La muestra, enmarcada dentro de los actos del VIII Centenario de la Fundación del Estudio salmantino, está patrocinada por MAPFRE, con la colaboración del Ayuntamiento de Salamanca.
Esta exposición forma parte de la Conmemoración del VIII Centenario de la Universidad de Salamanca. Presenta unas ochenta obras de Miquel Barceló realizadas en distintas técnicas: pintura, escultura, cerámica, dibujo y performance, realizadas en su mayoría en los últimos cinco años. La exposición muestra la mutabilidad constante de la obra del artista mallorquín, cuya ya vasta obra se caracteriza por una sorprendente riqueza formal e iconográfica. El énfasis en el proceso de creación de las obras y la reflexión metalingüística son definitorios de sus últimos trabajos, habiendo desarrollado estos últimos años distintas series, a veces simultáneamente.
La exposición salmantina ha sido concebida, por otra parte, pensando en los distintos espacios que iba a ocupar dentro de la Universidad y de la propia ciudad. En un sentido cronológico, comienza por la Sala de exposiciones de Patio de Escuelas, donde se presentan las obras más antiguas de la muestra. Se trata de veintiséis acuarelas, pertenecientes al conjunto realizado por Barceló para ilustrar la Divina comedia de Dante Alighieri, entre 2001 y 2003. Después, en la Hospedería Fonseca, se presenta un grupo de pinturas y obras sobre papel de gran formato, realizadas entre 2009 y 2016. Estas se dividen en naturalezas muertas que se asemejan a paisajes, donde vemos frutas y verduras flotando en espacios matéricos; pinturas blancas; pinturas de fondos marinos con formas luminosas que sugieren criaturas abisales, y pinturas en relieve de cabezas de animales, las obras más recientes en la exposición, y que nos remiten al arte rupestre.
En la Capilla del Colegio Arzobispo Fonseca puede verse El Arca de Noé (2014), una pintura de 4 x 6 metros, de la serie de naturalezas muertas/paisajes ya mencionada, que nunca antes había sido expuesta. Esta obra, que da título a la exposición, puede leerse como metáfora de la pintura como aventura y tabla de salvación. Junto a ella, también en la capilla, se exponen, además, dieciocho cerámicas realizadas, salvo una anterior, entre 2012 y 2016, por lo que muchas de ellas son inéditas. Las cerámicas de Barceló son verdaderas esculturas, aun utilizando a veces formas tradicionales de vasijas, platos o ladrillos, estando agujereadas, agrietadas, chafadas, abolladas o dobladas, además de acabadas en distintos colores. Barceló mismo escribió que la cerámica es para él una forma de pintura, relacionándolo con su obra, siempre muy matérica, y en la que sus imágenes surgen de la misma viscosidad de la pintura.
La exposición se completa con varias esculturas monumentales realizadas entre 2008 y 2015, presentadas en distintos espacios de la ciudad. La más reciente de todas, ubicada en el patio del Palacio de Anaya y realizada con un nuevo tipo de resina ligera, es una escultura que retoma un tema tratado antes con cerámicas más pequeñas, realizadas chafando formas de macetas unas contra otras, siendo el resultado una ilustración de los procesos que las originan. Otra de las esculturas, Gran Elefantdret (2008), instalada en la Plaza Mayor, muestra un elefante que parece mantener el equilibrio precario apoyado sobre el suelo sólo por su trompa. La obra expele humo blanco por el ano del animal. Para acabar, 14 Allumettes (2015), expuesta en el patio de Escuelas Menores, forma una suerte de bosquecillo de cerillas usadas, realizadas en bronce en distintos tamaños, superando los tres metros de altura las tres cerillas más altas. Como ocurre con sus naturalezas muertas, el tema de esta obra es la transitoriedad de todo.
La exposición ha sido comisariada por Enrique Juncosa, experto en su obra, y está acompañada por un catálogo ilustrado con todas las obras de la exposición, un texto del comisario y otro del poeta y crítico norteamericano John Yau.
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