Llega La Costa Dorada, conocida por sus playas de arena fina y su clima soleado, no solo ofrece un paraíso vacacional en temporada estival, sino también un tesoro de experiencias culturales. Los amantes de la cultura en todas sus formas pueden disfrutar desde los restos íberos en Calafell hasta la herencia romana de la antigua Tarraco, considerada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, pasando por el modernismo que cobra vida a través de la llamada ruta del Paisatge dels Genis en Reus. Sin olvidar escapadas culturales al interior, como al pueblo medieval de Montblanc, en el que se encuentra el monasterio de Poblet, una joya arquitectónica que es además el panteón de varios reyes de Aragón.
Entre las diversas opciones para disfrutar de esta riqueza cultural, Áncora Salou se erige como un punto de partida y base de operaciones ideal para experimentar lo mejor de la región. Su ubicación privilegiada permite a los huéspedes acceder fácilmente a las atracciones culturales de la Costa Dorada. Además, las instalaciones modernas y la hospitalidad excepcional hacen que estos apartamentos sean una elección perfecta para unas vacaciones enriquecedoras.
Restos íberos en Calafell
Ubicada en lo alto de una colina, la localidad de Calafell conjuga el encanto de su legado histórico —del que cabe destacar parte de un castillo medieval con recinto amurallado y la iglesia románica de la Santa Creu—, con su tradición marinera. Es el hogar de restos íberos fascinantes que pueden ser explorados en el Museo Casa Barral; además, merece la pena visitar también el poblado ibérico de Les Toixoneres (siglos V-II a.C.), que actualmente se conoce como la Ciudadela Ibérica de Calafell y que ha sido reconstruido y ambientado para que los visitantes puedan evocar la civilización que habitó la zona hace veinticinco siglos.
Legado romano en Tarragona
A pocos minutos de Áncora La Siesta Apartments se encuentra Tarragona, una ciudad que es historia romana, pasado medieval y tradición catalana. Es una de las ciudades con mayor densidad de yacimientos romanos y muchos se pueden visitar. Son un ejemplo de ello el anfiteatro romano, el circo, el pretorio, el teatro o el acueducto de Les Ferreres. Visitarla en primavera es una opción perfecta para disfrutar del festival Tarraco Viva, cuando la antigua ciudad, Patrimonio de la Humanidad, se llena de elaboradas recreaciones históricas, rutas guiadas y actividades relacionadas con el pasado romano.
Ruta Modernista en Reus
Reus, la cuna de Antoni Gaudí, es otra joya cultural cerca de los apartamentos. La ciudad tiene un estilo arquitectónico y decorativo del Modernismo, propio de 1900. El esplendor económico y cultural de aquel momento transformó su arquitectura hasta convertirla en la ciudad modernista digna de ser visitada. El recorrido podrá comenzar en la plaza de Prim, donde se encuentra el bello teatro Fortuny, y bajar por la calle de Monterols hasta la plaza del Mercadal, donde puede contemplarse la Casa Navàs, joya modernista debida a Doménech i Montaner, que conserva todos los muebles, artesonados y lámparas de la época. Tampoco hay que perderse el Centro Gaudí con 1.200 metros cuadrados de exposición dedicados a su obra.
Escapada medieval a Montblanc
A tan solo un corto viaje desde Áncora Salou, Montblanc sorprende por su conjunto medieval de excepcional interés, en el que no falta un recinto amurallado, que es además uno de los mejor conservados de Cataluña. La mejor opción para recorrer la villa es andando entre las callejuelas de su casco antiguo y apuntarse a alguna de sus visitas guiadas para no perderse detalle alguno de su historia. Entre las construcciones más notables se encuentran la iglesia arciprestal de Santa María la Mayor, la iglesia de Sant Miquel de fachada románica y cuerpo gótico, y la iglesia de Sant Marçal.
Tradiciones vivas en Valls
Valls conserva un interesante núcleo histórico, pero quizá lo que ha proporcionado mayor popularidad a la villa sean los castells, torres humanas de gran belleza y dificultad. Para conocer más acerca de ellos habría que pasarse por los locales de las collas los días de ensayo o las actuaciones castelleras en la plaza del pueblo. Quien no tema a las alturas deberá subir también al campanario de la Iglesia de Sant Joan, el más alto de Catalunya, para disfrutar, desde allí, del skyline de Valls y apreciar cada uno de sus rincones. Al bajar sus más de 300 escalones habrá que recargar las pilas a base de calçots y salsa romesco, especialmente el último domingo de enero en la fiesta de la calçotada.