Cuando alguien piensa en playas paradisíacas, la imaginación suele viajar a Tailandia o Bali, incluso Filipinas, pero jamás al país nipón. Parece que en Japón no hay playas. Pues sí, las hay, en sus más de 30 mil kilómetros de costa, con sus islas principales y alrededor de 3.000 islas pequeñas.
Uno de los secretos mejor guardados de Japón son algunas de sus islas, aún inexploradas por el turismo internacional y con atractivos únicos que no encontrarás en ningún otro lugar.
Japón esconde un paraíso de islas recónditas y destinos tropicales conocidos por muy pocos
Caminar por playas de arena con forma de estrella, practicar el bateo de oro, presenciar el lanzamiento de cohetes espaciales o contemplar animales en peligro de extinción son sólo algunas de las experiencias más singulares, son un ejemplo de conservación para la biodiversidad, en donde viven ejemplares únicos como el conejo de Amami o el gato de Iriomote, una especie autóctona de leopardo en peligro de extinción. Todo esto es posible combinarlo con el tradicional turismo de sol y playa en enclaves paradisiacos.
Lo primero que se nos viene a la mente cuando hablamos de Japón es la mezcla entre tradición y modernidad, naturaleza y cultura. Megalópolis como Tokio u Osaka que se alternan con ciudades salpicadas de templos y santuarios ancestrales como Kioto o Nara, destinos con una gran espiritualidad como las rutas del Camino Kumano o regiones de extraordinaria belleza natural como Hokkaido o Tohoku.
Pero Japón esconde un paraíso de islas recónditas y destinos tropicales conocidos por muy pocos, que ofrecen experiencias sorprendentes más allá del habitual concepto de sol y playa, a continuación presentamos las cinco más desconocidas…
Isla de Sado
Situada a cuatro horas de Tokio, Sado es considerada la mayor de las islas que rodean las cuatro principales del archipiélago. Tiene una rica historia que rodea a sus minas de oro. La actividad minera ha influido en la particular cultura de Sado.
Este retiro isleño ubicado en la prefectura de Niigata cuenta con un paisaje salpicado de pintorescas playas, terrazas de arrozales y serpenteantes carreteras de montaña con espectaculares rutas panorámicas para recorrer en coche o bicicleta. En Sado encontramos actividades únicas como el bateo de oro en las antiguas minas o el avistamiento de ibis crestados japoneses, una especie en peligro de extinción. El grupo de taiko “Kodo”, famoso por su impactante forma de interpretar la percusión tradicional japonesa, es originario de esta isla y sus actuaciones son muy apreciadas. Para finalizar la jornada, nada mejor que relajarse en un onsen y degustar platos típicos cocinados con el famoso arroz de Niigata, que también sirve de base para elaborar el galardonado sake local.
Isla de Tanegashima
Merece la pena permanecer varios días en esta isla, perteneciente a la prefectura de Kagoshima, para disfrutar de sus inmaculadas playas y de su fascinante historia. Los portugueses introdujeron aquí por primera vez las armas de fuego en el siglo XVI y la primera fabricada en Japón puede verse en un museo local. En el extremo meridional encontramos un centro que alberga las instalaciones espaciales más importantes del país donde es posible ver lanzamientos de cohetes y ser testigo de vistosas operaciones. En la costa oeste destacan los 12 kilómetros de la playa de Nagahama, famosa por su arena blanca y tortugas marinas, y al este, la playa de Kumano y la caverna de Chikura, un entramado de cuevas para visitar durante las horas de marea baja.
Isla de Iriomote
Esta es la isla más remota de nuestro listado, uno de los lugares más salvajes de Japón con la mayor parte de su terreno cubierto por densos bosques montañosos. En esta isla de Okinawa, además de sus paradisiacas playas, entre las que destaca la playa de arena estrellada Hoshizuna.
La Isla de Iriomote uno de los lugares más salvajes de Japón con la mayor parte de su terreno cubierto por densos bosques montañosos
Esta pequeña pero encantadora playa que es famosa por sus diminutos granos de arena en forma de estrella. Este fenómeno se debe a que la playa de Hoshizuna-no-Hama está formada por miles de millones de exoesqueletos de foraminíferos y protozoos marinos que prosperan en el fondo del océano. Sus caparazones de carbonato de calcio permanecen atrás después de su muerte y son arrastrados constantemente a la costa por el océano, creando esta asombrosa maravilla natural.
Es recomendable explorar las zonas del interior, hacer senderismo para ver las cascadas vírgenes, pasear en kayak a través de los manglares o recorrer en crucero uno de los ríos que atraviesan la jungla. Es el hogar exclusivo del gato de Iriomote, una especie autóctona de leopardo que se encuentra en peligro de extinción. La pequeña isla de Yubu, separada de la costa este de Iriomote por un estrecho de arena poco profundo, se puede cruzar en un carro tirado por búfalos de agua.
Isla de Tsushima
Ubicada en las remotas aguas del norte de Nagasaki se caracteriza por sus frondosos bosques, que ocupan el 89% de su superficie. Ofrece increíbles miradores y es un destino idóneo para la observación de aves y la pesca. Visitar el Centro de Conservación de la Vida Silvestre, en el Parque Saozaki, es una excelente oportunidad para ver al leopardo de Tsushima, una especie en peligro de extinción.
Los fideos rokube, elaborados con boniatos, son una de sus deliciosas especialidades locales. Esta isla, además, ha servido de inspiración para ambientar el videojuego Ghost of Tshushima, que se puso a la venta este verano.
Isla de Zamami
Es uno de los puntos más bellos de Kerama, un archipiélago en Okinawa con 22 islas de las que solo cuatro están habitadas. Un destino vacacional único para los amantes del senderismo, la playa, el avistamiento de ballenas o deportes acuáticos. El impresionante color azul del océano que rodea la zona es tan peculiar que ha dado pie a la exclusiva denominación “azul Kerama”. En la famosa Guía Verde Michelin de Japón hay múltiples elogios a la extraordinaria belleza de sus playas vírgenes, como Furuzamami, muy popular por su abundante vida marina.