Nadie pone en duda, a estas alturas, la belleza de la Ciudad Condal y la cantidad de maravillas que puede ofrecernos como visitantes. De hecho, en alguna ocasión ya os hemos hablado de los lugares de visita obligada y de otros menos habituales que harán las delicias del viajero que llega a la ciudad.
Lo cierto es que Barcelona es un referente turístico mundial, no sólo por su clima, sus playas o su gastronomía, sino que también alberga algunos de los lugares más emblemáticos en sus respectivas categorías, como ocurre con los edificios de Gaudí en el apartado de la arquitectura, el Casino de Barcelona, reconocido como una de las mejores salas del mundo, el Mercat de la Boquería, aclamado como una mezcla de espíritu barcelonés y centro de productos autóctonos, el Port de Barcelona, capital europea de los cruceros, entre otros muchos ejemplos que podríamos incluir.
Vamos a centrarnos, en la entrada de hoy, en algunos lugares que solemos disfrutar los habitantes locales y que, tal vez, sean menos turísticos o no hayan llegado a los oídos de los turistas.
Els Tres Turons
No son, “els tres turons”, una única ubicación en sí misma, sino que se trata de las cimas que coronan tres parques y que nos ofrecen unas vistas únicas de la ciudad. Los tres están bastante cerca y comienzan con “El turó de la Rovira”, que se encuentra sobre el Parc del Guinardó y cuya vista más privilegiada se ubica en unas antiguas baterías antiaéreas de la Guerra Civil que nos ofrecen un paisaje majestuoso de Barcelona. No muy lejos de allí, el “Turó del Carmel” corona el famoso Parc Guell: por encima del parque, en la “Montanya pelada”, este rincón es poco conocido, pese a estar sobre la muy visitada obra de Gaudí. Por último, el “Turó de la Creueta del Coll” se encuentra sobre el parque del mismo nombre, tal vez el menos renombrado de los tres, y en su cima hayamos el tercer mirador imprescindible.
Museu Frederic Marés
En pleno Barrio Gótico, muy cerca de la Catedral, se ubica este centro dedicado a mantener y mostrar la enorme colección que atesoró durante su vida el escultor y coleccionista catalán Frederic Marés. Con obras que datan desde el siglo V a.c. hasta el XIX y una impresionante biblioteca, el lugar es relativamente poco conocido para el turista en general. Hay que destacar, también, un bar-terraza que se encuentra en la entrada (aunque dentro del recinto) que tiene un encanto especial y es perfecto para descansar durante un rato de un día de visitas culturales.
Biblioteca Rosend Arús
Situada en la parte baja del Paseo Sant Joan, fue fundada en 1895 y es, en la actualidad, un centro de investigación especializado en historia y cultura de los siglos XIX y XX, además de atesorar una obra de más de 75.000 volúmenes. Su Sala de lectura es majestuosa, al igual que atractivas son sus Sala de exposiciones y Sala de música. Un lugar injustamente desconocido para el gran público.
Palauet Albéniz
Si Montjuïc es una visita obligada para los viajeros que recalan en Barcelona, es importante no dejar de pasarse por este palacete, considerado la residencia oficial de la Familia Real en Barcelona. Su arquitectura es impresionante y se encuentra rodeada por los bellísimos Jardines de Joan Maragall, creados para la Exposición Internacional de Barcelona, en 1929, y dedicados al ilustre poeta del mismo nombre. Desgraciadamente, a día de hoy no puede visitarse el interior del palacete, pero los jardines y el exterior del edificio son razones más que suficientes para llegar hasta allí.
El Tibidabo
Y de una montaña a otra. Aunque el Tibidabo no se encuentre, propiamente, en la ciudad de Barcelona, es el lugar preferido para muchos de sus habitantes, ya que ha ubicado, históricamente, el parque de atracciones que ha marcado nuestra infancia. Lo cierto es que su posición privilegiada le otorga una de las mejores vistas (sino la mejor) de la Ciudad Condal. Rodeado por el Parc de Collserola (el pulmón verde de la urbe) alberga el Templo Expiatorio del Sagrado Corazón de Jesús, cuya construcción se inició en 1902, y que preside y sirve como referencia a la ciudad de Barcelona, ya que es visible casi desde cualquier punto de la metrópolis.