Hay territorios que sorprenden, y atrapan los sentidos. Territorios en los que cada rincón parece competir en hermosura con su antecesor y con su sucesor para regalar al viajero estampas imposibles de borrar de la memoria. Territorios que han sabido aglutinar su propia y rica historia en un crisol del que emanan emociones únicas.
A caballo de las comarcas burgalesas de La Bureba y las Merindades se extienden tres genuinos municipios en los que se escribieron algunas de las páginas más importantes del pasado castellano. Tierra de transición entre la meseta y la Cordillera Cantábrica en la que se suceden desfiladeros, montañas, gargantas y rincones de una belleza natural incomparable, por sus caminos y veredas deambularon ya pueblos prerromanos, romanos y medievales que dejaron sus huellas hasta dar vida al germen del que fuera condado de Castilla, embrión del posterior reino de Castilla.
De ahí que la mancomunidad formada por Frías, Oña y Poza de la Sal sea llamada, con todo merecimiento, Raíces de Castilla.
Piedras colocadas en forma de castillos, murallas, iglesias o monasterios que nos hablan de un pasado esplendoroso, nacido de las luchas de poder entre la nobleza castellana y la leonesa hasta su unificación bajo una misma bandera, en su conjunto dibujan un espacio único, tanto por su riqueza y valor ecológico, cuyo máximo exponente es el Parque Natural de los Montes Obarenes, como por su importancia histórica, su legado monumental y etnográfico y por representar un destino vacacional y de ocio capad de satisfacer con creces cualquier nivel de expectativas.
La Ciudad de Frías
En territorio de la comarca de las Merindades, un lugar imprescindible que debes visitar es la ciudad de Frías, cuyo nombre procede de “Aguas Fridas”. La primera documentación en la que aparece reflejada la ciudad más pequeña de España corresponde al siglo IX, época de la que se conservan varios sepulcros rupestres alrededor de la parroquia de San Vicente. Mucho tiempo después, concretamente bajo el reinado de Alfonso VIII es cuando se produce su auge, convirtiéndose en centro comercial, viario y defensivo, además de concederle funciones administrativas y militares.
Como recuerdo de los acontecimientos históricos vividos por la ciudad de Frías, todos los años se llevan a cabo dos representaciones teatrales que tiene como escenario incomparable el patio de armas del castillo. El primer viernes y sábado de agosto, vecinos y veraneantes ponen en escena las obras “El Capitán” y “El Fuero de Frías”, dos hechos que marcaron la historia de la ciudad y la vida de sus habitantes y en los cuales es el pueblo el protagonista de los cambios sufridos.
En la actualidad Frías es un pequeño pero importante y bellísimo núcleo turístico de la provincia de Burgos en general y del territorio de Raíces de Castilla en particular, que impregna al visitante de un exquisito sabor medieval y que cuenta con un importante patrimonio cultural y natural. El Castillo, las Casas Colgadas las puertas y el recinto amurallado y las iglesias de San Vítores y San Vicente Mártir, esta última situada en un lugar privilegiado, junto a un cortado rocoso y con unas espectaculares vistas del valle. Sin duda alguna es el templo religioso que más llama la atención de todos cuanto ha tenido y tiene la pequeña ciudad de Frías, la cual ha llegado hasta nuestro días con una mezcla de estilos, conservando de su primitiva traza románica solamente algunos restos y el recuerdo del sobresaliente pórtico románico que un día hubo y que en la actualidad está en el Museo de Claustros de Nueva York. Un pequeño templo románico, la ermita de Nuestra Señora de la Hoz y los conventos de San Francisco y de Vadillo dan fe de la importancia que Frías tuvo en el pasado. Recursos turísticos que se completan con la cascada del Río Molinar, así como las que divide en dos al pueblo de Tobera y que lo convierten en uno de los parajes con más encanto de la comarca.
La Villa Condal de Oña
De gran importancia durante la Edad Media, tuvo mucho que ver en la formación del Reino de Castilla, como se pone de manifiesto en su amplio conjunto monumental y que le valió la concesión del título “Muy leal y valerosa villa”. Oña hunde sus raíces en remotas épocas, como atestiguan los restos del paleolítico y el castro prerromano de los autrigones, pero fue a mediados del siglo VIII cuando su nombre aparece en la historia como un fortificado baluarte. Es en el año 950 cuando el primer conde independiente de Castilla, Fernán González, le concede sus primeros privilegios, y su nieto Sancho Gracia eleva el lugar al rango condal y funda el Monasterio de San Salvador que pone en manos de su hija, la Infanta Trigidia.
El patrimonio monumental de Oña está encabezado por el Monasterio de San Salvador, el que fuera el monasterio más importante de Castilla. Morada de los últimos condes y de los primeros reyes castellanos, fue además foco de una intensa actividad religiosa y cultural. Fundado en el año 1011, fue una de las más ricas abadías españolas a lo largo de toda la Edad Media y Moderna. Riqueza que se vio reflejada en el desarrollo artístico, presentando diferentes estilos arquitectónicos como el románico en la nave de la iglesia, el gótico en su cabecera y en el espectacular claustro, sin olvidar el arte renacentista y barroco, fruto de las diversas remodelaciones que se llevaron a cabo a lo largo de su historia.
