MADRE NO HAY MÁS QUE UNA (AUNQUE DESUNA)
El Teatro Apolo de Madrid se viste de gala para recibir "Gypsy", el emblemático musical que, bajo la dirección de Antonio Banderas, promete conquistar al público madrileño.
Tras su aclamado paso por el Teatro del Soho CaixaBank de Málaga, esta superproducción aterriza en la capital con un elenco estelar encabezado por Marta Ribera en el papel de Rose, Lydia Fairén como Louise, Laia Prats interpretando a June, Carlos Seguí como Herbie y un total de más de 30 actores, 18 músicos, 150 piezas de vestuario y 17 cambios escenográficos.
"Gypsy" nos sumerge, a lo largo de las tres horas que dura -¿excesivo?- en la apasionante historia de Rose, una madre implacable que busca convertir a sus hijas en estrellas del vodevil, mientras anhela secretamente su propio éxito. Basado libremente en las memorias de la artista de burlesque Gypsy Rose Lee, este musical es considerado por muchos como el mejor de la historia, explorando el mundo del espectáculo con humor, corazón y sofisticación.
Desde el momento en que se alza el telón en el Teatro Apolo de Madrid, Antonio Banderas con "Gypsy", deja claro que no se ha hecho una simple adaptación, sino una reinterpretación apasionada de uno de los musicales más icónicos de la historia.
Banderas, quien ya demostró su maestría en teatro musical con ‘A Chorus Line’ y ‘Company’, lleva su visión a un nivel aún más ambicioso.
Su dirección ha buscado equilibrar la grandiosidad del espectáculo con la intimidad del drama humano, y eso se ve claramente en la diferencia entre el primer acto y el segundo. La puesta en escena, lejos de ser un simple homenaje a Broadway, tiene una personalidad propia, donde la nostalgia del vodevil se fusiona con una energía contemporánea.
El alma de ‘Gypsy’ es, sin duda, madre manipuladora, posesiva y destructiva que es Rose, y en esta producción, Marta Ribera se adueña del personaje con una interpretación electrizante. Su ‘Rose’s Turn’ en el clímax de la obra es un derroche de emoción.
A su lado, Lydia Fairén ofrece una evolución magistral como Louise, pasando de la timidez e inseguridad infantil a la imponente presencia de Gypsy Rose Lee. Su transformación es creíble, matizada y poderosa, haciendo que su número final tenga el peso dramático que merece. Laia Prats, en el papel de June, aporta la dosis perfecta de carisma y dulzura.
El reparto en su conjunto brilla con química y energía, respaldado por una orquesta en vivo que da vida a la inolvidable partitura de Jule Styne y Stephen Sondheim con una riqueza sonora impecable.
Mención especial para Aaron Cobos, en el papel de Tulsa, el enamorado de June, que se marca un número de baile espectacular, haciendo recordar a Fred Astaire y Gene Kelly. Y muy divertidas el trío cómico musical formado por Carmen Conesa (Tessie), Marta Valverde (Mazpepa) y Lorena Calero (Electra).
La producción logra capturar la esencia del vodevil sin caer en lo caricaturesco. La escenografía es funcional pero evocadora, permitiendo transiciones fluidas entre los distintos momentos de la historia. La iluminación juega un papel clave en resaltar los contrastes emocionales, desde la calidez de los primeros años de las niñas hasta la fría soledad del estrellato.
La coreografía, sin ser excesivamente compleja, refuerza la narrativa de manera orgánica. Los números musicales fluyen con naturalidad, destacando Everything’s Coming Up Roses y Let Me Entertain You, que condensan el ascenso y la caída de los sueños de Rose y Louise.
En resumen…
Esta versión de Gypsy no solo rinde homenaje a un clásico, sino que le otorga una frescura y una verdad emocional que pocos montajes consiguen.
Antonio Banderas ha demostrado nuevamente que su amor por el teatro musical va más allá del nombre o el espectáculo: es un compromiso con la excelencia artística.