Apenas tres metros separan el mar y la eslora de los barcos de recreo más imponentes de Europa de la terraza de Flanigan.
Sus orígenes se remontan a 1987, cuando Miguel Arias —propietario también de Aspen y Café Pino en Madrid— fue reclamado por el propio Klaus Graf, impulsor de Puerto Portals, para hacerse cargo del llamado Bar del Puerto, del que hoy solo se conservan el cartel de bienvenida y la esencia de ser el alma y el punto de encuentro del puerto a cualquier hora del día. Rebautizado como Flanigan, el nuevo restaurante respondía a la necesidad de quien navega durante varios días de ver y dejarse ver, de sentirse mimado y bien atendido y de poder pedir hasta lo imposible sin tener que mirar nunca el reloj. Para ello, se apostó por una cocina de horario ininterrumpido que se basa en el mejor producto nacional de temporada y en elaboraciones tan sencillas como sublimes. Después de 30 años, Flanigan se reafirma como uno de los establecimientos que más han contribuido a potenciar la cultura gastronómica de la isla gracias a sus propuestas de potente sello balear.
Recetario autóctono y compromiso local
Ahora, arranca la temporada con una carta confeccionada con ingredientes de temporada y de la mejor procedencia posible —las anchoas son de Santoña, las gambas del Mediterráneo y las verduras, ecológicas y de proximidad—, que incluye recetas con acento local como las croquetas de sobrasada como novedad; el tumbet —plato típico de la isla a base de verduras ecológicas de kilómetro cero—; tres amplios apartados de mariscos, arroces y fideuás de estilo balear; el bogavante ‘pelao’ con patatas fritas y huevo de corral —un homenaje a los pescadores de la isla que elaboraban con patatas y huevos las langostas más pequeñas, las que no podían vender, para su propio consumo— y otras recetas marineras: sopa de pescado, raviolis de bogavante, merluza de pincho, rape asado con pisto de chipirón, etc.
Además, cuenta con otras propuestas de sello mediterráneo entre las que se encuentran algunas de sus especialidades más demandadas: la tortilla española «como Dios manda», los calamares a la andaluza, la ensalada de bogavante, el gazpacho en vaso de barro helado o la tosta de pan rústico con huevo y caviar y la tarta fina de manzana.
Amplitud de horarios. Diferentes ambientes
La carta de comida de Flanigan se ofrece en horario ininterrumpido de 13:00 a 23:30 h en sus tres terrazas —con capacidad total para 150 comensales— y en el privado, ubicado en la planta superior, con vistas al puerto y pensado para grupos de hasta 60 personas en interior y 40 al aire libre. Por las mañanas, de 9:00 a 12:00, en Flanigan funciona una carta de desayunos que permite optar por el Tradicional —a base de bollería y tostadas—, el Flanigan —que incorpora huevos de diferentes maneras—, el Saludable —cereales, fruta, yogurt y salmón ahumado con buen tomate— o un desayuno bufé en el que se ofrece bollería y panes artesanos, frutas frescas, embutidos, quesos y productos ecológicos de manufactura local como sobrasada, morcilla o queso mahonés.
Además, el restaurante cuenta con un wine bar perfecto para tomar el aperitivo, hacer un picoteo informal o disfrutar de la excelsa carta de vinos de Flanigan compuesta por más de 300 referencias, entre las que se incluyen desde vinos sencillos hasta auténticas joyas de la enología, que pueden además adquirirse para llevar a un precio más económico.
Así, con la coquinaria mallorquina por bandera y la mejor materia prima en la base, Flanigan sobrevive a las modas gracias a un compendio de platos imperdonables que ya han conquistado a tres generaciones.