Casi 140 kilómetros de playas intactas, naturaleza en estado puro y blancos pueblos de postal conforman uno de los litorales mejor preservados de Europa.
La costa del Alentejo, en Portugal, esconde rincones caracterizados por la tranquilidad y la belleza natural del entorno, perfectos para veranear como un verdadero alentejano y disfrutar de un destino auténtico sin alejarse demasiado de casa. Algo más al sur de Comporta y Melides, bautizadas como la costa de los celebrities, el viajero encontrará una extensión litoral que combina la sencillez de los tradicionales pueblos pesqueros con la conocida elegancia alentejana.
Arenales dorados en la península de Sines
Afamado por ser el lugar de nacimiento del explorador Vasco de Gama, la portuaria Sines se encuentra en pleno Parque Natural del Sudoeste Alentejano y Costa Vicentina. Sus bellas playas de aguas claras son un espacio de desconexión total, con amplios arenales como la praia de São Torpes, un paraíso para los amantes del surf, como la de Vasco da Gama. Además, ambas se cuentan entre las 16 playas alentejanas calificadas como Praia Acessível, pues están adaptadas con servicios e instalaciones especiales para personas con dificultades motrices.
Casitas blancas y costas de ensueño en Porto Covo
Siguiendo el trazado de las costas hacia el sur se encuentra Porto Covo, una de las poblaciones de pescadores más fotogénicas de la región. A sus playas escondidas puede llegarse siguiendo el Sendero de los Pescadores, un itinerario pedestre que discurre junto al mar. La playa Grande de Porto Covo es un refugio entre formaciones rocosas, mientras que la playa de la Ilha do Pessegueiro regala unas vistas únicas al islote del mismo nombre, coronado por las ruinas de una fortaleza del siglo XVI. Samoqueira, por su parte, es el destino idóneo para aquellos que nunca encuentran tiempo para tumbarse en la toalla, pues un paseo por los alrededores descubre al viajero pequeñas grutas en la roca y piscinas naturales que se forman con la bajamar.
Vila Nova de Milfontes, descanso pleno junto al río Mira
Ubicada en la desembocadura del río Mira, en Vila Nova de Milfontes se entremezclan las playas de aguas saladas y las playas de agua dulce. Al caer la tarde, el mejor plan es degustar un pescado fresco en un pequeño restaurante con vistas al mar y observar desde su castillo cómo el sol muere en el océano. A pesar de su atmósfera calmada y romántica, la localidad también ofrece misterios: en una de sus orillas se encuentra encallado el Klemens, un barco de origen holandés que naufragó en las costas portuguesas hace más de 25 años.
Zambujeira do Mar, el último secreto de la Costa Vicentina
A corta distancia de Vila Nova de Milfontes, Zambujeira do Mar sorprende con su costa de escarpados acantilados y playas, un escondite privado y salvaje para aquellos que deseen alejarse del mundo. La localidad de pequeñas casitas, erigida sobre la roca, funciona como un mirador sobre el océano Atlántico. En este enclave, es obligatorio entregarse al suave discurrir del tiempo y dejarse aconsejar por los habitantes locales a la hora de probar la gastronomía y los vinos que caracterizan al Alentejo.
Playas de agua dulce en el interior alentejano
El interior de la región, de amplios valles salpicados de alcornoques y olivos, no tienen nada que envidiarle a la belleza ni a las playas de la costa. Surcado por ríos y lagos, su orografía deja playas fluviales idóneas para una escapada cerca de la frontera con España. El gran Lago de Alqueva, de aguas profundamente azules e indicadas para un paseo en barco o kayak, guarda las playas de Mourão, Monsaraz o Amieira, cada una de ellas próxima a encantadoras villas que bien merecen la visita. El pueblo-museo de Mértola, reconocido por sus vestigios musulmanes, se sitúa cerca de la Albufera de Tapada Grande, una playa de fina arena blanca y densa vegetación del Parque Natural del Valle del Guadiana.