Paseos entre montañas, rutas en parques naturales, travesías en lagos, museos al aire libre… en la República Checa no faltan planes para escapar de las altas temperaturas. Todos ellos permiten descubrir lugares tranquilos y poco masificados en los que conectar con el medio natural.
El perfecto equilibrio que se produce en Chequia entre naturaleza, ciudades con encanto y vida cultural permite que el viajero disponga de tiempo y ocasiones de disfrutar del entorno natural sin renunciar a su sorprendente arquitectura y a una atractiva agenda de ocio. Aunque las experiencias en este país centroeuropeo pueden ser activas mediante la práctica de deportes activos en parques, montañas, ríos o lagos, también existe la posibilidad de acercarse al medio de una forma sosegada e incluso didáctica. Las posibilidades son casi infinitas y os vamos a detallar algunas de ellas.
Desconectar en verde sin salir de Praga
A Praga se acude en busca de historia, cultura y arte pero se regresa cargado de emociones y nuevos hallazgos. Una de esas sorpresas que no se suele esperar es la cantidad de parques y jardines que salpican y acordonan la ciudad. Algunos que no pueden faltar en la agenda estival para refrescarse y relajarse al mismo tiempo son el Parque de Stromovka, un antiguo coto de caza de Rodolfo II reconvertido en un bonito jardín inglés. Bordeado por el Moldava y el barrio de Troja, cuenta con los elementos más diversos: un planetario, palacetes de verano, estanques, juegos infantiles, locales gastronómicos, zonas para montar a caballo y hasta áreas con parrillas para preparar tu propia carne a la brasa.
Más conocido es el Parque de Letná, donde además de pasear y refrescarse en su cervecería al aire libre, permite captar con la cámara los puentes alineados que cruzan el Moldava. Y a solo unos pasos de Malá Strana se sitúa Vojanovy Sady, el parque más antiguo de Praga. Nació como huerto de un convento y tiene algo de secreto ya que para entrar hay que cruzar un portón de madera. Es un lugar ideal para desconectar del ritmo urbano de la ciudad. Otros espacios que también son perfectos para el paseo y el relax son la Reserva Natural de Prokopské údolí y la Reserva Natural Divoká Šárka.
Caminatas cerca de la capital
Una vez que se ha recorrido la capital, es recomendable explorar los alrededores o hacer alguna excursión. Entre las rutas verdes y próximas a las que se accede en transporte público se encuentran las dos siguientes:
Ruta a la colina Říp
Se dice que todos los checos deberían subir a Říp al menos una vez en la vida, ya que, según cuenta la leyenda, este fue el lugar elegido por el patriarca Čech (El Checo) para fundar la nación. Este es, por tanto, el motivo por el que sus seguidores comenzaron a llamar Čechy al territorio. La ruta comienza en Roudnice nad Labem, una localidad a una hora en tren desde Praga, y sólo hay que seguir las indicaciones azules para coronar, sin mucha dificultad, la colina (456 metros de altura). La panorámica merece la pena.
Área protegida de Křivoklátsko
A menos de hora y media en autobús desde Praga se sitúa Křivoklátsko, un espacio protegido peinado por decenas de rutas senderistas. Una de las más bonitas y sencillas, que además atraviesa la reserva natural Brdatka, comienza en el pueblecito de Křivoklát, cuyo castillo construido inicialmente como una residencia de caza ha atraído durante siglos a los reyes y nobles checos. La ruta por esta zona tiene una extensión de 6,4 kilómetros y, al estar muy bien señalizada, se puede realizar por libre sin problema. Algunos de los atractivos de su itinerario se concentran en torno a la cuenca del río Berounka pero también es recomendable asomarse al mirador Gloriet que ofrece una de las vistas más bonitas de la reserva.
Descubrir los Parques Nacionales
Basta salir de Praga para comprobar que el tono verde se estira más allá de sus límites y llega a todos los rincones del país. Cada parque presenta sus propias particularidades y son tan distintos entre sí que apetece ir a todos. En algunos se descubren grandes bosques, en otros se elevan torres de piedra con formas inverosímiles. También los hay con una refrescante belleza subterránea o donde el agua crea ríos, cascadas, lagos o pantanos. Recorrer la totalidad en un solo viaje quizás es demasiado pero sí se pueden seleccionar algunos para conocer sus rincones más bellos a través de sus sendas. Además, los amantes de las vacaciones activas gozarán practicando sus deportes favoritos, ya sea escalada, windsurf o vela.
