'Botero. 60 años de pintura' es una exposición retrospectiva, la más completa hasta la fecha en España del artista colombiano, que reúne 67 obras de gran formato que recorren sesenta años de las siete décadas de su trayectoria artística. La muestra, producida por Arthemisia con la colaboración del Ayuntamiento de Madrid, está comisariada por Cristina Carrillo de Albornoz con el apoyo de Lina Botero, hija del artista, y se puede visitar en CentroCentro, hasta el 7 de febrero de 2021.
Extracto de la entrevista de la comisaria de la muestra, Cristina Carrillo de Albornoz, a Fernando Botero:
Desde que tenía 17 años, Fernando Botero se ha dedicado a pintar un mundo particular, trabajando con libertad plástica y asombrosa creatividad, siempre comprometido con sus fuertes convicciones sobre la estética, la excelencia y la defensa de una coherencia artística. A lo largo de estos 70 años ha forjado un opus formidable de más de 3.000 oleos, más de 200 esculturas y de más de doce mil dibujos a lápiz, carboncillo, pastel y sanguina.
Hasta consolidarse como un artista universalmente reconocido, considerado como un clásico del siglo XX, tuvo que atravesar un largo camino, que simplificando al extremo, podría resumirse en tres etapas. La primera, en la que soñaba ser el nuevo Gauguin y el nuevo Picasso; la segunda, el joven que anhelaba parecerse a Piero della Francesca; y finalmente, la tercera, en la que comprendió que su trayectoria debía enfocarse en convertirse propiamente en Botero, y lograr su estilo propio y original, con el que ha contribuido a la creación de una nueva concepción de la pintura, del espacio, de la enormidad del universo.
- Vuelve a Madrid, una ciudad importante en su carrera. Desde sus principios estudiando en la Academia de Bellas Artes y su aprendizaje en el Prado, hasta sus exposiciones como en la del Museo Reina Sofía, en 1987, o la exposición de esculturas monumentales en el paseo de la Castellana, en la primavera de 1994. ¿Que le fascina más de Madrid? ¿Cuáles son sus recuerdos más entrañables?
- La experiencia más importante que haya tenido en Madrid fue la de finalmente conocer los originales de las obras maestras en el Museo del Prado. En Colombia, solo había tenido la oportunidad de ver estas obras en reproducciones. Frente a Las Meninas, frente a Goya, sentí la belleza; no tenía necesidad de más explicaciones.
- La exposición de CentroCentro se divide en los temas más relevantes de su trayectoria pictórica. Todos los temas los trata con un optimismo y frescura desbordante. ¿En qué sentido podemos afirmar que su pintura es una celebración de la vida?
- En general, mi pintura trata temas amables, como ha sido el caso a lo largo de la historia del arte con Tiziano, Botticelli, Velázquez... Sin embargo, aunque prevalece la amabilidad y la belleza, no siempre mis obras muestran un aspecto optimista de la vida. He hecho una serie muy extensa inspirado en la violencia de Colombia, mi país, y otra mostrando la tortura en la cárcel de Abu Ghraib en el momento de la guerra en Irak. Si dijera que cuando pinto estoy tratando de celebrar la vida, sería inexacto. Los problemas de la pintura son tan complicados, que ya son abrumadores. No hay 'mensaje' en mi trabajo. Cada uno ve lo que quiere ver.…
- ¿Cuál cree que es la decisión estética más arriesgada que ha tomado en su carrera?
- La decisión estética más arriesgada que he tomado es la de ser fiel a mí mismo, olvidándome de las modas y movimientos.
- ¿Podría definirnos cuál es su estética particular?
- Como artista, he sido partidario de la pintura figurativa, en la cual debe haber un equilibrio entre elementos decorativos y expresivos, porque cuando miro una obra de Piero della Francesca, por ejemplo, me emociona la belleza del color, del perfecto equilibrio de la composición, la inesperada distribución de elementos y la armonía; pero, al mismo tiempo, la obra me habla de algo más allá de la parte formal. De poesía y de una grandeza humana, con sus gestos y su hieratismo. Es por esto que nunca fui partidario ferviente del abstraccionismo, que, aunque siendo muy decorativo, pienso que no va más allá...
- Finalmente fue en México y por azar en donde por fin encontró la que sería su “expresión personal”. El estilo Botero. ¿Cómo ocurrió este fortuito azar?
- Fue al pintar Naturaleza muerta con mandolina en 1957. El hueco de la mandolina lo hice muy pequeño y comencé a preguntarme porque ese detalle desproporcionado otorgaba otras dimensiones al cuadro. El contraste entre las formas generosas y monumentales exteriores y los exagerados pequeños detalles producía un mundo original único [me enseña un cuadro de María Antonieta en el que la boca y las manos diminutas contrastan con el volumen de su pelo o de su sombrero]. Entonces me di cuenta de que podía desafiar los límites y que lo importante era lograr un nuevo equilibrio interno entre esas proporciones sin proporción. Jamás he visto deformidad en mi obra; no hay que olvidar nunca que la belleza en el arte no tiene que ver con la belleza del mundo real.