El Valle del Dordoña, (la Vallée de la Dordogne) es una de las regiones del interior de Francia más fantásticas para recorrer. Los tramos más seductores del río que da nombre a este departamento, pertenecen al Périgord, en Aquitania, a trescientos kilómetros al norte de Andorra, no muy lejos de Toulouse y de Burdeos.
Al río Dordoña se asoman castillos, ciudades medievales y algunos de los pueblos más bellos de país galo. Una región en la que se puede disfrutar de maravillosos paisajes y pueblecitos encantadores cuajados de joyas históricas.
El cauce, sinuoso y de suave corriente del río Dordoña resulta ideal para recorrerlo en canoa o en kayak, disfrutando de un paisaje lleno de contrastes, con bosques, acantilados y pueblos medievales, y algunas de las pequeñas poblaciones más bellas de Francia.
Al río Dordoña se asoman castillos, ciudades medievales y algunos de los pueblos más bellos de Francia
Se trata de una región rica en historia, naturaleza y gastronomía. Ciudades medievales, como Sarlat, Beynac o Bergerac, a la orilla del río hacen las delicias del viajero.
Hay numerosos asentamientos del paleolítico, donde se han encontrado numerosos restos arqueológicos y pinturas rupestres. Cuevas con miles de estalactitas y estalagmitas se reparten por todo el valle, que podría llamarse también el valle del foie gras, (producto estrella de la gastronomía francesa) ya que cuando se llega al Périgord de Francia, pueden contemplarse rebaños de ocas.
En toda la región hay innumerables castillos, torreones de defensa y mansiones señoriales. Esto se debe a que el valle del río Dordoña era el camino real para llegar de la región del Limousin a la ciudad de Burdeos, y, como tal, fuente de atracción para los bandoleros. Por eso los habitantes construyeron muchos castillos defensivos a la orilla del río. Los castillos de Beynac, Salignac, Milandes o Castelnaud son algunos de los más bonitos.
Por ejemplo el pueblo de La Roque Gageac está considerado uno de los más hermosos de Francia. Una de las mejores maneras de visitar la zona y ver todos los castillos en su esplendor es con un kayak o en uno de los muchos barcos turísticos que ofrecen rutas, recorriendo el río y dejándose sorprender en cada recodo.
Sarlat es uno de los pueblos más importantes de la zona, con estrechas calles medievales, palacetes góticos y renacentistas, todo el pueblo parece un escenario coqueto y seductor. En la plaza de la catedral se celebra en verano un festival de música y teatro, y todos los sábados se abre un mercado al aire libre de delicias gastronómicas que atrae a gente de toda la región. El mercado ya se celebraba en tiempos medievales, y es un punto de encuentro muy popular. Esta preciosa ciudad medieval cuenta con un centro rico en monumentos e historia. En el campanario de la antigua iglesia de Santa María se ha instalado un ascensor de cristal, obra del arquitecto Jean Nouvel, para poder admirar la ciudad desde lo alto, con la sucesión de techos de pizarra. Además, tiene numerosas tiendas y restaurantes donde comprar y degustar las dos grandes especialidades de la zona: el foie gras y la trufa. Se pueden encontrar en todas las variedades, con todos los ingredientes añadidos imaginables, o al estilo más puro. En todos los restaurantes están presentes, en recetas muy diversas. En la ciudad hay innumerables tiendas donde comprar productos relacionados con estas delicatesen gastronómicas.
Por su parte, Bergerac es la cuna del célebre personaje Cyrano de Bergerac, que cuenta allí con una escultura en su recuerdo. El centro medieval y la orilla del río proporcionan rutas agradables y fáciles. Un poco más allá está el santuario de la Virgen Negra de Rocamadour, lugar de peregrinaje de cientos de personas cada día. Se accede a través de una escalinata que salva el escarpado acantilado y en la que se sitúan multitud de leyendas. Vida prehistórica Las famosas pinturas rupestres de las cuevas de Lascaux, cerca de Montignac, son parada obligatoria. Descubiertas por casualidad en 1940, ofrecen con gran realismo escenas de caza, caballos o ciervos. Lo que se puede visitar es una reproducción idéntica a pocos metros de las originales, para preservarlas del deterioro.
