Gracias a su céntrica ubicación en Europa, llegar a la región de Innsbruck es muy fácil desde cualquier punto del continente. Por ello, este verano existen cinco convincentes razones por las que Innsbruck, y las montañas alpinas, que la rodean son una refrescante alternativa a las clásicas vacaciones de sol y playa.
Escapar del calor en lugar de quemarse al sol
Los veranos son cada vez más calurosos. Quien no quiera sudar demasiado tiene garantizado poder disfrutar de aire fresco en las montañas que rodean la ciudad de Innsbruck. Subir a las montañas desde la ciudad es muy fácil: el teleférico Nordkette lleva al mundo alpino en sólo 30 minutos. En la estación de Seegrube (1.905 metros) se encuentra una gran terraza que ofrece vistas panorámicas y una brisa de aire fresco, incluso en los meses de julio y agosto.
Para respirar un aire todavía más fresco, se puede continuar el viaje unos diez minutos más hasta la estación del Hafelekar, a 2.335 metros sobre el nivel del mar. Los frondosos bosques al pie de la cordillera Nordkette en las afueras de Innsbruck o los bosques de abetos y pinos de Natterer Boden, ofrecen paseos bajo la sombra. Un baño en el bosque tiene un efecto, sin duda, refrescante y es más relajante que un baño en el mar.
La tranquilidad de la montaña en lugar de vecinos de sombrilla
La región de Innsbruck es el lugar perfecto para las personas que buscan paz y tranquilidad: el valle de Sellrain, situado a unos 25 kilómetros de la capital tirolesa, con sus idílicos valles laterales y los pequeños pueblos de Sellrain, Gries y St. Sigmund ostentan con orgullo el sello de “pueblos de alpinismo”, por su carácter alpino, su original paisaje urbano y su gran encanto.
Excursiones de senderismo hasta los pastos de Almindalm o Seigisalm son una forma ideal de desconectar. Aquí, la ajetreada y ruidosa vida cotidiana desaparece por completo gracias a la tranquilidad de vastos paisajes alpinos. Un alojamiento perfecto para un buen descanso, es el hotel Alpengasthof Praxmar, situado en el fondo del valle de Sellraintal. Situado a unos 1.700 metros sobre el nivel del mar, este hotel familiar es un punto de partida idóneo para realizar desde tranquilas excursiones por el valle, hasta rutas alpinas a las cumbres más altas.
Excursiones con la tarjeta Welcome Card
La tarjeta gratuita Welcome Card se puede cargar cómodamente en el smartphone antes de llegar al destino para viajar sin coste alguno en transporte público. Esta tarjeta también permite viajar gratis in situ: incluye todos los transportes públicos locales de la región, así como los prácticos autobuses de senderismo. Los que deseen moverse en bicicleta pueden utilizar la bicicleta urbana, gratuita durante 24 horas con la Welcome Card.
Un buen consejo: Innsbruck es una ciudad de distancias cortas: muchos lugares de interés se encuentran a poca distancia unos de otros y pueden recorrerse perfectamente a pie en los denominados “Paseos para explorar”.
Diversión en las montañas en lugar de hacer castillos de arena
Construir un castillo de arena en la playa es bonito, pero no se puede comparar con una excursión a las montañas de los alrededores de Innsbruck. Las montañas ofrecen un sinfín de experiencias para adultos y niños, especialmente en Muttereralm, que cuenta con un amplio parque de aventuras, una pista de canicas y el recinto de “agua mágica” para que los niños chapoteen en las diversas instalaciones acuáticas. Los pequeños exploradores están invitados a participar en una búsqueda del tesoro, donde son recompensados con una sorpresa. Las familias con bebés pueden sentirse como en casa, ya que el cochecito viaja a bordo de la telecabina. Desde la estación de montaña, un paseo de 40 minutos, apto para estos coches de bebé, lleva a la cabaña alpina Götzner Alm, cuya cocina ha sido reconocida por prestigiosas guías culinarias como Falstaff y Gault&Millau. Para los amantes del trineo en invierno, en verano existe la posibilidad de deslizarse por el tobogán Muttereralm en los llamados “carros de montaña”, una diversión para toda la familia. Por otro lado, los aficionados al bike, tanto principiantes como expertos, encuentran aquí un auténtico paraíso, el bike park, que cuenta con una gran variedad de pistas y un parque infantil con curvas y saltos fáciles.
Un variado programa para un día lluvioso en lugar de quedarse en la habitación del hotel
Si la naturaleza nos depara un día de lluvia, no es motivo para quedarse quieto en la región de Innsbruck. Es el momento perfecto para explorar monumentos y museos. Los Mundos de Cristal Swarovski, en la cercana localidad de Wattens, con sus Cámaras de las Maravillas, su imponente gigante en la entrada y la torre de juegos, son una experiencia inolvidable para grandes y pequeños. Para los entusiastas de la ciencia, el Audioversum ofrece una experiencia interactiva e inmersiva con los sonidos como protagonista. Por otro lado, el autobús turístico Hop-on Hop-off Bus Sightseer no sólo permite tener una visión general de los monumentos y lugares de interés más importantes de Innsbruck, sino que también brinda la oportunidad de contemplarlos más de cerca. Sin olvidar hacer una parada en el castillo de Ambras, con sus colecciones originales y magníficos salones. Los días de cielo cubierto, el ambiente se anima con los conciertos al aire libre que se celebran en julio en el patio del Palacio Imperial de Innsbruck o con el Festival Bridge Beat, donde se dan cita artistas locales e internacionales. Los aficionados al teatro no deben perderse la Tiroler Volksschauspiele de Telfs. En la carpa de la Kuppelarena se representa la obra “Romeo y Julieta, “el mayor espectáculo del mundo”, una reinterpretación del clásico de Shakespeare.