La competición se disputará del 16 al 19 de agosto y será el primer gran evento deportivo post-Covid en esta región belga.
Tras haber modificado el recorrido previsto, la prueba tendrá cuatro etapas y un total de 750 kilómetros, con inicio en Soignies y la meta final en Erezeé.
El itinerario ofrece la oportunidad de conocer algunos de los lugares más auténticos de la Bélgica francófona: castillos, parques y atracciones únicas se fusionan en una particular aventura que crece alrededor de los puntos por donde pasará de la prueba ciclista.
Desde el domingo 16 de agosto y hasta el miércoles 19, la región de Valonia (Bélgica), acogerá la competición ciclista de nombre homónimo: el Tour de Valonia, catalogado por la Unión Ciclista Internacional (UCI) como ProSeries, la segunda máxima categoría del ciclismo de carretera masculino. Será el primer gran evento deportivo en Valonia tras los estragos causados por el Coronavirus.
Además de una exigente prueba para equipos de la categoría de Israel Start Up Nation o NTT Pro Cycling, el Tour de Valonia es una gran ocasión para conocer la región, ya que alrededor de sus 750 kilómetros se alzan algunos de los monumentos y lugares más asombrosos del territorio:
Etapa 1
Soignies, ubicada a escasos 20 minutos de la siempre cultural Mons, será el punto de partida del Tour de Valonia. El municipio es una atracción turística en sí, ya que se considera la capital europea de la piedra azul. Allí, en un reducido circuito de cuatro kilómetros, pueden descubrirse lugares construidos con piedras azules: la Colegiata de San Vicente (patrón del municipio), el antiguo cementerio y su capilla, las murallas, la Maison Nalis y el convento franciscano. La colegiata de San Vicente es, sin duda, es la más imponente de todas, haciendo evidente el legado medieval en Soignies.
Etapa 2
A poco más de 15 kilómetros de Frasnes-lez-Anvaing (salida de la segunda etapa), se encuentra el parque natural de Pays des Collines, espacio que ocupa seis municipios valones y que se caracteriza por sus colinas y macizos boscosos. Desde este punto, lo más cercano es la zona de Hamaide, que alberga un eco-museo que descubre al visitante momentos cotidianos de la vida rural, ya que es una zona donde la agricultura y la ganadería tienen especial importancia.
Si bien Pays des Collines destaca por su belleza, la atracción más curiosa de esta etapa es el plano inclinado de Ronquières, único en su género y por lo tanto, en el mundo. Se trata de asombrosa construcción con un puente y dos cubas (o bañeras sobre ruedas), que llevan los barcos durante una distancia de 1.432 metros y superan un desnivel de 68 metros.
Etapa 3
De Montzen a Pays de Herve hay poco más de 13 kilómetros. O lo que es lo mismo: de la salida del tercer día a uno de los parques valones que guardan un su interior un patrimonio tan grande como la abadía cisterciense de Val-Dieu, el cementerio americano Henri-Chapelle o el pueblo de Clermont-sur-Berwinne hay unos escasos veinte minutos.
Si bien para visitar todos estos rincones requiere ir allí en más de una ocasión, el penúltimo día del Tour de Valonia tiene dos visitas rápidas pero únicas: el castillo Franchimont y la presa del río Gileppe. El primero es una edificación del siglo XI de carácter medieval. En Valonia, tierra de castillos, esta fortificación destaca por estar construida en un promontorio y ejemplificar los cambios en los sistemas de defensa que hubo durante el Renacimiento, con la aparición de casamatas y subterráneos de acceso, elementos que hoy se pueden visitar.
Por su parte, la presa del río Gileppe es una de las más antiguas de Europa y desde su mirador permite unas vistas que llegan al bosque nacional de Hertogenwald, el más grande de Bélgica y un ejemplo magnificente de la importancia de los espacios verdes en el país y la región.
Etapa 4
Una de las paradas más interesantes del último tramo del Tour de Valonia es el municipio de Marche-en-Famenne. Es, ni más ni menos, una ciudad condecorada con los premios EDEN (2011), que designan los mejores destinos turísticos de Europa. A día de hoy, se puede cruzar gran parte de la ciudad a pie, gracias a una remodelación urbana que conservó su legado histórico, caracterizado, especialmente por esculturas temáticas que se reparten por todo el municipio.
Este particular itinerario no puede cerrarse sin una visita de lo más peculiar a las Ardenas: a bordo del Tranvía turístico de Aisne en Erezée, villa donde termina la prueba ciclista valona. Un tranvía centenario que recorre una vía de ferrocarril secundario de las Ardenas, que permite un paseo entre los paisajes montañosos que aguarda esta zona de la región de Valonia.