Con el otoño por fin en el aire, llega la época de perderse en la naturaleza entre los tonos ocres y naranjas que tiñen el ambiente. A orillas del océano Atlántico, y rodeado de algunas de las montañas más bonitas de Portugal, se encuentra Setúbal, uno de los secretos mejor guardados del país vecino. Con todo un mundo escondido en este destino a tan solo 40 kilómetros de Lisboa, estos son algunos de los paisajes que merecen una visita inmediata.
El Parque Natural de Arrábida
Bañadas por las aguas del Atlántico, las montañas de la sierra de Arrábida se erigen formando una de las panorámicas más bonitas de la zona. Este parque natural, que se extiende a lo largo de 17 mil hectáreas, presume de una ubicación privilegiada y reúne lo mejor de las vistas del océano −con preciosas playas como Galapinhos o Portinho incluidas− bosques, senderos en los que hacer deporte o antiguos conventos y fortalezas resguardados entre los árboles de Arrábida.
Hay muchas opciones para adentrarse en la sierra y conocer de primera mano este refugio natural. En su interior se pueden encontrar más de 40 kilómetros de senderos que llevan a través de sus playas, valles y montañas, con los puntos más altos de la sierra alcanzando los 500 metros sobre el nivel del mar. Desde sus miradores, a los que también se puede acceder por carretera, es posible perderse en las preciosas vistas del mar, la ciudad de Setúbal y, en días despejados, incluso observar en la distancia Lisboa o el Palacio da Pena en Sintra.
Para los viajeros más aventureros, la sierra da Arrábida es también el lugar perfecto para descubrir en bicicleta, hacer escalada, o apostar por la adrenalina y atreverse a conocer el paisaje a vista de pájaro desde un parapente.
Entre la vegetación mediterránea, característica de la sierra y con dos especies que sólo existen en esta zona, se descubren también impresionantes construcciones, como el Convento da Arrábida, fundado en el siglo XVI y perfectamente mimetizado con su entorno para crear una de las postales más bonitas del parque. El Forte de Santa Maria, que alberga el Museo Oceanográfico, es otra de las paradas obligatorias.
El Estuario de Sado
Setúbal es un auténtico mundo de naturaleza: a un lado se extiende el Parque Natural de Arrábida, al otro, la Reserva Natural del Estuario de Sado. En la desembocadura del río del mismo nombre se localiza esta área que destaca no solo por su precioso paisaje sino también por su diversidad y fauna. Los humedales del estuario −el segundo más grande del país, solo después del del río Tajo− son hogar de multitud de comunidades de aves. Entre ellas destacan especialmente los flamencos, que en esta época del año regalan imágenes inolvidables con su presencia en el territorio.
Aquí se encuentra también el Moinho de Maré da Mourisca, uno de los cuatro molinos de mareas del estuario, edificado el en siglo XVII, que alberga el centro interpretativo ubicado en una de las zonas favoritas para la observación de aves. Al amanecer, el molino completa una de las postales más bonitas del estuario, rodeado de marismas antiguamente utilizadas para el cultivo de arroz.
Observanatura: Naturaleza en estado puro
Una demostración del valor natural de Setúbal y de la importancia de su biodiversidad es la celebración de Observanatura, que se desarrolla en Herdade da Mourisca los días 28 y 29 de octubre, y hasta el 5 de noviembre en otros lugares de la región.
Setúbal acoge este evento de turismo de naturaleza en plena Reserva Natural del Estuario de Sado, en la que se ofrece talleres, charlas y recorridos en barco, entre otras muchas actividades con especial foco en la ornitología. El broche de oro a una escapada inolvidable por el conocido como “rincón azul” de Portugal.