No tienen playa, pero tienen sierra, paz, paredes encaladas y todo el encanto portugués flotando por sus calles adoquinadas. Descubrir los pueblos de la sierra de Caldeirão bien merece separarse del mar y disfrutar de naturaleza verde, tradición y pura esencia algarvía, en compañía de alcornoques, madroños, higueras y pinos.
El Algarve es un maravilloso paraíso azul, pero también lo es verde: verde puro, verde relajante, verde apetecible. Y es que más allá de su deslumbrante y paradisíaca línea costera, el sur de Portugal esconde un sugerente mundo interior, salpicado de higueras, pinos, casitas blancas y pueblos con encanto. Generoso en bucólicas vistas a base de naturaleza, silencio, cielos azules de día y estrellados de noche y esos momentos de paz que sólo el entorno rural sabe regalar, el Algarve interior esconde muchos secretos por descubrir. Aquí desvelamos sólo cinco de obligada visita.
Rodeado de bosques, con espectaculares vistas que alcanzan el mar, São Brás de Alportel es una aldea que, aunque pequeña, es famosa por varias cosas. Porque es muy linda. Porque tiene un Museo Etnográfico del Algarve de gran interés, por fuera, con su típica fachada de azulejo, y por dentro, con una completa colección de trajes típicos de la región, de los siglos XIX y XX. Porque en ella nació Carlos Gago Coutinho, orgullo de Portugal por su hito histórico de la aviación al completar el primer cruce aéreo del Atlántico Sur. Y por sus plantaciones de alcornoque, que hacen de esta aldea el mayor centro de producción de corcho de Portugal y uno de los primeros del mundo (explicación por la cual muchas de las tiendas de recuerdos de todo el Algarve se llenan de productos elaborados con corcho).
El paisaje que envuelve a la aldea es precioso. Algunos miradores en las proximidades permiten disfrutar de las vistas de la sierra y alcanzar la mirada hasta el mar, como son el Miradouro do Alto da Ameixeira y el de Alto da Arroteia.
Paderne es otro pintoresco pueblo del barrocal algarvío, entre espléndidos paisajes verdes. Rodeado de exuberantes campos y bosques de pinos, está coronado por un famoso castillo, uno de los siete representados en la bandera de Portugal. Construido en el siglo XII por los árabes y conquistada en 1280 por D. Pelayo Pérez Correa, se trata de un excelente ejemplo de arquitectura militar musulmana, gravemente dañado durante el terremoto de 1755. Imponente testimonio histórico, hoy día sólo conserva las murallas y una iglesia derruida del siglo XV, si bien pinta un escenario único y muy pintoresco, que hacen de Paderne una de las villas con más encanto del Algarve.
Pero Paderne es más que su simbólico castillo. Es esencia portuguesa, en su enjambre de calles que han sabido preservar ese genuino sabor a aldea. Es animación tradicional, en su mercado semanal, en el que se dan cita los productores locales, y en su cita navideña anual Paderne Medieval. Y es naturaleza. porque cuenta con una vasta red de senderos que, partiendo desde la propia localidad o el viejo lavadero, a las afueras, donde por cierto aún hoy en día se sigue lavando, conduce a un paisaje bucólico entre olivos, algarrobos, arbustos y plantas aromáticas a los lados del río Quarteira. Un paisaje privilegiado, con ese encanto rural y slow, tan apreciado hoy día, constituido como Estación de Biodiversidad, dentro de la Red Natura 2000.
Silves es un pequeño destino de cuento entre naranjos y viñedos, en las faldas de la Sierra de Monchique. No en vano, fue capital del Algarve durante siglos, el centro neurálgico del reino árabe que fue y escenario de no pocas leyendas de príncipes y princesas como ciudad rica, bella y lujosa que era. Aún hoy desprende ese halo de magia y misterio, emergiendo entre el verde con su imponente castillo como telón de fondo, uno de los monumentos más importantes del Algarve y uno de los mejores casos de arquitectura militar islámica en todo Portugal. Una visita imprescindible en la región, que permite viajar al siglo XI, además de disfrutar desde sus murallas de unas vistas únicas de un precioso paisaje bañado por el río Arade.
Pequeñas casas, estrechas y encaladas, y callejas retorcidas a la sombra de colosal castillo, conforman la fisonomía de Silves, capital de la naranja y tierra de viñedos por ende, ofreciendo el atractivo añadido de poder visitar plantaciones y bodegas.
Loulé es otra joya alejada de los tradicionales circuitos. Es pura esencia portuguesa, puro encanto algarvío, a tan sólo 15 kilómetros de la capital de la región, Faro. Uno de sus símbolos más reconocibles es el Mercado Municipal, de 1908, una impresionante construcción de inspiración morisca, con minaretes rojizos y aspecto de mezquita, orgullo de la villa y del Algarve. Además de ser mercado de abastos se ha convertido en todo un símbolo de la cocina tradicional algarvía, acogiendo habituales iniciativas gastronómicas para poner en valor los productos y recetas autóctonos.
Junto al mercado, el otro icono de Loulé es su castillo árabe, rodeado de sinuosas calles medievales que confluyen ahora en una iglesia, ahora en un jardín, ahora en un convento. El mayor atractivo de Loulé es sin duda el de dejarse llevar por ellas y acabar sentado en una terraza, en un café escondido o buscar expresamente el famoso Café Calcinha, ligado a literatos y pensadores, que abrió sus puertas por primera vez en 1927. Un café de los de antes pero que gustan tanto ahora, incluido en la Ruta de los Cafés con Historia de Portugal, a la altura de la famosa A Brasileira do Chiado de Lisboa o el Café Majestic de Oporto.
Alcoutim es la villa hermana de la española Sanlúcar del Guadiana. Separadas y a la vez unidas por esa privilegiada frontera natural que es el Guadiana y su espectacular entorno, Alcoutim es un diamante en bruto para los amantes del senderismo y las actividades de naturaleza, en el escenario único que proporciona la ribera del río.
Hábitat natural de numerosas especies de flora y fauna, muchas de ellas en peligro de extinción, y una rica ictiofauna única en Europa, en este paisaje inigualable no faltan las actividades en el río, como kayak o paseos en barco, ni las rutas de senderismo, como la etapa 1 de la Vía Algarviana (Alcoutim-Balurcos) o la Gran Ruta del Guadiana GR15, en su tramo Alcoutim-Mértola.
En cuanto al pueblo, Alcoutim resume todo el en encanto del Algarve, y tan cerquita de España que visitarlo es un must. Una pequeña villa hecha de casitas blancas y puertas azules o amarillas y calles serpenteantes con el típico adoquín portugués que culminan en un flamante castillo del siglo VIII, con espectaculares vistas a todo este privilegiado enclave que pinta el Guadiana.