Odiseo, que debe su nombre al del héroe retratado por Homero en La Odisea (también conocido como Ulises, en latín), es muchas cosas: es un prodigio de la arquitectura moderna; un referente gastronómico; un centro integral de ocio y disfrute; una visión personal de la esencia y los valores de las distintas culturas bañadas por el Mediterráneo; un viaje sensorial; el edificio que los fenicios, los griegos o los romanos harían en la actualidad; una reflexión sobre el lujo contemporáneo; un proyecto sin precedentes en nuestro país que pone a Murcia en el mapa mundial y, sobre todo, la suma de un gran elenco de profesionales absolutamente portentosos en sus diferentes terrenos.
Expresado en números, es un espacio de 15.000 m2 con capacidad para 2.000 personas distribuidas en sus tres alturas, que ha sido posible gracias a una inversión de 30 millones de euros por parte del Grupo Orenes (uno de los grandes referentes del ocio en España) y que ha dado trabajo a 240 profesionales. Entre ellos, 45 cocineros y una compañía teatral propia. En la planta baja, alberga el renovado casino de Murcia (antes ubicado en el mítico restaurante El Rincón de Pepe), un sport bar y un restaurante de cocina nikkei. En la primera altura, hay una discoteca y un teatro donde se celebran dinner shows las noches del fin de semana. En la segunda, se encuentran un bar, dos restaurantes (uno de corte más informal y otro gastronómico) y dos terrazas (una para comidas y cenas y otra para copas) y en el ático, una imponente terraza para la celebración de eventos privados para hasta 30 personas por la que discurre la mayor piscina en voladizo de Europa y segunda del mundo, sólo superada por la del Marina Bay Sands, en Singapur, con un total de 44 m de longitud en voladizo (22 por cada lado de la estructura que envuelve el edificio).
Prodigio de la arquitectura moderna
La arquitectura y el interiorismo de Odiseo son obra del murciano Manuel Clavel, responsable de proyectos de gran fama mundial como el restaurante Mix de Alain Ducasse en Dubai o Urban Jam, una de las fachadas del Museum Garage, en el Design District de Miami, por el que obtuvo varios de los más de 80 premios internacionales de arquitectura y diseño que avalan su trayectoria. Como el poema épico en el que se inspira Odiseo, el arquitecto narra aquí un viaje por el Mediterráneo a través de los sentidos. Y también como en la obra de Homero, la historia que cuenta el espacio comienza con la invocación de las musas ya que, para encontrar su numen, Manuel Clavel se embarcó en un periplo por Turquía (cuna de la antigua Troya), Grecia y sus islas e Italia siguiendo los pasos de Ulises en una huida de obvios clichés.
El resultado es un lugar despojado de tópicos, elegante, cargado de reflexión, lleno de rincones, magia y momentos donde resuenan sutiles ecos de distintas civilizaciones mediterráneas, como los fenicios (los primeros en concebir la gastronomía como algo hedonista), los griegos y los romanos (grandes amantes del espectáculo). Así, entre las referencias en clave contemporánea a las culturas clásicas que encontramos destaca la propia estructura del edificio: una imponente celosía compuesta por tubos de más de 30 metros que está inspirada en las columnas de un templo helénico.
Otros atributos de la esencia mediterránea, como la exuberancia, la vegetación y el agua, están representados de alguna manera. Y por supuesto, lo está el mar: en las lámparas de concha (como todo en Odiseo, hechas a medida por artesanos locales), en las jaulas que recubren las mesas del gastronómico (una alegoría a Poseidón y sus ninfas), en las paredes de escamas que cubren la cocina vista del restaurante principal o en unas grandes burbujas que encierran barcos, sirenas y otras fantasías y que, desde un punto concreto del restaurante, sumergen al comensal en las mismísimas profundidades marinas. En definitiva, todo es un viaje, un sueño. Hasta el salón rojo de la planta baja (que alberga un comedor de cocina nikkei en homenaje a otro famoso trotamundos, Marco Polo, en su travesía hacia Asia Oriental) o sus seis cuartos de baño, todos distintos y de lo más intagrameables. Cabe destacar además la acústica y la cuidada iluminación, que contribuyen a crear ese bienestar y ese lujo inmaterial que demanda el viajero del siglo XXI.
