Afamados filmes como Belle époque o La casa de los espíritus fueron rodados en tierras alentejanas.
El Alentejo, la región más extensa del país luso, se encuentra surcada por extensas llanuras, colinas coronadas por castillos, pintorescos pueblos blancos y una espléndida arquitectura capaz de transportar al viajero a los escenarios de grandes obras del cine. Con motivo de la celebración de la 96ª edición de los Premios Óscar, recopilamos los enclaves alentejanos más cinematográficos:
Estremoz, una ciudad de mármol entre campos fotogénicos
Destacando en un bello entorno de viñedos y campos de cereales se encuentra la blanca ciudad de Estremoz. Gracias a su fantástica ubicación, cercana a la sierra de Ossa, fue una de las localizaciones elegidas para el rodaje de Belle époque, filme dirigido por Fernando Trueba y ganador de un Óscar a la mejor película extranjera en 1993. Considerada como una de las tres ciudades de mármol alentejanas, Estremoz sorprende a sus visitantes con iglesias, fuentes, palacios e incluso un adoquinado elaborado con este preciado material. Es obligatoria la visita al Paço Real, un palacio con una formidable torre marmórea de 27 metros, y al Convento dos Congregados, cuya fachada ondulada es un perfecto ejemplo de la maestría con la que los alentejanos trabajan la roca.
El litoral alentejano, escenario del realismo mágico
Los infinitos paisajes rurales de Cercal do Alentejo saltaron a la gran pantalla gracias a La casa de los espíritus (Bille August, 1993), la adaptación al cine de la conocidísima novela de Isabel Allende. En esta cinta protagonizada por actores de la talla de Jeremy Irons, Meryl Streep o Antonio Banderas, el silencioso horizonte alentejano se convierte en el escenario de algunas tomas de exterior de la casa familiar en torno a la cual se estructura la narrativa. A unos pocos kilómetros del lugar del rodaje se sitúan los recortados paisajes de la Costa Vicentina, uno de los secretos mejor guardados de la región. Sus escondidas playas, enormes acantilados y tranquilos pueblos como Sines y Mila Nova de Milfontes son una opción idónea para desconectar del mundo y maravillarse con el litoral mejor conservado de Europa.
Localizaciones perfectamente ambientadas para sentir la magia del cine
Además de los paisajes alentejanos que ya han debutado en las salas de cine, la región guarda otros prometedores rincones para sentirse dentro de una película. Los fanáticos de largometrajes como El Rey Arturo (Antoine Fuqua, 2004), Robin Hood: príncipe de los ladrones (Kevin Reynolds, 1991) o, incluso, la saga de Las Crónicas de Narnia, tienen una cita pendiente con los pueblos amurallados del Alentejo, capaces de transportar a sus visitantes a la Edad Media gracias al magnífico estado de conservación de sus castillos medievales. Uno de los más impresionantes es el de Marvão, reconocido como uno de los pueblos con mayor encanto de la región. Su infranqueable fortaleza se encuentra estratégicamente orientada hacia la frontera entre España y Portugal, ofreciendo una panorámica envidiable. Las enrevesadas callejuelas y la arquitectura de influencias romanas, árabes y judías de otras villas como Mértola, Monsaraz o Castelo de Vide también funcionan como una experiencia inmersiva en una película de época.
Quienes deseen hacer un viaje a un pasado algo más reciente y conocer la autenticidad de pintorescos pueblos como Ponte de Sor, uno de los mayores productores lusos de corcho, y Aljustrel, una localidad marcada por su tradición minera, no pueden perderse la ruta N2. Esta carretera, que atraviesa Portugal de sur a norte y es frecuentemente comparada con la famosa ruta 66, adentra al viajero al mundo de clásicos road movies como Thelma y Louise (Riddley Scott, 1991), Dos en la carretera (Stanley Donen, 1967), u On the road (Walter Salles, 2013), adaptación del clásico de Jack Kerouac. Para descubrir la belleza rural de la región al propio ritmo, lo mejor es disfrutar de la especial luz alentejana y perderse entre serpenteantes caminos e inagotables paisajes dignos de ser puestos ante un objetivo.