A 40 minutos de Lisboa, tras recorrer los apenas 50 kilómetros que la separan de la capital lusa, se encuentra uno de los secretos mejor guardados de Portugal: Setúbal. El verde de la rica naturaleza que rodea al municipio y el azul intenso de sus preciosas playas se unen al encanto de esta ciudad para conformar un destino que hará las delicias de cualquier viajero este otoño. Y, cómo no, todo ello maridado con los mejores sabores y vinos.
El paraíso portugués por descubrir: historia, patrimonio y encanto marinero
Lejos de destinos masificados, conocer Setúbal es adentrarse en una ciudad donde la historia y el ambiente marinero se respiran en cada esquina, y el tiempo parece detenerse al pasear por sus encantadoras calles empedradas.
La ciudad es testigo del paso de los siglos, desde su patrimonio de herencia romana hasta edificios emblemáticos como el Convento de Jesús, una preciosa construcción de estilo manuelino que alberga el Museo de Setúbal. El casco histórico de la ciudad, con la Praça do Bocage como punto central y la Iglesia de S. Julião, mantienen viva su esencia. Muy cerca, el barrio de Troino es el entorno ideal para descubrir la cara más tradicional de Setúbal, con el charroco −dialecto oficial de la zona− como banda sonora de fondo.
Para apreciar la belleza de la ciudad en su totalidad, las mejores vistas esperan en el Fuerte de São Filipe, una imponente fortificación del siglo XVI que destaca por su original planta poligonal. En su interior, se puede visitar una pequeña capilla recubierta de tradicionales azulejos, mientras en el exterior se disfruta de una copa de vino con vistas a la bahía.
Un mundo de naturaleza, playas y golfinhos
El Parque Natural de Arrábida pone el toque verde a Setúbal. Un recorrido por la sierra permite descubrir sus montañas, valles e increíbles vistas al océano Atlántico, y admirar la fauna y flora protegidas de la zona. Para los más aventureros, es además perfecto para descubrir caminando por sus senderos, en bicicleta, o incluso desde la costa, ya sea practicando piragüismo, kayak o paddel surf, entre otros.
Y entre los árboles que pueblan la zona, el Convento da Arrábida, del siglo XVI, conforma una postal que parece más sacada de un cuento de hadas. El broche de oro al paisaje de las montañas de Arrábida lo ponen sus reconocidas playas, donde la fina arena se une con las aguas cristalinas características de la zona. Las playas de Portinho, Galapos y Galapinhos son algunas de las más bonitas de Europa.
A la sierra y sus playas se une otro de los elementos clave de la rica naturaleza de Setúbal, el río Sado y su estuario. Humedales, salinas y la diversa fauna local caracterizan a la bahía, considerada una de las más bonitas del mundo. Este es también el hogar de los vecinos más famosos de Setúbal: los golfinhos (delfines), con una de las pocas comunidades sedentarias de Europa.
Para la observación de aves, otro de los grandes atractivos locales, el Moinho de Maré da Mourisca es el punto clave del estuario, rodeado de las preciosas marismas.
Sabor a mar, queso y vino
Los encantos de Setúbal maridan a la perfección con su selección de exquisitos sabores y vinos de la región. Como toda ciudad marinera que se precie, el pescado fresco es uno de sus platos por excelencia, destacando la tradicional sepia (“choco frito”) y también sardinas, caballas y salmonetes. Pero, además, Setúbal es ampliamente conocido por sus ostras, una de las delicias locales que todo viajero debe probar en una visita. En el Mercado de Livramento es posible degustar los productos más frescos y maravillarse con su impresionante panel de azulejos del siglo XIX.
Para descubrir otros de los manjares de Setúbal, Azeitão es el rincón idóneo. Este pequeño pueblo es uno de los lugares con más encanto de la región y una parada obligatoria en el itinerario. Es, además, hogar del famoso queso de Azeitão, un queso cremoso de oveja. Para acompañar, un vino de la región, donde el moscatel es uno de los más reconocidos. Y, como postre, una exquisita Torta de Azeitão.