La Ruta Romántica es uno de los itinerarios turísticos más populares de Europa. Creada en 1950, se extiende por 460 kilómetros de recorrido entre las ciudades de Wurzburgo y Füssen. La Ruta Romántica cruza el corazón de la Alemania más bellamente típica en un recorrido que conecta 29 ciudades y pueblos del más puro carácter medievales repletos de cultura e historia, castillos y palacios de cuento de hadas, parajes naturales de gran belleza y una amplísima oferta gastronómica protagonizada por la cocina tradicional, y la centenaria producción de vinos y cervezas de carácter artesanal.
De Wurzburgo a Rothenburg ob der Tauber
Wurzburgo, la capital de la Baja Franconia, es la primera localidad de la Ruta Romántica. Protegida por el castillo medieval de Marienberg y bañada por el caudaloso río Meno, Wurzburgo es una ciudad monumental y universitaria de prestigio -14 premios Nobel han estudiado en su universidad- que aguarda con un riquísimo patrimonio cultural y arquitectónico, en el que destaca el Palacio Residencial, del siglo XVIII, la principal obra barroca del sur de Alemania, reconocido como Lugar Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
La ruta, flanqueada en este primer tramo por el manso curso del río Tauber, sigue rumbo a Wertheim, la capital del vidrio -su Glasmuseum (Museo del Vidrio y Cristal) es una visita obligada- que invita al paseo relajado por sus calles adoquinadas, flanqueadas por centenarias casas entramadas, en un precioso conjunto urbano medieval que se aprecia en toda su belleza desde la torre del homenaje del famoso castillo de la localidad, uno de los más icónicos de toda Alemania.
Tauberbischofsheim, la siguiente parada de la Ruta, también cuenta con un espectacular castillo del siglo XIII, pero su edificio más famoso tal vez sea el Museo Alemán de Esgrima, y es que la ciudad es famosa por ser el lugar de origen de la escuela de esgrima alemana.
El encanto rural de la Ruta Romántica sale a nuestro encuentro en Lauda-Königshofen, conocida como “la ciudad de vino en el valle del Tauber”. Suaves colinas y grandes extensiones de viñedos
decoran este tramo de la Ruta, y dan como fruto excelentes vinos blancos y tintos, ideales para ser disfrutados, por ejemplo, en cualquiera de las terrazas de la preciosa Markplatz de Bad
Mergentheim, la siguiente parada de la ruta. Su monumento más destacado es el castillo de los Caballeros Teutones, una orden religioso-militar fundada en la Edad Media, y que guarda una curiosa conexión con España. En el siglo XII, los Caballeros Teutones de la ciudad escoltaron hasta Castilla a la princesa Isabel Beatriz de Suabia, que se iba a casar con el rey Fernando III. El rey les ofreció quedarse con él para luchar contra los árabes y, para convencerles, les regaló un monasterio en Mota del Marqués, en Valladolid, donde estos soldados-religiosos permanecieron por más de tres siglos.
La amurallada Röttingen, con su encanto medieval, el castillo de Brattenstein y la Sonnenuhrenweg, la “calle de los relojes”, adornada por 25 relojes de sol centenarios; Creglingen, con la iglesia de San Jorge; y Weikersheim, con su palacio, uno de los ejemplos más destacados de la arquitectura renacentista del sur de Alemania, son las paradas que anteceden a Rothenburg ob der Tauber, una de las ciudades medievales más bonitas de Alemania y, probablemente, de toda Europa Central.
Pasear por Rothenburg es como viajar en el tiempo. Ello se debe a la magnitud y riqueza de su patrimonio arquitectónico medieval, en el que destacan su colección de casas entramadas, una muralla de más dos kilómetros de longitud, perfectamente conservada y transitable, iglesias como la de San Jacobo -a cuyo campanario se puede ascender- y la Marktplatz, que alberga el ayuntamiento, con su magnífica fachada y un reloj astronómico que sigue funcionando desde hace siglos, y la Ratsherrn Trinkstube, donde los legisladores se reunían a beber y comer tras los plenos. Muy cerca está Käthe Wohlfahrt, la mayor tienda de regalos navideños del mundo, que compite en popularidad con el Kriminalmuseum (el Museo de la Criminalidad Medieval y la Justicia), donde se exhiben instrumentos de tortura, documentos históricos y arroja luz sobre cómo se impartía justicia en la Edad Media.
De Schillingsfürst a Augsburgo
Tras Rothemburg, la Ruta Romántica prosigue en dirección a la bucólica Schillingsfürst, cuyo mayor punto de interés es su castillo, una imponente fortaleza construida en el siglo XVIII. En Dinkelsbühl, la Marktplatz está protegida por la catedral de San Jorge, y adornada por casas medievales entramadas, muchas de ellas reconvertidas en acogedores restaurantes y pequeños hoteles. La muralla medieval, con más de dos kilómetros y medio de perímetro, cuatro torres y 16 puertas, es de visita obligada.
