Una de las riquezas de Las Palmas de Gran Canaria (la principal ciudad de las Islas Canarias) es su apetecible clima, suave en invierno y en verano, con unas condiciones de vientos constantes, de baja intensidad y frescos, el alisio. Estas condiciones sumadas a su campo de regatas, abierto al este, permiten la práctica de uno de los deportes náuticos más singulares de España: La Vela Latina Canaria. Una modalidad exclusiva de la ciudad, que se distingue por contar con unas embarcaciones, botes, con una vela que es el doble de alta que su eslora, la navegación de ceñida contra el viento, en zig-zag, y una pasión popular histórica por esta competición.
De hecho las regatas y las ‘pegas’ (uno contra uno) de Vela Latina Canaria ya han comenzado y prometen permanecer cada fin de semana hasta finales de septiembre, con todas las medidas de seguridad sanitaria y un espectáculo que han disfrutado generaciones de canarios. La Avenida Marítima de la ciudad se llena, cada sábado por la tarde o domingos a mediodía, de cientos de aficionados que en guagua o vehículo particular siguen el avance contra el viento de los barcos, una perfecta fila multicolor que mantiene una de las tradiciones más apreciadas en la capital de Gran Canaria y que el público puede contemplar libremente desde la extensa línea litoral.
Los botes de Vela Latina Canaria miden aproximadamente 6,55 metros de eslora, 2,37 de manga y 1,35 de puntal, frente al gran tamaño de la vela, entre los 12 y 13,5 metros. Esto hace que sea complicado mantener la navegación debido a la desproporción de medidas, por ello los participantes deben utilizar su fuerza todos a una como una piña, para poder manejar la embarcación.
Nueva temporada
15 botes compiten en una nueva edición del campeonato El campo de regatas abarca desde la entrada sur a la ciudad hasta el Puerto de Las Palmas: esto es, el trazado del alargado centro urbano.
El visitante puede encontrar ocasión para retratar desde tierra estas postales de las velas luchando contra el viento. También puede disfrutar del ambiente, la afición y un acontecimiento que no encontrará fuera de Las Palmas de Gran Canaria. El ritmo de la competición, el paisaje de la misma ciudad bajo esta perspectiva y la propia afición popular sostienen un deporte vernáculo, que, como todos, ha tenido que afrontar un año más que complicado por el impacto de la pandemia global de la COVID-19. Y sin embargo, está lleno de futuro.
Un deporte con más de cien años de historia
La Vela Latina es, tradicionalmente, un acontecimiento vivido intensamente por los barrios costeros de la capital grancanaria. Y no desde hace unos días, precisamente: la primera regata de la que se tiene constancia data del año 1904. Entonces esos modestos botes pesqueros, de transporte de mercancías y pasajeros o cambuyoneros (barbarismo procedente del can buy on: pequeños comerciantes que interactuaban con la flota del Puerto) se habilitaron como embarcaciones para competir, gobernados por una tripulación numerosa que tumba (todos a una) a su nave para dirigirla en la dirección adecuada.
Es un espectáculo digno de verse, justo en una época del año en la que los vientos alisios se dejan notar en mayor medida. Los visitantes que se animen a ello descubrirán cómo en las Islas y en la ciudad el mapa del Deporte se extiende a otros territorios desconocidos en el exterior.
El de la Vela Latina está cargado de memoria histórica: en la década de los años cuarenta, cincuenta y sesenta era habitual que los aficionados vitorearan a sus botes desde esos barrios junto al mar (San José, San Cristóbal...)., con sus casas de colores y una población apasionada por esta suerte de vela. En la actualidad, el espectáculo ha sabido adaptarse a los tiempos: en cada jornada de competición unas 4.000 personas permanecen atentas a las evoluciones de las regatas a lo largo de la avenida marítima.