El pueblo Seto, una pequeña comunidad orgullosa de su historia, cuenta con una arraigada herencia cultural, costumbres e incluso un idioma propio que se han sabido preservar intactos durante siglos.
En el sureste de Estonia, a tres horas en coche de Tallin, se sitúa la región de Setomaa, un tesoro oculto para los viajeros que acuden a explorar el país. Estas tierras son el hogar del pueblo Seto, una comunidad minoritaria con una herencia cultural única, un idioma propio y costumbres bien conservadas. Entre enclaves naturales de gran belleza, cantos tradicionales, y trajes regionales, la cultura Seto traslada a los visitantes a tiempos ancestrales.
Un pequeño pueblo definido por su especial modo de vida
Los bosques y colinas de Setomaa, salpicados de edificios tradicionales de madera, granjas e iglesias, son el bucólico lugar de residencia de los 15.000 setos estonios. Aunque sus tradiciones beben de las costumbres estonias y rusas, los habitantes de Setomaa tienen su propia identidad, una historia marcada por su situación fronteriza y una lengua ugrofinesa diferente a la del resto del país. Para conocer esta comunidad, puede hacerse un tour guiado que comienza en la ciudad de Tartu y lleva al viajero por las diversas zonas de Setomaa.
Una vez en la región, Seto Külävüü (que puede traducirse por “cinturón de pueblos de Seto”) es la principal ruta turística de Setomaa, conectando los principales pueblos y pasando por pequeñas capillas llamadas tsässons, granjas de productos locales, museos, cafeterías y otros sitios de interés desde Võõpsu, la puerta de entrada septentrional de Setomaa, hasta el paso fronterizo de Luhamaa. Es obligatorio pasar por la granja-museo de Värska, una réplica de una granja Seto de los años veinte del siglo pasado en la que puede conocerse la vida cotidiana del pueblo, asistir a talleres de artesanía, y celebrar las fiestas locales. Muy cerca, en el Café Seto Tsäimaja, también pueden degustarse platos caseros de la región.
Un patrimonio cultural de tiempos pasados
Una de las tradiciones más importantes del pueblo Seto es el “leelo”, un antiguo canto polifónico reconocido desde 2009 como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO. En este arte, las mujeres son las protagonistas, formando grupos llevados por una voz solista que canta la estrofa, uniéndose las demás en los estribillos. Existen canciones para todas las situaciones de la vida, desde el trabajo o los momentos felices del día a día, hasta las desgracias y muertes.
Estos cantos, además, suelen interpretarse con la vestimenta característica de los Setos, con trajes bordados de color blanco, negro y rojo, presentando diferencias en la tradición para los hombres y mujeres y con detalles cambiantes según si se es soltero o casado. El Museo Obinitsa imparte talleres para ponerse estos característicos vestidos y ahondar en su historia y significado.
Las festividades Seto, la mejor oportunidad para fundirse con la tradición
Una visita a la región está incompleta sin asistir a alguna de sus muchas fiestas folclóricas y festivales, durante los cuales puede vivirse en primera persona lo más destacado de su cultura. Una de las ocasiones más relevantes es el Día del Reino de Seto, una gran celebración de agosto durante la que se selecciona al mejor bailarín, a los mejores instrumentistas, los artesanos más hábiles… así como al próximo representante de la comunidad: el ülemsootska, rey o reina Seto. Antiguamente, el portavoz de los Seto era su dios Peko, que ahora descansa en las cuevas del monasterio de Petseri, pero ahora este representante es quien actúa como embajador cultural durante todo el año.
También se celebran numerosos festivales de música a lo largo del año, como el Seto Folk y el Treski Festival Music and Inspiration Festival. Las celebraciones religiosas, como la Pascua o el día de San Jorge —el 23 de abril— también son un momento excelente para experimentar la música, el baile, la artesanía y la especial forma de vida Seto, todavía con mucho por descubrir.