Parque Nacional de Šumava
Protegido como Reserva de la Biosfera por la Unesco, el Parque Nacional de Šumava regala paisajes llenos de poesía con lagos glaciares, bosques centenarios, ríos de aguas cristalinas y el bonito valle del río Vydra. Para conocer este espacio protegido es aconsejable realizar varias excursiones que incluyan sus masas lacustres más afamadas, como Diablo (Čertovo jezero) y Negro (Černé jezero), miradores y rincones con encanto como la selva de Boubín, que alberga abetos, hayas y arces de más de 400 años. Las raíces entrelazadas de sus árboles y el musgo que cubre las rocas recuerdan a los cuentos de los hermanos Grimm.
Y cómo no, cuando se visita en verano esta zona hay que acercarse al pantano de la presa de Lipno, la mayor superficie de agua de la República Checa. Es tan grande que la han bautizado como el “mar checo” y, como tal, proporciona una amplia variedad de actividades acuáticas, desde navegación hasta windsurf. En su entorno se sitúa un espectacular mirador, el Sendero sobre las copas de los árboles, que se eleva 40 metros sobre el suelo para brindar la mejor panorámica. La subida se realiza por pasarelas con escasa inclinación y se puede descender en tobogán. Suena divertido, ¿verdad?
Parque Nacional de Podyjí
A los meandros del río Dyje se asoman bosques frondosos que hechizan con su belleza. Enclavado en un impresionante valle, este cauce es la arteria que vertebra el parque nacional más pequeño del país. Este espacio protegido que se sitúa en Moravia del Sur, justo en la frontera con Austria, permaneció inaccesible durante muchos años debido al “telón de acero”. Por este motivo se ha conservado prácticamente intacto, y permite disfrutar de un entorno prodigioso formado por ríos, viñedos, prados repletos de orquídeas silvestres y un buen número de huertas con frutales.
Una actividad muy recomendable en verano es realizar la ruta ciclista (Greenways Praga-Viena) que atraviesa los viñedos de Šobes, uno de los más antiguos del país. Dichas vides, que ocupan una soleada ladera sur, forman una de las diez mejores zonas vinícolas de Europa. No olvidemos que este parque nacional se encuentra en Moravia del Sur, la región enoturística de Chequia. Aquí sería una lástima no probar sus excelentes vinos blancos que es casi como beberse el refrescante paisaje moravo.
Geoparque Paraíso de Bohemia
Cuando algunos elementos de la naturaleza como los bosques y las rocas conviven cediéndose el protagonismo con amabilidad se produce un espectáculo visual inigualable. En Chequia, ese regalo para los sentidos tiene nombre propio y se llama Geoparque del Paraíso de Bohemia o Paraíso Checo. Basta comenzar a caminar por algunos de sus múltiples senderos para comprender que la magia también existe en el norte del país y que está totalmente justificado el amor que artistas y literatos le han profesado durante siglos. Uno de sus rincones más espectaculares es el denominado Rocas de Prachov, que está formado por un laberinto donde las altísimas torres de piedra arenisca, algunas de más de cuarenta metros, las murallas rocosas y barrancos invitan a perderse entre sus recovecos.
En el interior de esta ciudad de piedra se pueden realizar preciosas rutas a pie o en bicicleta a través de las cuales descubrir no sólo naturaleza sino también castillos medievales e impactantes miradores.
Museos al aire libre
Los museos como guardianes de la memoria no se concentran únicamente en las ciudades checas ni ocupan exclusivamente edificios históricos, sino que también exhiben sus “tesoros” al aire libre. Aunque se pueden visitar durante todo el año, es en verano cuando resulta más apetecible recorrerlos.
Fundado en 1925, el Museo de Valaquia, se sitúa en la región morava de Beskydy. Es el museo al aire libre más antiguo del país y está integrado por tres zonas: un pueblecito de madera que permite conocer la forma de vida de una aldea del siglo XIX o comienzos del XX; un segundo espacio que cuenta con maquinaria y elementos técnicos propios de aquellas fechas; y la Aldea Valaca con granjas, casas de pastores, molino y herrería. Suele acoger festivales de folclore durante el año.
En Bohemia Central se sitúa el pueblo de Kouřim, otro museo formado por diversas construcciones, algunas tan interesantes como un granero del siglo XVII. Actualmente está en plena remodelación para convertirse en el Museo de la Aldea Checa. Cerca de Pardubice también se puede visitar otro poblado con casi 30 edificios dispersos, se trata del Museo de Veselý Kopec que cuenta con granjas, molino de agua e, incluso, un peculiar granero de 1680 cuya fachada está compuesta por catorce lados. Quienes viajen a Moravia del Sur no pueden perderse tampoco el Museo al Aire Libre de Strážnice y los que elijan Bohemia del Este, el Museo al Aire Libre de Chanovice. Sin duda, muchas opciones para gozar de la cultura y la historia al aire libre.