En un nuevo aniversario de la muerte del inolvidable cantante y compositor de tangos, Uruguay inaugura el Museo de Gardel en el barrio de Malvín (Montevideo). El 24 de junio, coincidiendo con el 82 aniversario de la muerte del ‘Zorzal Criollo’ en un accidente en el aeropuerto de Medellín, Colombia, se reinauguraba la Villa Yeruá de la Rambla y Rimac, la casa de su amigo Francisco Maschio en Malvín (Montevideo). Convertida en museo e íntimamente relacionada con el tango y el turf, a la inauguración de Villa Yeruá se suma una nueva estatua de Gardel de cuerpo entero en Montevideo, construida por el artista Alberto Morales Saravia.
Villa Yeruá, la casa ubicada en el motevideano barrio de Malvín que perteneció al entrenador argentino de caballos pura sangre Francisco Maschio, donde Carlos Gardel pasó varias de sus vacaciones en los años 20 y 30, y donde también convivió con el memorable jockey Irineo Leguisamo -al que dedicó uno de sus tangos-, ha sido recuperada convertida en un museo sobre el tango y el surf.
El pasado 24 de junio abría las puertas este museo, en una ubicación privilegiada por su conexión con el genial cantante y compositor de tangos y que fue declarado de interés turístico Municipal en 2016, además de ser también sede de la Asociación Uruguaya de Propietarios de Caballos de Carrera (APC). La inauguración se ha hecho coincidir con un nuevo aniversario de la muerte del conocido como ‘Zorzal Criollo’, ocurrida en accidente en el aeropuerto de Medellín, Colombia, hace 82 años.
En su honor se ha desvelado también la tercera estatua de Gardel que existe en la ciudad, que en este caso aparece, de cuerpo entero, junto a Leguisamo y ha sido modelada por Alberto Morales Saravia, responsable de las imágenes similares que se encuentran en el Parque Central y en el bar Facal de 18 de Julio y Yi.
El inmueble de Malvín fue expropiado en el año 1960 y, tras un largo periodo, fue adjudicado a la APC, que ha recuperado los espacios y su ornamentación, entre ellos el patio con las baldosas donde se tomó la más famosa foto de Gardel en la Villa Yeruá, en un cumpleaños de Maschio el 4 de enero de 1933.
Museo
La casa se ha dividido en dos museos, uno dedicado a la figura del Gardel, a la entrada, que incluye fotos originales, objetos y recuerdos del artista, y que se ha configurado de forma semivirtual, con códigos para leer a través de Smartphone y que permitirán el acceso a contenidos multimedia, entre ellos vídeos y audios con historias sobre los objetos, tanto en español como en inglés.
Por otra parte, el museo dedicado al turf, que muestra diferentes trofeos, la casaquilla del último torneo que ganó Leguisamo en Uruguay o la casaquilla de Invasor, calificado como ‘el mejor caballo de competición del mundo’ que obtuvo la Triple Corona en Uruguay, y después ganó en Dubai y en Estados Unidos.
Como dato anecdótico, al final de la grabación del tango ‘Leguisamo solo’, Gardel dice sotto voce y con su tono de arrabal: "Bueno, viejo Francisco, decile al Pulpo que a Lunático lo voy a retirar a cuarteles de invierno. Ya se ha ganado sus garbancitos. Y la barra, completamente agradecida. Sentí la barra: ¡Muy bien! ¡Salute!".
De hecho, el tango, considerado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2009 y una de las más genuinas y originales expresiones culturales del Río de la Plata -tanto de Montevideo como de Buenos Aires-, es otro de los grandes atractivos uruguayos que se ponen de manifiesto principalmente en su capital.
Fusión de las tradiciones musicales de origen africano y de los ritmos e instrumentos europeos y criollos, hoy puede conocerse a través de diferentes espacios, entre ellos el Museo del Tango La Cumparsita, ubicado en el Palacio Salvo (Montevideo), que a su vez ocupa el solar donde se levantó la mítica confitería La Giralda. En este establecimiento sonó por primera vez el tango ‘La Cumparsita’, conocido como el ‘himno de los tangos’ y compuesto por el uruguayo Gerardo Matos Rodríguez en 1917.
En el año del centenario de este tango universal, la ciudad de Montevideo invita también a los visitantes a acercarse a esta expresión cultural a través de numerosas milongas, como se denominan a los lugares donde aficionados y bailarines de tango se dan cita para compartir su pasión y disfrute por la danza en una pista de baile.