Un consejo muy práctico que puede empezar a poner en marcha ahora que aún no ha terminado el verano: simplemente descálcese y camine con los pies desnudos sobre la hierba.
O sobre la arena o la tierra.
Puede resultar muy agradable, especialmente cuando uno se acostumbra a hacerlo, pero sobre todo es beneficioso para la salud.
Esta práctica, conocida como grounding, es algo tan básico en realidad que la Medicina Tradicional China lleva milenios recomendándolo. Sin embargo, menos conocido es todo lo que es capaz de hacer por la salud.
Por eso hoy quiero hablarle de los beneficios que tiene esta práctica y que han sido objeto de varias publicaciones sorprendentes.
¿Es la inflamación un problema “eléctrico”?
La inflamación crónica es uno de los factores clave en el desarrollo de la mayoría -por no decir todas- las enfermedades de nuestro tiempo.
Se trata de un método de defensa que pone en marcha el sistema inmunitario en caso de infección. Es decir, que es un fenómeno biológico. Pero también posee un importante componente químico y… ¡eléctrico!
Los radicales libres generados por este mecanismo defensivo tendrían una fuerte carga eléctrica positiva. Por eso, si usted carece de antioxidantes y de electrones negativos en el cuerpo, la carga de radicales libres se mantiene muy alta y se desencadena una inflamación crónica, con lo que aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades como la diabetes, el cáncer, las dolencias cardíacas …
¿La solución? Recargar el nivel de iones negativos
Por eso es tan recomendable descalzarse y pisar el suelo con los pies desnudos.
Hace 10 años, el ingeniero Clinton Ober y el cardiólogo Stephen Sinatra publicaron un libro en el que ofrecían una explicación inesperada a la “epidemia” de inflamación que vivimos en nuestro tiempo: se debe a que hemos perdido el contacto físico con la tierra.
La tierra, de acuerdo con su teoría, posee una carga eléctrica negativa casi inagotable; es decir, un número mucho mayor de iones negativos (-) que de iones positivos (+).
Nuestros antepasados estaban en contacto permanente con la tierra, lo que les permitía reequilibrar naturalmente la carga eléctrica de su cuerpo. Es decir, que se “recargaban” con iones negativos y con ello evitaban, al menos parcialmente, llegar a un estado de inflamación crónica.
Hoy, por el contrario:
- Una parte creciente de la población vive en ciudades donde el suelo es asfalto, lo que no permite la misma conexión con la tierra.
- Casi siempre usamos zapatos que cortan esa descarga eléctrica en el suelo.
- Cuando salimos a caminar por un entorno natural lo hacemos con buenos zapatos, evitando con ello el contacto directo entre nuestros pies y la tierra.
- Y asimismo tanto en los parques de las ciudades como en algunos campos cercanos la tierra a menudo está contaminada electromagnéticamente.
Por eso la solución propuesta por Clinton Ober y Stephen Sinatra es poner en contacto directo el cuerpo y la carga eléctrica (negativa) de la tierra al caminar con los pies descalzos sobre un terreno natural, en la playa o en la montaña, y con la mayor frecuencia que se pueda.
Promesas sorprendentes… ¡pero cumplidas!
“Al restablecer el contacto con la tierra parece que muchos problemas de salud comunes se eliminan o mejoran drásticamente: el insomnio, el dolor crónico causado por múltiples enfermedades y lesiones, el agotamiento, el estrés, la ansiedad e incluso el envejecimiento prematuro. Además, esa energía curativa de la tierra es ilimitada”, afirman ambos expertos.
El cardiólogo Stephen Sinatra incluso “prescribió” a muchos de sus pacientes que caminasen descalzos sobre la hierba o la arena durante 40 minutos al día. Al parecer, estos aseguraron sentirse mejor de inmediato, lo que fue confirmado con varias pruebas: sus niveles de inflamación habían disminuido y su circulación sanguínea había mejorado (una de las consecuencias de la inflamación crónica es que vuelve la sangre menos líquida y fluida).
Y no son las únicas pruebas que existen sobre los beneficios del grounding. Son varios los estudios que han analizado su potencial terapéutico.
Uno de ellos, publicado en 2019, se realizó con 16 voluntarios con una edad media de 43 años y todos ellos fisioterapeutas de profesión.
Los investigadores querían comprobar si caminar con los pies descalzos podría llegar a cambiar su calidad de vida y el nivel de dolor que soportaban.
Para ello separaron a los participantes en dos grupos y midieron su dolor, ansiedad, depresión, fatiga, dificultades para dormir…
Los resultados, según los investigadores, fueron claros: al acostumbrarse a caminar sobre un terreno natural con los pies descalzos los voluntarios observaban una mejoría en su forma física y una disminución del cansancio y del dolor. Después de un mes se sentían más saludables en general y, además, menos propensos a la fatiga y a las emociones relacionadas con la depresión.
Y eso no es todo: otras pruebas indicaron que sus biomarcadores de estrés e inflamación (el flujo sanguíneo y la frecuencia cardíaca, en definitiva), fueron mejores entre las personas que practicaban grounding.
Otros beneficios de caminar descalzo
Caminar con los pies descalzos no solo beneficia el reequilibrio eléctrico del organismo, sino que también mejora la propiocepción (es decir, la forma en que el cuerpo es consciente de su posición en el espacio) y por tanto la movilidad. Y asimismo también ayuda a airear la piel de los pies, reduciendo los riesgos que implica que estos no “respiren” (por ejemplo, las infecciones por hongos).
Además -y esto es algo obvio, pero no por ello menos importante- no supone grandes riesgos: se trata de una actividad sencilla y completamente natural y agradable. Tanto que, de hecho, quizá le cueste dejar de hacerlo. Pero, aun así, ¿cuál sería el inconveniente?