En el cráter de Ries, una maravilla geológica provocada por el impacto de un meteorito hace más de 15 millones de años y que es Geoparque de la UNESCO, se encuentran las dos siguientes escalas de la Ruta Romántica, Wallerstein y Nördlingen. Su castillo, del siglo XII, y su escultórica Columna de la Peste son los dos iconos de la primera de ellas, Wallerstein.
La segunda, Nördlingen, está circundada por una muralla de más de 2.700 metros de longitud, donde se encuentra el RiesKraterMuseum. Ubicado en un edificio tradicional del siglo XVI, el museo cuenta toda la historia de la formación del cráter y exhibe una roca lunar, extraída del satélite por el Apolo 16 en 1972; cabe destacar que en el cráter se han entrenado varios equipos de la NASA para sus misiones lunares.
Continúa la Ruta Romántica en Harburg, sobre la que se yergue su castillo, antes de llegar a Donauwörth, en la confluencia de los ríos Danubio y Wörnitz. Su Reichstrasse es una de las calles más bellas del sur de Alemania, como lo es también, con sus coloridas casas burguesas de los siglos XVII y XVIII, la Hauptstrasse de Rain, la última parada antes de llegar a Augsburgo.
Fundada por el emperador romano Augusto hace más de 2.000 años, la monumental Augsburgo ofrece al viajero su imponente patrimonio cultural y arquitectónico, labrado a lo largo de siglos de prosperidad en los que la ciudad fue uno de los mayores centros económicos y políticos del mundo. Esa prosperidad ha legado grandes monumentos y edificios como el ayuntamiento, de la época renacentista y que, arrasado durante la II Guerra Mundial, fue escrupulosamente reconstruido para recuperar su esplendor, patente en su legendaria Sala Dorada, cuya espectacularidad compite con la de la otra gran construcción renacentista de la ciudad, la Casa Fugger. Las vistas de la ciudad que se tienen desde el campanario de la majestuosa catedral gótica compiten en espectacularidad con las que se tienen desde lo alto de la Perlachturm, la torre medieval que es uno de los iconos más reconocibles de Augsburgo. Pozos, molinos, canales y sistemas de bombeo proveen de agua a la ciudad desde el siglo XV, formando un sofisticado sistema de gestión hidráulica que, desde 2019, es Patrimonio Mundial de la UNESCO.
Y ninguna visita a Augsburgo está completa sin pasear por las calles de Fuggerei, el complejo de viviendas sociales en funcionamiento más antiguo del mundo. Fundado en 1516 por Jakob Fugger para proporcionar viviendas asequibles a personas necesitadas, sus 140 apartamentos, distribuidos en 67 casas de entramado de madera, siguen cumpliendo la función para que fueron construidas. Hoy, sus beneficiarios pagan un alquiler simbólico, que ha permanecido inalterado durante siglos: una renta anual de tan solo un Rheinischer Gulden (equivalente a 0,88 euros), junto con tres rezos diarios por el bienestar de la familia Fugger.
Camino del castillo de Neuschwanstein
En su etapa final, la Ruta Romántica pone rumbo a los Alpes. A un paso de Augsburgo espera Friedberg, con su casco histórico, el castillo del siglo XIII, y los restos de la muralla como testigos de su pasado medieval. Landsberg am Lech, con su patrimonio medieval, y Hohenfurch, con su espectaculares panorámicas de los Alpes, merecen también la atención. Viajeros de todas procedencias visitan Peiting buscando su mercado, uno de los más antiguos de Baviera, que se celebra cada primer viernes de mes, y su bellísimo entorno natural. En Schongau, la muralla, que data del siglo XIV, la iglesia de San Juan Nepomuceno y el ayuntamiento gótico, son los puntos de interés más destacados. Por su parte, Rottenbuch es uno de los pueblos más pintorescos de toda la Ruta, con sus preciosas casas, su famosa abadía y un magnífico monasterio barroco que data del siglo X. La cercana Wildsteig no es menos bucólica: aquí, su castillo completa la perfecta imagen prototípica de escenario alpino de fábula. Steingaden representa también la esencia del encanto bávaro en un entorno idílico: su monasterio de Wies, una joya del estilo rococó, es Patrimonio de la Humanidad. Y, tras pasar por Halblech y Schwangau, pintorescos pueblos alpinos, es Füssen, la última ciudad de la Ruta Romántica, con su centro medieval, la estampa del castillo de Neuschwanstein electriza el aire.
El castillo de Neuschwanstein, el icono de la Ruta Romántica
Si hay un castillo de cuento de hadas en el mundo ese es, sin duda, el castillo de Neuschwanstein. Esta obra maestra del Romanticismo arquitectónico es el “castillo de cuento” más prototípico: su figura ha inspirado los castillos más famosos del cine y la televisión, y su impacto cultural y su estatus como símbolo de la época romántica lo convierten en un lugar emblemático que atrae a viajeros de todo el mundo. Encargado por el rey Luis II de Baviera, el castillo de Neuschwanstein se encuentra en lo alto de una colina, rodeado de un hermoso paisaje alpino. Sus torres puntiagudas, sus muros blancos y su ubicación pintoresca hacen que parezca sacado de un cuento de hadas: es el broche perfecto para este Gran Viaje por la Ruta Romántica del Meno a los Alpes.