De Alberto Dorado y De Alberto Ecológico Verdejo 100% DO Rueda, premiados en el Sommelier Wine Awards de Japón con el Bronce y la recomendación especial del jurado.
¿Qué hace que nos fiemos tanto de la opinión de un sumiller?
Como en todo, lo primero es la profesionalidad. Si se trata de un buen profesional, tenemos la sensación de que efectivamente debemos fiarnos de su consejo. Se trata de una persona con un alto grado de especialidad, adquirida tras una formación específica y, en muchos casos, con reconocimiento oficial a nivel internacional. Sin embargo, ¿es esto lo realmente decisivo para que un sumiller nos haga flotar de emoción cuando un vino entra en nuestra boca y nos sorprende, nos maravilla y nos hace soñar?
Seguramente, en esto entran más factores en juego. A continuación hemos seleccionado cinco. Cinco rasgos de sumiller que también están en ti:
La generosidad
Catar es catar con alguien. Sin compañía no se puede realizar este viaje. Compartir la experiencia de disfrutar de ese vino, descubrir cómo es, qué personalidad tiene y comparar opiniones con el otro, es la única forma de desvelar sus secretos. Y es esa generosidad de poner en común todo lo que estamos sintiendo, sin sesgo ni cortapisa, lo que nos hará aprender y sacar todo el provecho a esta maravillosa experiencia.
La curiosidad
El reto de descubrir qué expresa un vino y en ocasiones, incluso, de descifrar sus secretos ocultos (porque no nos engañemos, a veces no es tan fácil) es para gente curiosa. Gente con ganas de conocer, de saber un poquito más con un único fin: disfrutar aún más.
La memoria
Hay experiencias que nos dejan un impacto tal que se graban en nuestra memoria sin que hagamos ningún esfuerzo por nuestra parte. Algunos vinos son así. Sin embargo, podríamos decir que ejercitar la memoria es buena cosa para catar. De hecho, gracias a este ejercicio, nosotros, así como los sumilleres, podemos desarrollar mucho nuestras dotes de identificación de aromas y sabores. Los umbrales olfativos de la población en general son muy parecidos, pero lo que realmente puede marcar la diferencia al catar es la atención que ponemos para recordar lo que un vino nos está haciendo sentir, y reconocer esas sensaciones al volver a catar en el futuro.
El hedonismo
Llámalo hedonismo, ser un disfrutón o como prefieras. Sabemos que el gozar de la vida como esencia de lo que somos es importante para ti. Un amante del vino es un amante de la vida. Tener esa sensibilidad, hace que los disfrutones nos reconozcamos entre nosotros cuando toca elegir el restaurante o el bar al que ir con el grupo de amigos y no queremos ir “a cualquier parte”, o cuando probamos un vino y miramos con ojos saltones a ese otro disfrutón porque nos está maravillando lo que sentimos y queremos compartirlo.
La humildad
La humildad de saber que no sabemos nada, que hay un mundo entero por catar y que lo que conocemos es tan sólo una gota en el océano. Sin embargo, el que nos falte tanto por conocer es una suerte pues aún nos queda mucho con lo que sorprendernos.