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Malta, un país muy especial en la vida de la Reina Isabel II
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Malta, un país muy especial en la vida de la Reina Isabel II

martes 13 de septiembre de 2022, 09:32h

No en vano cuando se habla de Malta se hace referencia a la historia y a la cultura del que este país hace gala. Entre reyes y conquistas por el archipiélago maltés pasaron diferentes civilizaciones y, durante más de medio siglo, el reinado inglés se asentó en las islas dejando huellas del Imperio Británico que han llegado hasta nuestros días.

Y es que las cabinas y buzones rojos, los coches que conducen por la izquierda y el inglés, junto con el maltés, como lengua oficial, forman parte del que fue el único hogar de la Reina Isabel II fuera de Gran Bretaña.

Después de 70 años en el trono y el récord de la mujer que más tiempo ha reinado en la historia de Gran Bretaña, la muerte de la Reina marca el final de una nueva era que comenzó cuando Isabel II con 25 años se convirtió en monarca.

Junto a Felipe de Edimburgo, la Reina de Inglaterra vivió en Malta entre 1949 y 1951, mientras el duque servía en el HMS Chequers con la Flota del Mediterráneo. Pasaron sus primeros años de casados en Villa Guardamangia, una mansión palaciega en La Valletta.

Allí disfrutaban de fiestas, picnics y viajes en barco, Isabel II pudo incluso ir a la peluquería por primera vez en su vida. Para la reina, Malta era un lugar muy especial donde recordaba días felices con su marido. Regresó en múltiples ocasiones y eligió el país al que se sentía tan ligada para celebrar el 60 aniversario de su boda en 2007. ¿Qué tuvo el archipiélago maltés para enamorar a la joven pareja?

La magia de este lugar presente en cada rincón de la ciudad fue sin duda el ingrediente principal de una idílica luna de miel. Colores con tonos arcillosos, edificios decorados con preciosas ventanas, contraventanas y puertas de colores, calles empinadas o aceras escalonadas hicieron de Malta el escenario romántico perfecto. Pero, además, fue un lugar muy querido por el matrimonio porque les ofreció una experiencia de vida relativamente común.

Recorrer La Valletta y descubrir sus estrechas pero encantadoras calles, visitar La Concatedral de San Juan o admirar las espectaculares vistas desde Upper Barraka Gardens, son solo algunas de las opciones que la capital maltesa pudo ofrecer a los reyes.

Poner rumbo a Gozo y Comino, disfrutar en pareja recorriendo sus caminos impregnados de una suave brisa y un sanador olor a mar y encontrar a su paso restos prehistóricos, viejas instalaciones militares o antiguas capillas al borde de los acantilados, son una parte de los secretos mejor guardados de las hermanas pequeñas de Malta.

Debido a las numerosas civilizaciones que ocuparon la isla a lo largo de los siglos, su cocina es de las más ricas y con mayor influencia cultural. Los pastizzi (hojaldres dulces rellenos de carne, espinacas o queso ricota) o el famoso pan maltés relleno de atún, pasta de tomate y albahaca harían las delicias de cualquiera que los probara, añadiendo un valor gastronómico a tan perfecta luna de miel.

La joya del Mediterráneo encandiló a la reina Isabel y se convirtió en el paraíso de la pareja de los entonces príncipes. La belleza de las islas, su tranquilidad, el hecho de que la población fuera aun escasa y de que no hubiera periodistas persiguiéndoles fue probablemente lo que más disfrutaron. Malta es hogar para todo el que la visita, por eso dio grandes alegrías a Isabel II.

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