En Setúbal, el encantador municipio portugués a tan solo 40 kilómetros de Lisboa y conocido por su impresionante costa, el verano es mucho más que descansar en la playa. Además de relajarse bajo el sol o darse un chapuzón refrescante en el Atlántico, la zona es el enclave perfecto para completar una escapada con planes para todos los gustos y vivir un auténtico verano portugués.
El mejor souvenir: un azulejo pintado a mano
No hay Portugal sin azulejos y, en Setúbal, los artesanos continúan produciendo estas pequeñas obras de arte siguiendo las tradiciones históricas de la región. En el taller de Azulejos de Azeitão es posible conocer de primera mano cómo continúan creando los característicos azulejos lusos a mano, uno a uno, con intrincados diseños y dibujos. Sus creaciones pueden verse en edificios y proyectos en todo el mundo ─entre ellos, el Vermelho Hotel de Louboutin en Alentejo, con azulejos en su icónico rojo.
Tras conocer cómo se mantiene la producción tradicional de estos azulejos, el taller ofrece la posibilidad a los viajeros de pintar a mano su propio azulejo, llevándose así una pieza única y personal como recuerdo del viaje.
Enólogo por un día
Entre los planes indispensables en cualquier escapada a Setúbal siempre se encuentra una visita a alguna de sus bodegas. El municipio es reconocido por su gran producción vinícola y etiquetas con Denominación de Origen Controlada como el famoso Moscatel de Setúbal.
Las bodegas-museo de la zona, ubicadas en preciosos palacios y quintas históricas, ofrecen catas de vinos locales. Para los que buscan una experiencia aún más especial, en la Quinta de Catralvos es posible convertirse en un auténtico enólogo, aunque sea por un día, y crear un vino personalizado y completamente único con la ayuda de sus expertos. Tras el nacimiento de esta nueva creación, es el momento de embotellarlo, etiquetarlo y, por supuesto, catarlo.
En busca de la cueva en la costa de Arrábida
Entre las playas de la costa de Arrábida, la sierra guarda muchos secretos por descubrir. Son numerosas las rutas senderistas perfectas para los viajeros más aventureros que quieran explorar a fondo el Parque Natural, y el rincón más especial como punto final a la caminata por la sierra se encuentra en la Lapa de Santa Margarita. Esta pequeña cueva natural es una preciosa guarida escondida al nivel del mar, a los pies de la sierra, y a la que se puede acceder a través de un estrecho camino con más de 200 escalones. En su interior, los viajeros descubrirán un pequeño altar construido en el interior de la montaña: una visión única en plena naturaleza y que antaño servía como lugar de peregrinación.
Con la vista puesta en el cielo
El mundo natural de Setúbal presume de numerosos parajes protegidos, como la Reserva Natural del Estuario del Sado, donde las marismas se erigen como protagonistas. Un entorno natural privilegiado donde disfrutar de las vistas ─ideal para captar el amanecer en todo su esplendor─ y dedicarse a la observación de aves.
Esta zona es conocida por su fauna, en especial la que puebla sus cielos, y uno de los planes favoritos de los viajeros es observar el horizonte en busca de las distintas especies que habitan la zona que rodea al Moinho de Maré da Mourisca, desde garzas hasta flamencos pasando por cigüeñas y muchas más. Es, además, un plan perfecto para hacer en familia y descubrir la naturaleza junto a los pequeños de la casa.
La gastronomía de siempre, de forma diferente
Los viajes se completan por el estómago y la gastronomía portuguesa está repleta de auténticos manjares, especialmente en Setúbal, donde hay un sabor imprescindible que hace las delicias de viajeros y vecinos por igual: las ostras.
Hay numerosos restaurantes donde poder probar estas delicias locales, aunque las famosas ostras de Setúbal se encuentran también a pie de playa en uno de sus llamativos foodtrucks. El viajero puede degustar aquí ostras acompañadas de vinos locales con unas vistas a la bahía que no dejarán a nadie indiferente.
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