente. Hoy ha sido Paris, ayer Madrid o NY, pero también me acuerdo de Palmira, Homs, Bagdad, o los ahogados de todos los mares buscando un futuro mejor. A todo esto sólo cabe una pregunta ¿ha valido para algo estás muertes y tanto dolor? A mi juicio NO.
Seis meses después, la luz ha vuelto a Paris, he recorrido estos lugares para la historia y puedo dar fe de la capacidad de superación del ser humano ante pruebas difíciles y desgarradoras. Las terrazas de todos estos establecimientos lucen llenas, gente con ganas de seguir con sus vidas, alegres y esperanzados. No me sentí ajeno a sus vidas estos 4 días.
Llegué a la plaza de la Bastille, Plaza con mucha carga histórica y símbolo de liberación para el pueblo francés. En unos de sus cafés me tomé un té, soy asiduo. “L ´adition” ascendió a 5,30 € todavía lo tengo atragantado.
Ésta plaza, con el discurrir de los años y dado su simbolismo se ha convertido en lugar de reivindicaciones, mítines y protestas.
Pude constatar que en aquella gigantesca plaza reina la radicalidad pacífica, okupas ideando sus asaltos, muchas rastas y poco jabón, flautistas con sus canes y canes con sus perroflautas, gente alternativa sin muchas alternativas, y yo. Vi también, bailarines con mucha destreza, otros con poco sentido del ridículo, pero nadie se sentía desplazado ya que todos los desplazados se desplazan allí, patinadores geniales, y el más grande dominador de bici que jamás he visto, un genio con todas las letras. Quedé en mandarles estas fotos.
El recorrido de vuelta de ese día fue por el boulevard Voltaire, allí me detuve un buen momento a reflexionar enfrente de la sala de fiesta Bataclan. Otro lugar para la historia.
Es curioso como buscamos significados a sitios que como éste tienen mucha carga emocional, en su parte inferior su fachada es de un color negro mate, no así, la parte superior. El lugar sobrecoge. En el lateral del edificio cuyas imágenes nos mostraron hasta la saciedad todos los canales de tv hoy está cubierto de andamios. Es como si hasta el edificio debiera sanar sus heridas.
Dos jóvenes de confesión judía pasan ajenos ante la sala Bataclán
Después de la caminata, como muchos paseantes, me desplomé en el césped de la place Vosges, bellísima plaza rodea de edificios de ladrillos vista a descansar. Había gente de todas las nacionalidades y condición, se respiraba un ambiente muy juvenil y distendido. El tiempo acompañaba. Me acerque a modo de curiosidad a ver los escaparates de una inmobiliaria de la zona, estudio de 29 m2 precio 500.000 €, una de las dos cosas no me encajaba.
Un lugar con unas vistas magníficas de la ciudad es una colina de 130 metros de altitud, de donde majestuosamente destaca la Basílica del Sagrado corazón ó Sacré Coeur. Ésta Basílica de Paul Abadie se empezó a construir en 1875 casi 40 años duró su construcción, sus dimensiones son imponentes 83 metros de altura y 35 de ancho.
Pero mi viaje no consistía en ver monumentos, ni palacios, ni museos, ni criptas sino ver gente, pasear, observar, respirar el aire parisino, así que, deambulé por calles empinadas, a veces angostas, otras empedradas, calles repletas de cafetines con sus terrazas, algún que otro cabaret de historia inconfesable, calle con escaleras y plazas adoquinadas. Por supuesto hablo del barrio de Montmartre, el barrio de los pintores, el barrio más bohemio de Paris.
Pintores, place de Tertre
Otro de los símbolos de Paris es el Sena, con sus 37 puentes, convertidas en 37 bellas historias de reyes, batallas y leyendas que uno descubre paseando.
En el Sena los libreros han establecido su hábitat a lo largo de más de 4 Km, desde el Museo de Orsay hasta el muelle de Sully y desde el Louvre hasta el Pont Marie. Aquí encontraremos maravillas de la literatura, obras raras, y deliciosas encuadernaciones desde ensayos sesudos a libros de sexología o comics.
El Sena y sus riberas de aguas mansas huelen a papel viejo, esconden muchos secretos, historias de amor y desamor, crímenes e historias de espías. Y grabados.
En el Sena, se pasea, se ama, se hace deporte, unos buscan inspiración, otros anonimato o simplemente leer tranquilamente. En el Sena se vive, se sueña, se hacen planes; unos de futuro otros como suicidarse. Eso es el Sena en esencia.
Paris tiene varios símbolos, la Torre Eiffel, sus monumentos, los museos, el Sena, pero también sus cafeterías y terrazas, muchas se muestran con sus mostradores de madera decrépitas, suelos de figuras geométricas, ventanas con sus postigos antiguos, botellas con dosificadores, pero todas con mucha personalidad y encanto. En sus estanterías Ricard, Marie Brizard, o Jhonny Walker, sólo eché en falta a Jean Paul Belmondo con su gitane en el pico.
La vida de barrio gira en torno a estos lugares. Lugar de reunión para hablar de banalidades, preparar tesis doctorales, aparentar lo que se fue un día y ya no se es, echar un rato sin más, maquinar conjuras, o simplemente estar. Los fines de semana al caer la noche unos músicos entonan a Jacques Brel otros a Francis Cabrel.
Paris sin sus cafeterías no sería Paris.
De la torre Eiffel ya se ha escrito mucho, así que, sólo diré que tiene 2.515.241 tornillos.
Todo esto es Paris y mucho más.