En pocas semanas dará comienzo la Semana Santa y son muchas las ciudades de nuestra geografía las que durante esos días se transforman. Pasos de gran riqueza artística inundan las calles, donde abundan nazarenos y penitentes, saetas, acompañados de olor a incienso y a los dulces propios de estas fechas, como los pestiños o las torrijas.
Estas fechas de gran trascendencia religiosa también son un importante atractivo cultural y turístico en Sevilla, Granada, Málaga, Ferrol, Valladolid, Zamora o León, ciudades en las que la Semana Santa atrae multitud de visitantes de dentro y fuera de nuestras fronteras. Sin embargo, hay también muchos pueblos cuyas celebraciones de Semana Santa no tienen nada que envidiar a las de las grandes ciudades. Bien sea por la riqueza artística de sus pasos y tallas, de su gastronomía o por sus tradiciones particulares de esas fechas, muchos de ellos bien merecen una visita durante esos días.
Por eso, Yescapa, plataforma de alquiler de autocaravanas y furgonetas camper, ha realizado una selección de los pueblos cuya visita es imprescindible durante la Semana Santa.
Viveiro (Lugo)
Considerada la mejor de Galicia y del norte de España, por la riqueza patrimonial de su imaginería y orfebrería, así como por su antigüedad, la Semana Santa de este pueblo lucense lleva celebrándose de forma ininterrumpida desde el siglo XIII.
Declarada de Interés Turístico Nacional desde 1988, la Semana Santa de Viveiro es además Fiesta de Interés Turístico Internacional. De carácter sobrio y austero, la Semana Santa de Viveiro, con sus ocho cofradías y más de 15 procesiones, nos recuerda a la Semana Santa castellana.
Calahorra (La Rioja)
La Semana Santa de Calahorra está declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional desde hace diez años. Sus momentos cumbre son la Escenificación de la Pasión, el Jueves Santo y la Magna Procesión del Santo Entierro durante el Viernes Santo. Habitualmente en sus procesiones participan unas 1.800 personas pertenecientes a la única cofradía penitencial que existe en la ciudad, la Cofradía de la Santa Vera Cruz. Esta es la encargada de custodiar los 20 pasos que procesionan y que son portados a hombros por sus empinadas calles.
Desde 1982 cada Jueves Santo se realiza la “Escenificación de la Pasión de Cristo”, adaptación de las últimas horas de Jesús de Nazaret. Esta escenificación comenzó siendo una breve representación de 15 minutos en la Plaza del Raso. Pero, a lo largo de los años, se ha ampliado, llegando a tener actualmente un kilómetro de recorrido y una duración de más de dos horas.
Valverde de la Vera (Cáceres)
Considerada como uno de los pueblos más bonitos de España, la localidad cacereña de Valverde de la Vera celebra en Semana Santa una emotiva tradición: la procesión de Los Empalaos, cuyo origen se remonta al siglo XVI. Considerado de Interés Turístico de Extremadura, tiene lugar la noche del Jueves al Viernes Santo, a partir de las 12 de la madrugada y consiste en una procesión protagonizada por penitentes que recorren descalzos las catorce estaciones del Vía Crucis.
Siempre en silencio y acompañado del Cirineo, que porta un farolillo con aceite, emula el calvario que sufrió Jesús con la cruz a cuestas. Los participantes llevan los hombros atados con sogas de esparto al tronco y los brazos en cruz, además de una corona de pinchos, un velo que les cubre el rostro y enaguas blancas. Cada “empalao” cumple su penitencia y sale individualmente en secreto, por lo que nunca se sabe cuántos penitentes se verán por las empedradas calles de la cacereña Valverde de la Vera.
Si visitas esta localidad esta Semana Santa, podrás presenciar que en esta procesión se participa en absoluto silencio y recogimiento. Llama la atención también que cuando dos “empalaos” se encuentran, se arrodillan, en señal de respeto.
Jumilla (Murcia)
Con más de 600 años de historia, la Semana Santa de esta localidad murciana, rodeada de bellos parajes naturales y con un patrimonio histórico y cultural de gran interés, es una de las más importantes de la región. Declarada Fiesta de Interés Internacional, más de 3.000 nazarenos, pertenecientes a alguna de las veinte cofradías que hay en este pueblo, sacan en procesión unos pasos de gran valor artístico. Uno de ellos, el Cristo Amarrado a la Columna, que es una talla de 1.756 y está considerada una de las mejores obras de Salzillo. Si bien las procesiones destacan por su gran solemnidad, en las del Miércoles Santo, Jueves Santo y Viernes Santo los nazarenos reparten caramelos.
Además, el Domingo de Resurrección, después de la procesión, las hermandades desfilan con las imágenes hasta sus sedes y protagonizan una singular "batalla" de caramelos muy alegre y amistosa: la caramelada.
Tobarra (Albacete)
Si hay algo que caracteriza a las procesiones de este pueblo manchego es el tambor. Y es que en Tobarra a partir del Miércoles Santo y hasta el Domingo de Resurrección el redoble de tambores no cesa durante más de cien horas, día y noche. Lejos de ser algo disuasorio, la Semana Santa de Tobarra atrae todos los años a más de treinta mil personas de todo el mundo.
Por eso, si se visita Tobarra en Semana Santa, un imprescindible es conocer el Museo del Tambor. Se trata de un museo que es único en Europa y en el que hay más de 50 instrumentos musicales de todos los continentes. Cerca de Tobarra, además, está Hellín y su Museo Comarcal, que tiene una rica colección de arqueología y etnografía de la comarca.
Bercianos de Aliste (Zamora)
Con una antigüedad de más de 500 años y declarada de Interés Turístico Regional, la Semana Santa de esta pequeña localidad zamorana celebra de la misma manera, desde hace cinco siglos, la procesión del Santo Entierro en la tarde del Viernes Santo. Es ahí cuando los cofrades de la Cofradía del Santo Entierro, que van ataviados con las túnicas blancas que les servirá de mortaja cuando mueran, acompañan al Calvario con la urna que contiene el cuerpo de su Hermano Mayor, Jesús. Detrás, desfilan los hombres mayores o viudos con una típica capa parda Alistana.
Declarada Bien de Interés Cultural de carácter Inmaterial, la Semana Santa de Bercianos de Aliste congrega cada año a cientos de personas en este pequeño pueblo del oeste zamorano, para revivir la Pasión y Muerte de Cristo, con un ritual solemne y austero que no deja a nadie indiferente.