Ubicadas en el centro de Malta, Mdina y Rabat son dos ciudades que todo aquel que viaje a este maravilloso archipiélago debe visitar por dos razones: para conocer sus tesoros arquitectónicos y por ser las más interesantes y hermosas de este país. Antiguamente, ambas formaban una sola población, pero con la llegada de los árabes y por motivos de defensa, fueron divididas en dos con una zanja que las separaba.
Hoy en día Mdina es una ciudad medieval que se fundó por los fenicios en el 700 AC. Está situada en una colina rodeada de una muralla con una extensión de 2500 m2 y una población de 300 habitantes que vive en los palacios y casas nobles del siglo XV, ya que fue y es el hogar de la nobleza y aristocracia maltesa. Antiguamente había recibido el nombre de Città Vecchia (Ciudad Vieja) y llegó a ser la capital de Malta hasta ser sustituida en el año 1570 por La Valletta. Hoy también es conocida como La ciudad del Silencio y tiene su razón de ser, ya que el tráfico en la ciudad no está permitido, a excepción de los residentes. Por sus calles solo circulan carromatos tirados por caballos que suelen ser utilizados por los turistas.
Mdina, escenario de Juego de Tronos
La visita a Mdina resulta fascinante de día por el esplendor de sus palacios, edificios religiosos y las maravillosas casas señoriales, pero no desmerece la luz de su atardecer o una visita nocturna con el encendido de cientos de farolillos que iluminan toda la belleza y el perfecto estado de conservación arquitectónico de la ciudad. No en vano ha sido escenario de algunas escenas de la serie Juego de Tronos.
Su visita no lleva más de 4 o 5 horas. Aunque sea una ciudad hermosa es realmente muy pequeñita. Con un aire parecido a Toledo, la ciudad es un museo al aire libre. Los imprescindibles son muchos. Desde la muralla y la puerta de Mdina, al Palacio de Vilhena de 1730 que es un bello ejemplo de arquitectura barroca francesa y que hoy alberga el Museo de Historia Natural de Malta, hasta la Torre del estandarte, ubicada en la misma plaza que el mencionado palacio, la Plaza Publio, y que acoge la oficina de turismo.
El visitante tampoco debe perderse la catedral y el Museo de San Pedro y San Pablo. Su precio (visita catedral + museo) ronda los 5€/adulto y 3,50€/estudiantes. El Palacio Falzon es el edificio medieval que mejor se ha conservado y actualmente es un museo que contiene nada menos que cuarenta y cinco colecciones de pintura y una biblioteca con más de 4.500 volúmenes y manuscritos.
Rabat, un laberinto
Contigua a Mdina y no menos interesante se encuentra Rabat. Bajo sus calles excavaron un verdadero laberinto para enterrar a sus muertos cuyos cimientos perduran e impresionan al visitante. Aunque recibe menos número de visitantes que su ciudad vecina, es de las cosas más atractivas de la isla por albergar las catacumbas de San Pablo y Santa Águeda. Las galerías subterráneas de las primeras datan de los siglos III al VIII DC. Tienen más de 4 km de longitud y una capacidad para 1000 cuerpos. Se cree que su origen se remonta a los fenicios y, posteriormente, fueron utilizadas por los romanos y cristianos. Se piensa que San Pablo, que llevó el cristianismo a Malta, estuvo escondido en una de estas grutas durante su estancia por Malta. De ahí su nombre. La visita cuesta 5€ por adulto y 3,50€ para los niños. Las catacumbas de Santa Águeda son de menor tamaño al estar formada por 500 galerías y contienen una basílica pintada de estilo bizantino y greco romano.
Descubrir estas dos ciudades únicas es muy sencillo, pues se encuentran a media hora en coche de La Valletta y se puede llegar en taxi o en las diferentes líneas de autobús. Ambas son visita obligada en todo viaje al archipiélago maltés y un claro testimonio de la rica historia maltesa.