La provincia de Burgos posee una enorme riqueza hidrográfica. Sus ríos (Ebro, Duero, Arlanza, Arlanzón, Pisuerga, Rudrón...) conducen sus aguas hacia alguna de las tres vertientes más importantes de la Península: cantábrica, atlántica y mediterránea. A su paso, van creando unos paisajes espectaculares, acompañados de una flora y una fauna diversas.
En sus cursos altos, ríos y arroyos crean cascadas de enorme belleza y, en algunos puntos, con el paso del tiempo, sus aguas han horadado cañones de paredes calizas que aprovechan numerosas aves rupículas; además, en determinadas zonas, sus aguas se han embalsado creando pantanos que son auténticos mares entre montañas.
Son lugares que ofrecen muchas posibilidades al visitante, sobre todo durante los meses más cálidos. Es entonces cuando, caminar entre árboles, a orillas de un arroyo, en busca de una cascada, navegar entre montañas o iniciarse en deportes como el kite surf o el piragüismo se convierte en el plan perfecto. A continuación os chivamos cinco imprescindibles en el mapa de la provincia de Burgos.
Embalse del Ebro, el mar burgalés
La idea de construir este pantano surgió hace más de un siglo. A comienzos del siglo XX, se empezó a pensar en regular esta cuenca hidrográfica, aunque pasaron 50 años hasta que la construcción del embalse del Ebro, en la frontera entre Castilla y León y Cantabria, se hizo realidad.
Hoy en día, el embalse se ha convertido en un pequeño paraíso natural, donde distintas especies de aves acuáticas campan a sus anchas haciendo las delicias de los amantes de la ornitología. Su importancia es tal que este territorio está incluido en la Red Natural 2000 y protegido como Zona de Especial Protección de Aves y Reserva Nacional de Aves Acuáticas.
La pequeña localidad de Arija es un buen punto de partida para recorrer el pantano. Sus cien habitantes se reparten en dos barrios: el de arriba guarda la esencia tradicional castellana, el de abajo, levantado al calor de la fábrica de Cristalera Española, se ubica en la orilla del pantano y se ha convertido en el lugar ideal para pasar las vacaciones de verano.
En sus inmediaciones, hay observatorios de aves, una playa de agua dulce, zonas de recreo e incluso un embarcadero. Sus aguas mansas son el lugar perfecto para practicar deportes náuticos como kite surf o piragua.
Como recompensa al esfuerzo deportivo, nada mejor que deleitarse con la gastronomía de Las Merindades, que incluye buenas carnes y recetas como el lechazo, la sopa castellana o la olla podrida, que saben todavía mejor regadas con buenos vinos burgaleses.
Embalse de Sobrón, un pantano entre rocas
En la frontera entre las provincias de Burgos y Álava, entre las sierras de Árcena y Pancorbo, el Ebro ha creado un desfiladero de paredes verticales que encauzan el agua del río de manera natural; a mediados del siglo XX, el ser humano decidió hacer el resto y levantar una enorme pared de hormigón. El resultado es un pantano largo y estrecho de enorme belleza que numerosas aves rupícolas y acuáticas utilizan como hogar.
El pantano forma parte del Parque Natural Montes Obarenes - San Zadornil y posee zonas recreativas y un embarcadero que invita a practicar deportes náuticos. Las montañas y los bosques que lo rodean ofrecen infinitas posibilidades de senderismo y turismo activo.
A su lado, una carretera estrecha y serpenteante conecta pequeños pueblos cuyos vecinos pueden contarse como los dedos de las manos. Es el caso de Tobalinilla y su hermosa iglesia de la Asunción o Santa María de Garoña, ambos pertenecientes al municipio Valle de Tobalina.
Embalses de Arlanzón, pedalear junto al agua
Desde su nacimiento, a más de 2.000 metros en la Sierra de la Demanda y hasta su desembocadura en el Arlanza, el Arlanzón recorre más de 100 kilómetros, la mayoría por tierras burgalesas. Atraviesa localidades como Pineda de la Sierra, Villasur de Herreros, Ibeas de Juarros o Burgos y discurre acompañado de unos paisajes diversos que van desde la montaña, a los bosques y los campos de cultivo.
Antes de llegar a la capital, los embalses de Arlanzón y Uzquiza regulan sus aguas. El primero se construyó alrededor de 1930 para evitar que las crecidas provocadas por el deshielo de la nieve de la sierra de la Demanda provocasen inundaciones, frecuentes a lo largo de la historia; el segundo hace poco más de 30 años.
Estas obras tuvieron un efecto secundario: modificaron el paisaje y crearon espacios ideales para disfrutar en los meses más cálidos. En especial, el embalse del Arlanzón es un destino de veraneo ideal.
Situado en el municipio de Villasur de Herreros, cerca de la Sierra de la Demanda, sus alrededores ofrecen diferentes posibilidades senderistas y ciclistas, entre ellas la Vía Verde de la Sierra de la Demanda que bordea el pantano por su margen izquierdo.
Construida sobre un antiguo ferrocarril minero, este itinerario rodea el embalse entre pinos y robles, mientras que regala al visitante vistas a las montañas de la Sierra de la Demanda. Es el plan perfecto.
Lagunas de Neila, agua glaciar entre cumbres
Al este de la provincia de Burgos, las cumbres de la Sierra de la Demanda se alzan por encima de los 2.000 metros y dibujan un perfil abrupto que enmarca varias lagunas glaciares: Negra, Cascada, Tejera, Larga, Pardilla, Patos o Brava son algunos de sus nombres.
La puerta de entrada a este parque natural es Neila, un pequeño pueblo burgalés de tradición ganadera, rodeado de prados y montañas, donde pastan vacas, ovejas y caballos, mientras, las cabras ocupan las zonas más altas.
Sus casonas de piedra con escudos y sus dos templos de origen románico reflejan la riqueza de sus habitantes en el pasado, pastores trashumantes que pasaban largas temporadas en Extremadura con los rebaños.
Una de estas iglesias, la de San Miguel, acoge actualmente la Casa del Parque de este parque natural. Desde su apertura, se ha convertido en el lugar ideal para comenzar la visita e informarse de las posibilidades senderistas que ofrece el entorno.
Una de las opciones es la ruta de las lagunas de Neila, un sendero de 8 kilómetros que discurre a la sombra, entre pinares, hasta la laguna de la Cascada; una vez allí, rodea el circo glaciar ofreciendo unas vistas impresionantes de las lagunas, de los picos y de todo el entorno.
Pedrosa de Tobalina, una cascada mayúscula
Son muchas las cascadas que decoran la provincia de Burgos: la de Peñaladros, la de San Miguel, la Tobera, el Salto del Nervión... la mayoría se localiza al norte, enmarcadas entre árboles que aportan sombra y frescor durante el estío.
Una de las más espectaculares es la de Pedrosa de Tobalina o salto de El Peñón, creada por el agua del río Jerea, tributario del Ebro, a su paso por Pedrosa de Tobalina, una localidad dividida en dos barrios y habitada por un centenar de vecinos.
La cascada se encuentra en la parte baja y llama la atención por sus dimensiones: 12 metros de altura y más de 100 metros de altura, está rodeada de vegetación y cae formando un enorme charco. Sentarse a su orilla es todo un planazo para los meses más cálidos.