Antes de recorrer la villa es recomendable visitar los centros de interpretación del Medievo y el de la Resina y acercarse a los valores artísticos, arquitectónicos y etnográficos de la villa. Otros lugares interesantes son la Torre e Iglesia de San Juan, la Judería y su arquitectura popular.
Pero Oña es también un importante núcleo de actividad cultural como lo demuestra la repleta agenda de citas a lo largo del año, entre la que destaca de manera sobresaliente El Cronicón de Oña, la excepcional teatralización que recrea los hechos históricos que significaron el origen de Castilla y de los que rodearon la fundación del monasterio de San Salvador, y que este año tendrá lugar del 10 al 14 de agosto.
El patrimonio natural también ocupa un papel importante en Oña gracias a la proximidad del Parque Natural de los Montes Obarenes y su Casa del Parque, las diferentes rutas de senderismo que desde la villa se pueden realizar y el Valle de las Calderechas, auténtico vergel donde se cultivan diferentes frutos como cerezas, ciruelas, peras, manzanas y sabrosos productos de la huerta.
La Villa de Poza de la Sal
Esta antigua villa que un día vio nacer al universal Félix Rodríguez de la Fuente se alza a los pies de su imponente castillo, allí donde el Páramo de Masa se rinde a los encantos de la comarca de La Bureba, ofreciendo una fantástica panorámica que alcanza con la vista hasta los Montes Obarenes, Pancorbo y la Sierra de la Demanda.
Serían los hombres del Neolítico los que primero dejaron aquí su huella, pero no será hasta la Edad del Bronce y del Hierro cuando se tenga constancia de la existencia ya de la antigua ciudad celtibérica de Salionca. Su situación estratégica y sus ricos yacimientos de sal despertaron el interés de los romanos, quienes convirtieron la urbe en uno de los principales centros productores de sal mediante un proceso extractivo único en el mundo, construyeron puentes e infraestructuras de comunicación y un sistema de distribución, lo que significó la base para el fuerte desarrollo que experimentó en la Edad Media, llegando a ser un potente motor económico de Castilla.
Los designios de Poza de la Sal siempre estuvieron ligados a la explotación salinera, una actividad que ha esculpido un genuino paraje en el que el "salero" con forma de anfiteatro sigue siendo el protagonista desde la prehistoria junto con el Diapiro más perfecto de Europa.
Poza de la Sal es muy fiel a su cultura y tradición salinera, por lo que organiza La Batalla por la Sal, una visita teatralizada de la historia de la villa y su ligazón a la sal, que además incluye una visita al Centro de las Salinas y al Espacio Medioambiental de la Infancia de Félix Rodríguez de la Fuente, que tendrá lugar el jueves 29 (18:00h), el viernes 30 (12:00 h) y el sábado 31 de marzo (18:00 h) reservando en el teléfono 679 808 143.
Tal fue la importancia del lugar que el conde Diego Rodríguez Porcelos construyo el castillo en el s. IX para su defensa. Desde su privilegiada situación controlaba por el oeste la entrada a la villa y a La Bureba desde el páramo, y también tenía el control de todo el territorio salinero. Su función eminentemente defensiva se puso de manifiesto en la Guerra de Independencia entre las tropas francesas al mando del General Palombini y la guerrilla de Francisco Longa y Juan de Mendizábal, conocida históricamente como “Acción de Poza”. Por orden de Carlos I, sirvió de prisión de los embajadores de Francia, Milán, Florencia, Inglaterra y Venecia pertenecientes a la Liga Clementina, así como de Ricardo Cuper, Procurador de los corsarios ingleses que asaltaron y tomaron la nao “Espíritu de Gracia”, propiedad de mercaderes burgaleses, en Belem, cerca de Lisboa.
Pero Poza de la Sal guarda más sorpresas. Llama poderosamente la atención el trazado medieval del casco urbano, en el que las calles dibujan un laberinto serpenteante a lo largo de la ladera protegida por el recinto amurallado y por la silueta del castillo.
Así mismo es destacable la arquitectura tradicional que conjuga la piedra y la mampostería, la madera y el ladrillo que bien podría ser influencia de antiguos constructores mudéjares. Y de las fachadas, por aquí y por allá, escudos nobiliarios cuelgan como mudos testigos de un importante pasado. Dentro de los monumentos más representativos, además del castillo, es imprescindible admirar la que fuera la Casa de Administración de las Reales Salinas del s. XVIII y la iglesia de San Cosme y San Damián que, dentro de su arquitectura gótica del s. XIII custodia un interesante retablo plateresco del s. XVI. No menos interesante es la plaza porticada, en la que se viene celebrando el mercado semanal desde el año 1351.