Tomar vino blanco ha dejado de ser algo exclusivo de la primavera y el verano. Las actuales exigencias del consumidor y la tendencia a las largas crianzas han conseguido que veamos los vinos blancos más allá de su naturaleza refrescante. Los blancos son vinos todoterreno, perfectos para descorchar en cualquier momento y ocasión, independientemente de la estación del año. Y es que un buen vino blanco, además de armonizar con todo tipo de platos, puede ser el mejor aliado para acompañar una velada desde el aperitivo hasta los platos principales, haga frío o calor.
Con esta filosofía, y siendo fiel a su incansable obsesión por elaborar vinos de máxima calidad, con personalidad propia y diferente, los hijos de Victoria Pariente, fundadora de Bodegas José Pariente, vuelven a deleitar a los paladares más exquisitos con la salida al mercado de la nueva añada 2019 de su vino blanco Viognier.
Un vino singular, elaborado con esta uva de origen francés cuyo característico perfil logró hacerse un hueco hace cinco años en la zona de Rueda, donde esta variedad era prácticamente desconocida. La historia del Viognier elaborado por Martina e Ignacio Prieto Pariente nace en una pequeña viña plantada en 1999 en el término de La Seca (Valladolid). Todo un hallazgo que hizo posible la creación de una joya para aquellos que no se conforman con la tipicidad y van más allá en la búsqueda de lo excepcional y desconocido.
“La viognier es una uva con alma de blanco pero corazón de tinto”, explica Martina Prieto Pariente, Directora Técnica de la bodega. “Nosotros respetamos al máximo la variedad pero mantenemos a la vez la frescura de los vinos de esta zona. No hemos querido hacer una copia de un viognier tradicional, sino una adaptación a al terruño”.
Espíritu rebelde
La fermentación y crianza del Viognier de Prieto Pariente se lleva a cabo en tres depósitos diferentes: acero inoxidable, ovoides de hormigón y barricas de roble francés de 500 litros. Seis meses de crianza sobre sus propias lías, combinando los métodos tradicionales con las técnicas más innovadoras, ponen de manifiesto el amplio abanico de posibilidades que esconde esta insólita variedad de uva.
“El resultado es un vino que mantiene todos los aromas y el cuerpo característico de la viognier, pero con una acidez más alta de lo normal; equilibrada, eso sí, pero un poco más alta”, aclara la enóloga. “Nuestro Viognier expresa recuerdos de hierbas silvestres, cítricos y brioche. En boca, se caracteriza por tener un amplio paso muy frutal y mineral. Hemos conseguido extraer de la viña la esencia de la variedad y, gracias a esto, hemos obtenido un vino muy aromático con volumen y peso”.
Este vino tan especial es una pieza importante en la aventura Prieto Pariente, que se inició hace diez años gracias al esfuerzo y el afán de superación de sus creadores. Un proyecto basado en la ilusión y el compromiso y llevado a cabo por la tercera generación de la familia José Pariente.