Gastronomía como hilo conductor
El hilo conductor o quintaesencia de todo este complejo es sin duda la gastronomía que, en palabras de la propiedad, «representa el 80% de la oferta de Odiseo» y que lleva la firma del cocinero alicantino Nazario Cano, reconocido con una estrella Michelin en su anterior etapa en El Rodat (Jávea). Nazario comenzó su idilio con la profesión a la temprana edad de nueve años, «no por imposición, sino por pura vocación»: su abuelo era pescador y su padre cocinero en La Goleta, un restaurante de cocina tradicional en Alicante, y por eso el mar, los salazones, el olor a carbón y los caldos de pescado que hacían para los arroces marineros están entre sus primeros recuerdos, impregnando de aroma y sabor cada plato que imagina. A los 12 años, siguió a su progenitor hasta El Delfín, donde descubrió productos como el caviar y la trufa, que se llevaba a casa a escondidas para investigarlos y de los que aun hoy no se ha desprendido su cocina. Más adelante trabajó junto a figuras de la talla de Ramón Roteta, Martín Berasategui, Ferrán Adriá, Manolo de la Osa o Norberto Jorge, de la arrocería Casa Benigna, con quien viajó a Francia para conocer sus grandes comedores con dos y tres estrellas Michelin.
De cada maestro y de cada vivencia, Nazario fue absorbiendo algunos de los rasgos que hoy definen su cocina. Una cocina tan osada en apariencia como esencial en el fondo; donde hay tanta reflexión como intuición (la propia materia prima es la que le inspira); que puede definirse como de autor pero también como de terruño, ya que se adapta a la despensa local del lugar en que se encuentra en cada momento; que resulta divertida (por estética, insólita, fácil de compartir...) pero, al mismo tiempo, reverencia a un producto de primera y en la que se vale de técnicas primitivas (salazones, ahumados, sustanciosos caldos y fumets, etc.) en pro de reforzar el sabor.
Cada vez una experiencia distinta
Este excepcional capitán de barco tiene el mérito de haber creado para Odiseo un repertorio inagotable de conceptos culinarios que hacen que cada visita a Odiseo sea única, distinta a la anterior. «Otros colegas tienen que coger un avión para visitar sus diferentes negocios; yo, por suerte, solo tengo que tomar el ascensor», explica el chef, cuyo cargo en este nuevo proyecto bien podría ser el de responsable de emociones: «me gusta decir que un cocinero no duerme, sueña, porque nuestra misión no es solo dar de comer bien, sino sorprender y hacer disfrutar al comensal».
En el restaurante principal, estructurado en torno a una gran barra donde los cocineros preparan la comanda a la vista del público animados por la música del DJ (cuyo espacio de trabajo se integra dentro de la propia barra), Nazario ofrece un completo recorrido por su desbordante creatividad a través de más de un centenar de platos y pequeños bocados recogidos en nueve apartados: Barra fría, Rincón de Murcia, Fusión, Italiano, Brasa (con opciones de la huerta, el mar y la montaña), Arroces, frituras, pescados y carnes, Zona verde, Japonés y Postres, que incluyen un carro de dulces de Paco Torreblanca. En el restaurante gastronómico puede optarse por dos menús, Aglaia (90 €) y Ares (60 €), donde no faltan algunos clásicos de Rodat y propuestas de nueva creación.
Aunque de manera más desenfadada en un uno y más formal en el otro, en ambos restaurantes se siente la esencia de Nazario: la querencia al mar que heredó de su abuelo; el domino de los arroces (que también le viene de cuna); la destreza con la caza y el guiso que adquirió en Las Rejas; la precisión técnica de los padres de la vanguardia vasca, pero también, el gusto por la parrilla y el sarmiento del clásico comedor norteño; su capacidad para mimetizarse con el entorno al reinterpretar productos y recetas murcianas y, cómo no, su manera de dar sentido y valor al concepto de mar y montaña en carnes que encuentran su enjundia en un fondo marino o en pescados y mariscos enriquecidos con sutiles pinceladas cárnicas. Todo ello está arropado por un servicio de sala y un equipo de profesionales de primerísima división en el que destacan la sumiller Sandra Rausell (responsable de una bodega de en torno a 250 referencias), las maîtres Natalia Brun y Edurne Martínez (procedentes de El Rodat y otros estrellas Michelin) y, muy especialmente, Arturo Trujillo, director del proyecto gastronómico y gerente del grupo hostelero Collados desde hace más de 30 años.
Espectáculos
Las múltiples opciones culinarias que abarca Odiseo comprenden también un restaurante de cocina nikkei –cuya propuesta es el resultado de los cuatro años que Nazario Cano vivió en Perú–, una carta de fine food con regusto americano en el sport bar y las cenas espectáculo de los viernes y sábados por la noche, otra de las grandes estrellas de Odiseo. Se puede disfrutar de un completo menú y del número diseñado por el murciano Óscar Molina y el alicantino Jesús García directores artísticos de Odiseo y con experiencia previa en compañías como Yllana y proyectos como Lío Ibiza–, en el que la música, la danza y algunas pinceladas de humor se dan cita contagiando el espectador del espíritu propio de un show de Broadway o Las Vegas.