Entre los días 17 y 21 de febrero, el archipiélago maltés acogerá un año más la celebración de los carnavales, siendo La Valletta el corazón de este gran evento repleto de color, arte, música y mucha emoción.
La llegada de la segunda quincena de febrero tan sólo puede significar una cosa para la extensa agenda cultural de Malta: la celebración de los carnavales. Unos días de lo más emocionantes para todos aquellos que deseen contemplar las calles del país envueltas en un divertido ambiente festivo, pues entre los días 17 y 21 de febrero, el archipiélago se inundará de impresionantes carrozas, desfiles, talleres artísticos y toda clase de planes para el disfrute de locales y visitantes a la isla.
Una celebración con más de cinco siglos de historia
El origen de los carnavales en Malta, en maltés il-Karnival, proviene de la llegada del Gran Maestre de la Orden de Malta, Piero de Ponte, que, a mediados del siglo XVI, y preocupado por los excesos en las celebraciones por parte de caballeros y miembros de las comunidades religiosas, quiso introducir una serie de normas que sirvieron para que estas fiestas pudieran asentarse como evento popular y fueran celebradas anualmente. Sin embargo, a lo largo de los siglos este hecho provocó protestas y prohibiciones por parte de los Jesuitas hacia los caballeros y ciudadanos que querían celebrar los carnavales por todo lo alto.
Según cuenta la historia, fue el pueblo de Birgu donde estas fiestas se vivieron con más entusiasmo popular debido a las celebraciones de justas medievales, aunque se extendieron a todos los rincones de la isla, entre ellos la isla de Gozo. Bien es cierto que, al ser los disfraces de seres y personajes fantásticos lo que destacaba, y destaca, ante todo en esta celebración, en el siglo XVII a las mujeres se les prohibió vestir con máscaras que ocultaran su identidad y elogiar a la figura del diablo.
Entre los momentos más destacados de este gran evento anual se encontraba la Parata, un baile de espada que reunía a campesinos y jóvenes bailarines bajo el balcón del Palacio del Gran Maestro en La Valeta. El carnaval no podía comenzar hasta que recibieran un permiso formal, por lo que esperaban allí hasta que el último caballero nombrado con ese título proclamara el comienzo de la festividad. Actualmente, son los niños los que tienen el mayor protagonismo y realizan un simulacro de la batalla del Gran Asedio de 1565, que honra la conquista de Malta ante las batallas de “moros y cristianos”.
Otra antigua tradición de carnaval, que se sigue llevando a cabo más de cinco siglos después, es la llamada Kakkanja. Fue introducida en 1721 por el Gran Maestro Marc’Antonio Zondadari y la Plaza del Palacio era el punto clave en el que las multitudes se reunían para jugar. Esta cucaña, término traducido al castellano, consiste en intentar escalar un largo mástil del que cuelgan alimentos en lo más alto.
La Valletta, el corazón del carnaval maltés
A pesar de que las celebraciones de carnaval se lleven a cabo por toda la isla, hay un lugar donde este evento, que juega tal importancia en la cultura maltesa, se organiza con el mayor ímpetu e ilusión: La Valletta. Y es que durante los días de carnaval, las calles de la capital cobran vida y los disfraces, la música y, por supuesto, las famosas carrozas, tiñen la ciudad de un color especial.
Por ello, el pilar fundamental del carnaval maltés son las increíbles carrozas, pues forman parte la alegría de estos días de festividad y es una forma de arte que se transmite de generación en generación y que hace que los constructores de carrozas sientan el mayor orgullo por su trabajo. Se tratan de enormes estructuras de cartón de papel maché cuya temática puede variar, desde figuras públicas, hasta personajes de Disney, animales o criaturas fantásticas.
El Carnaval Silencioso de Gozo
A pesar de que el carnaval de La Valletta sea el más aclamado de la isla, el de Nadur en Gozo está considerado como el más grotesco y divertido, pues la organización es espontánea, no hay comité de fiestas ni ningún tipo de regla.
Los carnavales destacan por su jolgorio y ambiente musical, sin embargo, el de Gozo lo hace por demostrar lo contrario. Conocido como el Carnaval Silencioso, esta festividad pone empeño en darle mayor presencia visual a la «mascarada», por lo que el público permanece en silencio.
Por otro lado, las carrozas, alejadas de la perfección de las de La Valletta, suelen ser de manufactura casera, pero siempre mostrando el trabajo y auténtica fascinación por una de las celebraciones culturales más importantes para el archipiélago.