Roma, la Ciudad Eterna, es una ciudad mágica y cargada de historia. Al recorrer sus calles parece que el tiempo se ha detenido hace siglos para que los viajeros puedan contemplar las huellas de su pasado mientras disfrutan de su patrimonio histórico, artístico y cultural. La capital del Imperio Romano es un auténtico museo al aire libre, de hecho, cuenta con la mayor concentración de bienes históricos y arquitectónicos del mundo. Para no perderte ningún rincón al hacer turismo en Roma te proponemos algunos de los lugares más secretos para visitar durante unos días en este destino único.
El Jardín de los naranjos y la cerradura de los Caballeros de Malta
La capital italiana cuenta con monumentos emblemáticos como el Coliseo, el Panteón de Agripa o la Fontana di Trevi. Lugares muy concurridos por los turistas, ya que son auténticos símbolos de Roma. Sin embargo, la Città Eterna cuenta con rincones escondidos y menos populares, pero con suficiente encanto para despertar el interés de los viajeros. Situado en el monte Aventino, una de las siete colinas de la ciudad, se encuentra el Parque Savello, conocido popularmente como el Jardín de los naranjos.
Un lugar que cuenta con una de las mejores vistas de Roma. Rodeado de naranjos y pinos, y con la cúpula de la Basílica de San Pedro de fondo, este rincón es considerado uno de los más románticos de la ciudad. Pasear por este jardín es una experiencia mágica, gracias a su belleza y a sus inmejorables vistas panorámicas desde su mirador. Por si fuera poco, cerca del jardín se encuentra la cerradura de los Caballeros de Malta, uno de los secretos mejor guardados de la capital.
No hay señales en toda la ciudad que indiquen la ubicación de este curioso rincón, la única señal es una pequeña fila de personas en torno a una puerta de color verde. Al acercarse y poner el ojo en la mirilla es cuando llega la gran sorpresa. Al afinar la vista se puede apreciar el interior de un palacio, la Villa del Priorato de Malta, con la ciudad de Roma en el fondo protegida por la cúpula de la Basílica de San Pedro. Un mismo punto desde el cual se puede apreciar un paisaje de tres países distintos: Italia, Malta y la Ciudad del Vaticano.
La Fuente de las Tortugas
El barrio judío es uno de los rincones con más encanto de Roma. Sus pequeñas callejuelas lo convierten en un auténtico laberinto repleto de lugares fantásticos. Escondida en la Piazza Mattei se encuentra la Fontana delle Tartarughe, o Fuente de las tortugas, la cual preside este lugar desde 1581. La fuente, una de las más bonitas de la ciudad, está ligada a una leyenda romántica. Según cuenta esta leyenda popular, el Duque Mattei ordenó construir en una sola noche esta fuente con la intención de demostrarle al padre de su amada su riqueza, después de que su suegro decidiera retirarle la mano de su hija tras enterarse que había perdido su patrimonio en el juego.
La iglesia de San Pietro in Vincoli
La magnitud de Roma provoca que los viajeros dejen de lado algunos de los pequeños tesoros que guarda la Ciudad Eterna. La Basílica San Pietro in Vincoli es una de las grandes olvidadas por los turistas, a pesar de guardar en su interior con una de las esculturas más emblemáticas de Miguel Ángel, el Moisés. La obra del artista italiano forma parte del monumento funerario que le encargó el papa Julio II entre los años 1505 y 1515. El otro secreto oculto de esta iglesia se ubica bajo el altar principal de la basílica, lugar donde se encuentra el relicario que conserva las cadenas de San Pedro.