El cantante, Javier Ojeda, líder del grupo Danza Invisible, ha sacado un nuevo disco en solitario, DeCantando, el sexto del cantante malagueño, con canciones alegres que invitan a disfrutar de la vida.
En su trayectoria como solista Javier ha prestado siempre atención a la faceta más latina, esa que en su día le proporcionó con la canción Sabor de amor uno de los estribillos más icónicos del pop español a lo largo de toda la década de los ochenta.
DeCantando, es un juego de palabras entre la expresión “cantando” y “decantar”, algo más asociado al mundo del vino
DeCantando se aparta de esa línea para reencontrarse con otra vieja devoción melómana, el amor por el soul, la Motown y la música negra en términos generales
DeCantando, es tu sexto disco en solitario, ¿que encierra el titulo?
Es un juego de palabras entre la expresión “cantando” y “decantar”, algo más asociado al mundo del vino. Tengo una canción que finalmente no se usó que se llamaba “Cantando”, de ahí viene la idea, teniendo en cuenta también que las referencias vinícolas están en buena parte del álbum.
¿El confinamiento te sirvió e inspiró para componer?
La verdad es que sí, aunque ya había empezado a producir algunos temas interesantes, de hecho en el disco hay tres previos a la pandemia. Pero sí me ayudó a concentrarme y probar nuevas historias, también he aprendido a trabajar mucho mejor online.
¿En alguna canción reflejaste los momentos que vivimos y seguimos viviendo de pandemia?
Sí, pero curiosamente sobre un poema del 27 de Manuel Altolaguirre. “Cerrando los ojos” me parece la metáfora perfecta de la situación agónica que vivimos y la necesidad de aferrarse a algo para seguir a flote.
Son dos discos en uno, dos proyectos distintos en concepto, producción e instrumentación, ¿Qué tiene de especial?
Creo que he conseguido un orden de canciones coherente que haga funcionar los dos conceptos como uno solo. Es más rock-soul, digamos, que otros trabajos míos y tiene más sensación de directo.
Es un trabajo muy variado estilísticamente, desde Dean Martin a la poesía de Manuel Altoaguirre ¿cómo has metido todo eso en un disco?
Es que es posible que esa sea la gracia del álbum, que funciona más como una colección de canciones sueltas que como un todo. Por eso creo que es muy entretenido de escuchar, aunque a alguien no muy abierto estilísticamente le puede desconcertar. Mira, estoy haciendo lo que me apetece y eso creo que se llama honestidad.
Un poema del 27 de Manuel Altolaguirre. “Cerrando los ojos” me parece la metáfora perfecta de la situación agónica que vivimos
El principal ‘late motiv’ del disco es el vino, ¿cómo surge la idea?
De una charla casual de hace muchos años con el periodista Manolo Bellido, procedente de Montilla. Estábamos enumerando canciones internacionales que tratasen sobre el vino y nos dio por pensar que estaría interesante montar un espectáculo sobre este tema, cosa que realicé hace unos años bajo el título “Las canciones del vino”. A partir de ahí he grabado varias de esas piezas, adaptando algunas de ellas al castellano.
¿Cómo ha resultado volver al escenario después de un año tan largo?
Una sensación absolutamente liberadora. Como hacer el amor después de mucho tiempo, para que nos entendamos.
¿Son conciertos muy diferentes a los que estás acostumbrado?
Siguiendo con el símil sexual, son como hacerlo con preservativo, jajajajajaaja. Pero aún así molan, yo ya estoy acostumbrándome y bueno, es impresionante que el público se esté comportando como lo está haciendo. Un ejemplo de civismo y compromiso el de los asistentes a los espectáculos culturales.
¿Cualquier tiempo pasado fue mejor y más con la pandemia?
El año pasado sí que fue terrible, pero a mí éste me están yendo muy bien las cosas. Creo que probé en tantas direcciones que alguna me tenía que salir, y de hecho eso ha ocurrido, tengo la agenda repleta de eventos de todo tipo.
¿Vivimos tiempos de depresión por la crisis?
Un poco sí, y además la actitud de los políticos y parte de la prensa y televisiones no ayuda en absoluto. Por eso lo mejor es confiar en los valores infalibles como la cultura, ¿no?
Ha sido un año y medio convulso para Javier Ojeda, haciendo malabares para poder coordinar las sesiones de grabación, y en el estado de ánimo en el que se ha creado este álbum han tenido mucho que ver el alcohol y las innumerables horas cantando en casa como válvula de escape
El año pasado fue terrible, pero a mí éste me están yendo muy bien las cosas. Creo que probé en tantas direcciones que alguna me tenía que salir
¿Sacar adelante este nuevo álbum ha sido difícil por culpa de las restricciones?
Sí. Yo lo tenía listo a finales de 2020, pero lo he retrasado como tantos otros artistas han hecho. Y ha habido que grabar mucho más online, suspender sesiones….
¿Pensaste en algún momento en tirar la toalla o dejarlo para luego…?
Jamás de los jamases. No entra en mis planes. Soy un vocalista vocacional y necesito ejercer mi profesión para ser feliz.
Javier Ojeda está en plena forma y esto lo demuestra los más de 40 conciertos confirmados hasta finales de año. Los próximos son los siguientes, el 23 de julio actuará en Torremolinos, el día 24 en Los Corrales de Buelna (Cantabria, en acústico), el 29 en Zhara de los Atunes (Cádiz) y el 30 en Marbella
Tienes más de 40 conciertos de aquí a fin de año ¿cómo o has conseguido?
Como te comentaba, probé tantos registros y proyectos que por algún lado tenía que salir la cosa. La verdad es que también tengo facilidad para adaptarme a distintos formatos, eso ayuda.
Danza Invisible fue una formación muy respetada durante casi una década, un grupo extremadamente popular, algo de lo que el cantante malagueño no puede escapar…
¿El público te sigue pidiendo temas de Danza?
Claro que sí, y no me importa. De hecho en mis conciertos en solitario hay un 50 por 100 de temas clásicos, lo que pasa es que los arreglos de distinta manera. Para mí el sorprender al oyente es vital.
El Club de alcohol, encajaría en estos conciertos ¿no?
¡Por supuesto! De hecho vengo de una gira de 5 conciertos por Ourense donde la he interpretado en 4 ocasiones. Es un tema de fiesta que siempre está en la recámara por si encarta interpretarlo, ¡salud!