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Setúbal destaca por la calidad y tradición de sus vinos
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Setúbal destaca por la calidad y tradición de sus vinos

Setúbal, el encantador municipio a tan solo 40 kilómetros de Lisboa, destaca por la calidad y tradición de sus vinos.

El Moscatel de Setúbal lleva siglos siendo uno de los más reconocidos en el mundo, llegando a encontrarse dentro de los favoritos en Versalles durante el reinado de Luis XIV.

Conocer Setúbal es adentrarse en su ambiente marinero y perderse entre la naturaleza protegida que lo rodea, pero también es saborear su gastronomía y, sobre todo, degustar sus vinos. La historia vinícola del municipio es uno de los pilares más importantes de la tradición y esencia de la región, reconocida como el primer lugar de la península Ibérica en acoger viñas, traídas por los tartessos 2.000 años a.C.

La industria vinícola ha tenido un papel fundamental en la historia de Setúbal, desde que en el siglo VIII a.C. fenicios y griegos la establecieran como parte clave de la cultura local. El clima y naturaleza de Setúbal fortalecieron la producción en la región, que no dejó de crecer con el paso de los siglos. Las zonas montañosas de la impresionante sierra de Arrábida crean el entorno idóneo para el cultivo de vinos blancos y caldos como el moscatel, mientras que las zonas más planas son el origen de los tintos con más cuerpo de la zona.

Un vino digno de la realeza: el Moscatel de Setúbal

Si hay un vino que se ha convertido ya en sinónimo de Setúbal, ese es el Moscatel. Reconocido con Denominación de Origen desde 1908, su fama viene de mucho más atrás. Este vino licoroso, floral y exótico, con toques de miel, dátiles y naranja, se hizo famoso en Europa en el siglo XIV, cuando Ricardo II de Inglaterra comenzó a exportarlo a tierras británicas. No fue la única monarquía europea rendida ante el Moscatel de Setúbal: Luis XIV era otro de sus ilustres aficionados en el continente, y convirtió el caldo de Setúbal en un imprescindible en las celebraciones del Palacio de Versalles.

Mientras el moscatel no dejaba de viajar hacia nuevos horizontes, los productores locales descubrieron una nueva variante en este vino. Las barricas importadas a Brasil, tras su travesía por mar en el interior del barco, sometido a distintos climas y temporales, regresaba a Setúbal con nuevos matices que mejoraban aún más su sabor. Un descubrimiento que supuso el nacimiento del Moscatel Torna-Viagem, un clásico de las barricas setubalenses que continúa produciéndose de la misma forma en la actualidad.

Azeitão, historia viva del vino

Con la llegada del siglo XIX, Setúbal ya presumía del viñedo continuo más grande del mundo, extendiéndose a lo largo de casi 4.000 hectáreas de un mismo productor. La esencia vinícola y su historia siguen muy presentes en Azeitão, la preciosa freguesía de pueblos en la sierra de Arrábida conocida por sus viñas, bodegas y auténtico encanto portugués. Azeitão es precisamente el hogar de muchos vinos locales, desde el tradicional moscatel a otras referencias de deliciosos blancos y tintos de Setúbal. Para conocerlos, no hay mejor plan que una visita a una de sus bodegas locales, donde combinar el mejor vino con preciosos palacios dignos de la antigua aristocracia que se hospedaba en la zona:

Palacio da Bacalhôa. Además de ser una de las bodegas más grandes e innovadoras de Portugal, Bacalhôa destaca por su elegante palacio, donde los impresionantes jardines se hacen con el protagonismo de la visita junto a azulejos de los siglos XV y XVI.

José Maria da Fonseca. En 1850, José María da Fonseca creó la primera marca de vino en Portugal, Periquita, que continúa hoy siendo una de las favoritas de la bodega. Es también conocida por su Moscatel Torna-Viagem, que la empresa familiar sigue produciendo gracias a un acuerdo con la marina portuguesa y cuyas barricas se pueden ver en su casa-museo.

Quinta de Catralvos. En esta quinta familiar es posible hospedarse en el precioso alojamiento con vistas a las viñas, disfrutar de una cata de vino, e incluso convertirse en enólogo por un día, aprendiendo de los mejores expertos para crear un vino propio que después embotellar, encorchar, etiquetar y, por supuesto, probar.

Herdade de Gâmbia. Comprometida desde su inicio en 1917 en cuidar la naturaleza que les rodea, la compañía comenzó dedicándose a actividades forestales, para sumarse al cultivo de viñas en los años 80. Además de catar sus vinos, es posible realizar otras actividades como observación de pájaros o talleres de naturaleza y artesanía para toda la familia.

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