El mes de septiembre marca el inicio del calendario escolar y, para muchos adultos, el regreso a la rutina. Sin embargo, dicho mes trae también consigo también uno de los momentos más esperados y deseados por los amantes de la gastronomía y las tradiciones: la vendimia.
Entre agosto y octubre se concentran fiestas que celebran las bondades de la vendimia en buena parte del territorio español, las más destacadas tienen lugar en septiembre en sitios tan emblemáticos como Montilla-Moriles, Jerez, La Rioja Alavesa, Ribera del Duero o Cariñena. Dichas celebraciones han ido sumando actividades a lo largo de los años a las tradicionales catas de vinos o el pisado de la uva.
No obstante, la vendimia no es siempre una fecha del todo feliz para los agricultores y bodegueros, pues los factores meteorológicos pueden condicionar enormemente la calidad y la cantidad del fruto.
Tal y como apuntan los sumilleres de Vinissimus, el eCommerce líder en Europa en venta de vino español online, esta añada 2018 arrancó con un otoño seco y un invierno con algunas heladas importantes, pero la primavera trajo consigo lluvias abundantes, por lo que podemos esperar un vino más equilibrado, largo y más aromático que el de otras añadas.
Cuando el tiempo es muy lluvioso, los vinos suelen ser más frescos debido a que la uva queda más aguada. Estos vinos son más ligeros, con menos cuerpo y en nariz son más afrutados o florales.
Sin embargo, cuando la temperatura es muy elevada y hay más sequía ese año, los vinos suelen aparecer con una menor acidez y con un alto contenido alcohólico.
Aunque el vino de cada cosecha depende de muchos factores, para saber bien la relación que hay entre las condiciones meteorológicas y un vino, lo ideal sería hacer una cata del mismo vino en diferentes añadas para ver cómo varía según el tiempo que haya hecho ese año.
Las vides agradecieron las lluvias, especialmente viniendo de un 2017 tan crudo, y las uvas pudieron nutrirse de manera óptima. Se calculó entonces que la producción con respecto al año anterior aumentaría alrededor de un 20% y muchos empezaron a frotarse las manos. Sin embargo, las precipitaciones no pararon a tiempo en todas partes y, en importantes regiones del panorama vitivinícola estatal, tales como Cataluña, retrasaron las maduraciones y comportaron la llegada de enemigos acérrimos de la uva, como el mildiu o la botritis. Los hongos dañaron gravemente algunas plantaciones afectando al estado sanitario y al volumen de la uva,
Todo esto es muy difícil de predecir, deberemos esperar al final de la vendimia en España para tener una idea clara de cómo será calificada la cosecha 2018 y, con ella, sus vinos.