El exceso de trabajo, las obligaciones del día a día o el sobreuso de la tecnología roban mucho tiempo a las familias así que, en vacaciones, las propuestas orientadas a disfrutar de momentos de ocio compartido son un auténtico regalo. En el norte de la provincia de Burgos, en la comarca de Las Merindades, los días 29 y 30 de julio, se celebra la primera edición de ¡Vive Rioseco!, un festival de artes escénicas familiar que combina patrimonio, cultura y naturaleza y que incluye siete espectáculos, siete talleres, nueve visitas guiadas, juegos tradicionales y zonas de restauración, descanso y entretenimiento. Como escenario, un lugar único: el monasterio de Santa María de Rioseco.
Esta propuesta inclusiva, singular, experiencial y sostenible, que organiza la asociación 2030 Cultura y Gestión, está pensada para que adultos y niños disfruten de la música, el teatro y la danza de una manera natural y compartida en un entorno tan singular como este cenobio del municipio Valle de Manzanedo rodeado de naturaleza. Una iniciativa que sirve a la vez para fomentar la economía de una zona con una densidad de población muy baja.
¡Vive Rioseco! arranca el 29 de julio con un espectáculo de flamenco y danza contemporánea a cargo de Estrella R. & Dancing Data. En “Delirios”, la música y el cuerpo de la bailarina dialogan creando un viaje catártico que tiene como escenario la iglesia del complejo monástico. A continuación, el claustro, iluminado de manera tenue, acogerá el “Concierto bajo las estrellas” de neønymus. Con su voz e instrumentos como la flauta de hueso, las piedras o el pandero, el artista creará unos paisajes sonoros muy evocadores.
El sábado, será el turno de “Xocolat”, una obra infantil a cargo de la compañía Teatro Paraíso que cuenta las andanzas de una aprendiz chocolatera. El teatro dará paso a una danza inspirada en la siega y en la trilla titulada “De los gestos perdidos, de los sonidos olvidados” de L’ERA ArtsEscèniques. La pieza realza tareas agrícolas ancestrales y pone de manifiesto la dureza y la belleza de estas prácticas.
Uno de los platos fuertes del día 30 será el teatro-clown de Pepe Villuela “Encerrona”. El actor, caracterizado como payaso, intentará escapar de las miradas del público mientras que una fuerza invisible le devuelve una y otra vez al escenario.
Al atardecer, el jardín renacentista y las huertas del monasterio de Santa María de Riosec se llenarán de color y movimiento gracias a “El Jardín del Viento”, un espectáculo de danza con grandes objetos voladores de los artistas de Cal y Canto Teatro, responsables también del taller de cometas.
Por último, el concierto #elrocksíescosadeniños de la Billy Boom Band, un grupo de pop-rock para niños apto para adultos, pondrá la guinda más marchosa a dos días de cultura compartida que quedarán para el recuerdo de grandes y pequeños.
Niñas y niños también se acordarán siempre de su participación en alguno de los siete talleres de ¡Vive Rioseco!. En el de música, naturaleza y reciclaje, fabricarán y harán sonar instrumentos hechos por ellos mismos con materiales cotidianos y también podrán crear sus propios objetos voladores en el taller de construcción de cometas. Para los amantes de la naturaleza hay dos propuestas: rastros de animales y un hotel de insectos; los pequeños cocineros tienen a su disposición chocolarte y para los niños con inquietudes artísticas hay talleres de ilustración y sobre las músicas del faenar.
Toda esta programación se complementa con la práctica de juegos tradicionales. La rana, la calva, la herradura, la tuta, los bolillos, la siete y media, el pañuelo, los pucheros o la tala forman parte del patrimonio inmaterial de los pueblos y permiten el entretenimiento y la diversión intergeneracional.
Y entre las facilidades que ofrece el festival, un rincón de juegos pensado para los más pequeños, zonas de descanso y de restauración y nueve visitas guiadas (tres el viernes y seis el sábado) que permiten conocer en familia el monasterio de Santa María de Rioseco, el espacio que acoge ¡Vive Rioseco!.
Un monasterio cisterciense en Las Merindades
El monasterio cisterciense de Santa María de Rioseco, ubicado junto al río Ebro, en un entorno único, es uno de los lugares más especiales de la comarca de Las Merindades, en el norte de la provincia de Burgos. Su historia es tan fascinante como el monumento en sí.
Su origen se remonta al siglo XII, aunque el cenobio fue modificado y ampliado en varias ocasiones, la última, en el siglo XVIII. De ahí la diversidad de estilos arquitectónicos. En sus momentos de mayor esplendor llegó a acoger a una comunidad formada por un centenar de personas, sin embargo, a partir del siglo XVIII, fue decayendo hasta que se abandonó por completo.
La historia le reservaba una nueva etapa. En 2008, un grupo de personas se interesó por él y empezó a rescatar el monasterio de las ruinas. Consolidaron sus restos y con el compromiso del colectivo Salvemos Rioseco, el cenobio ha vuelto a la vida. Difunden el patrimonio, organizan visitas guiadas y, gracias a su trabajo, han conseguido que un inmueble arruinado pase a ser Bien de Interés Cultural e incluso a obtener el premio Hispania Nostra a las buenas prácticas en patrimonio cultural y natural.
El entorno es otro de los alicientes de este lugar. El monasterio está ubicado junto al río Ebro, en una zona montañosa que pertenece a Valle de Manzanedo, un municipio con una densidad de población muy baja (2,4 habitantes por kilómetro cuadrado) que tiene una parte de su territorio dentro del parque natural Hoces del Alto Ebro y Rudrón.