La mayoría de estos comercios han sobrevivido a dos crisis económicas, a la degradación del centro de Palma en la década de los ochenta, a una guerra y postguerra y a las tendencias del nuevo milenio, pero aún están operativos y luchan por mantener su personalidad, forjada a través de años de historia, sus valores, artesanía y el buen trato al cliente.
Palma ha reconocido 78 de ellos como establecimientos emblemáticos, con la idea de mostrarse como una ciudad rica en patrimonio, con historia, auténtica, cosmopolita y repleta de cultura que apuesta por aquello que la convierte en un destino singular y alejado de las “ciudades franquicias”.
Estos son algunos de los más destacados, más que aptos para convertirlos en un must see durante unas vacaciones en Palma:
Contraste de cocina caliente y helada en Can Joan de S’Aigo
Can Joan de S’Aigo cuenta con tres establecimientos en Palma; el más antiguo, en el céntrico barrio Cort. Tres siglos de historia le convierten en un valor añadido para la Palma más tradicional y auténtica, la ciudad abierta y activa los 365 días del año. La primera generación de la familia S’Aigo empezó el ahora tricentenario negocio con la producción de helados y años más tarde lo complementó con un ingrediente antagónico: el chocolate caliente, convirtiéndose en una de las primeras chocolaterías de toda Europa. Gracias a tan relevante historia, Can Joan de S’Aigo se han convertido en un punto de encuentro en Palma, siendo el lugar de referencia donde los palmesanos van a comer chocolate caliente las mañanas de Navidad, Maitines o Corpus.
El buen hacer en Paraguas, el comercio de los días lluviosos
También ubicado cerca de Cort, a escasos diez minutos del Palacio de la Almudaina, la cuarta generación de la familia Moyá continua al frente del negocio que su bisabuelo empezó en 1910 como una fábrica de paraguas. A lo largo de más de 100 años, la factoría ha desparecido para convertirse en la trastienda de un local mucho más grande, que también vende bastones, mantones, mantillas, guantes y peinetas. El buen trato al cliente, se ha convertido en el gran valor añadido de “Paraguas”, que, con un negocio atípico, ha conseguido fidelizar, sobre todo, a los palmesanos más nostálgicos.
Forn Fondo, la última panadería del callejón Unió
Lo que hace 277 años era el último comercio de la estrecha calle de la Unió, era necesario bajar cuatro escalones para llegar a su puerta, hoy reluce en la plaza del Mercado, con una fachada modernista que relata su amplia experiencia. Los hermanos Llull, cuarta generación, continúa gestionando un negocio que se ha adaptado al nuevo milenio con la preparación de caterings y venta online, pero que conserva toda la artesanía y el buen trato que ha conquistado el estómago de los palmesanos durante casi 300 años, con productos como las tradicionales ensaimadas, los quiches de verduras o varios pasteles, desde los más clásicos hasta la actual tendencia de cupcakes.
Repartidores de ilusión: La Industrial, la juguetería más añeja de Palma
Esta céntrica tienda de juguetes, a poco más de cinco minutos del Parlament, la Catedral y la Almudaina mantiene en su escaparate los juguetes más clásicos, como muñecas, juguetes de madera, puzles, figuras coleccionables o juegos de mesa, entre muchos otros. Iniciada en 1929 – aunque hay documentos con fechas más antiguas – ha sobrevivido a las tendencias electrónicas del siglo XXI ofreciendo al cliente un ambiente mucho más familiar.
El impase del tiempo en la Rellotgería Catalana
Un traslado de Berga (Barcelona) a Palma y 65 años de vida son el pretexto de esta relojería del centro histórico. El actual propietario Juan Serra está unido al negocio que inició su padre desde que era pequeño y, de hecho, durante algunos años, vivió en la parte trasera de la tienda. En la edad adulta, asumió la gestión del negocio y ni una reforma en 1990 la desvinculó de su decoración clásica, impregnada con agujas de horas, minutos y segundos.
Mucho más que cajas con cigarrillos, en el Estanco Homar
Este estanco de 120 años, además de tabaco y algunos productos de papelería o de regalo tiene un vínculo más cercano con los habitantes de Palma y es el único lugar en todas las Islas Baleares que arreglan encendedores. Además, los propietarios han optado por una reforma estricta para que mantenga su aspecto tradicional, el que aún recuerda las ventas de letras de cambio y recambios de timbrado.
La artesanía llevada a la excelencia en la Mimbrería Vidal
64 años trabajando para ofrecer el mejor producto de mimbre en los hogares palmesanos. Aunque la inauguración es anterior su historia actual empieza en el 1955, cuando Tomàs Vidal adquirió en negocio y le dio su apellido, que ha transcurrido hasta hoy, que lo regenta la tercera generación de su familia. Elaboran productos artesanos con productos mallorquines, como cestas, rejillas de las hamacas, sombreros o asientos de silla.
Ca Donya Àngela, el tesoro de la familia Agulló
Más de 300 años de historia la convierten en la mercería más antigua de Palma y en uno de los comercios más añejos de la ciudad. Siempre en manos de la misma familia, los Agulló, son una referencia en el centro de Palma cuando se necesitan corbatas, botones, medias, parches o una infinidad de productos relacionados.
Bordados Valldemossa, el reducto de un negocio cada vez menos concurrido
Cada vez cuesta más encontrar un establecimiento de costura tradicional ya no solo en Palma, también en todo el país. Bordados Valldemossa, ahora solo en la calle Sant Miquel de Palma, cubren esta necesidad cada vez menos demandada. Años atrás eran un gran suministrador de ajuares a familias con recién nacidos, tradición que se ha perdido. Aún así, su fundador Joan Binimelis rechaza la idea de alquilar el local por el vínculo que tiene con su negocio y sigue apostando por un ambiente amable y conseguir fidelizar clientes a través del buen trato.
La llama de la vela artesana en la Cerería Real
Del director de la revista Baleares Enric Vives – que fundó el negocio hace casi 100 años – a su nuera, Coloma Cañellas que pasó el legado del negocio – como arrendatario – a Guillermo Ramis, la historia de La Real tiene casi un siglo. Además de cirios artesanales, el establecimiento se ha modernizado y hoy también ofrecen artículos religiosos, aunque los cirios siguen siendo el producto más vendido, que los suministran a la mismísima Catedral.