En toda la región hay innumerables castillos, torreones de defensa y mansiones señoriales
Asimismo, a orillas del río Vezère se encuentran muchos otros yacimientos. En Les-Eyzies-de-Tayac se halla la llamada gruta del Hombre de Cromagnon, con un museo muy completo. Y algo más allá está el espectacular Roque de Saint Christophe. Allí se encuentra una de las más importantes aldeas trogloditas del mundo. Excavadas en la roca, desafiando la verticalidad de las pendientes a la orilla del río, son una visita impresionante. Gastronomía
Además, la gastronomía de la zona es muy rica, ya que al célebre foie gras se le añaden multitud de productos del bosque, que según la temporada protagonizan mercados al aire libre. Trufas, setas, nueces, castañas, un queso de cabra llamado cabécou, confites diversos, pastel de nueces o de frutos del bosque y los vinos autóctonos completan la visita a esta región.
Paisajes y lugares imprescindibles en el Valle del Dordoña
Les Orgues de Bort
Una curiosidad geológica destacada, este famoso paraje natural, a 789 metros de altitud, ofrece extraordinarias vistas de la ciudad de Bort-les-Orgues, el valle del Dordoña y los montes de Auvernia.
Mirador de Gratte-Bruyère
Suspendido a 200 metros sobre la confluencia entre el Dordoña y el Sumène, las vistas sobre el curso de agua que serpentea entre los bosques te dejarán sin aliento. Un pequeño y tranquilo paraíso natural
Las torres de Merle
Un pequeño desvío del Maronne, afluente del Dordoña, rodea los vestigios de las torres de Merle. El circuito a pie de 11 kilómetros permite contemplar esta ciudad medieval desde todos los ángulos.
Beaulieu-sur-Dordogne
Ciudad medieval construida en la margen derecha de Dordoña. Aquí se puede subir a bordo de una gabarra, embarcación tradicional para transportar mercancías, y admirar las vistas de los muelles y la capilla de los Penitentes en Beaulieu-sur-Dordogne.
Los jardines colgantes de Marqueyssac en Vézac
A 130 metros sobre el Dordoña, estos jardines esconden algunas maravillas. Imagina 150.000 bojes podados formando sinuosos caminos, encinas de formas extravagantes, cipreses adornando las terrazas... Además de las composiciones diseñadas con el estilo de la escuela Le Nôtre, los jardines ofrecen un espacio de juegos a la antigua y un laberinto para deleite de los más pequeños.
Los castillos de Beynac, Salignac, Milandes o Castelnaud son algunos de los más bonitos
Beynac-et-Cazenac
Se trata de uno de los lugares más grandiosos sobre la ribera del Dordoña, también declarado como uno de «los pueblos más hermosos de Francia». Beynac-et-Cazenac está situado a los pies de un acantilado de 150 metros coronado por una impresionante fortaleza. Desde arriba se disfruta de unas vistas de vértigo del valle y sus castillos.
Castillo de Milandes
A pocos kilómetros, el castillo de Milandes, donde vivió sus últimos días Joséphine Baker.
El Chateau des Milandes es una bella muestra de arquitectura renacentista con elementos góticos que sin duda merece la pena visitar si estamos por la zona. Fue construido en 1489 por François de Caumont. Desde allí, se tiene otro punto de vista del valle de los 1001 castillos.
Le cingle de Trémolat
Pueblo conocido por su famoso «cingle»: un meandro del Dordoña que podemos admirar desde lo alto del mirador de Rocamadou.
Unos miradores naturales desvelan un panorama único de la región. La vista se extiende 180º. Las dos curvas casi perfectamente simétricas están unidas entre sí por una tercera curva en sentido inverso. En el interior de las curvas, el paisaje de las tierras agrícolas desvela un mosaico de colores.
La palabra francesa para designar este meandro, cingle, hace referencia a una culebra verde y amarilla que se encuentra en el suroeste.
Contemplar sin prisas este extraordinario paraje natural, es un espectáculo grandioso.
El castillo de Monbazillac
El castillo de Monbazillac es un lugar ahora clasificado como monumento histórico. Rodeado por un viñedo de fama mundial, no lejos de la ciudad de Bergerac, el edificio fue construido a mediados del siglo XVI por Charles d'Aydie.
La gastronomía de la zona es muy rica, ya que al célebre foie gras se le añaden multitud de productos del bosque, que según la temporada
Construido en un plano rectangular, y rodeado de cuatro torres circulares, pasa de mano en mano a lo largo de los siglos, llegando a la Revolución Francesa sin mayores daños. Fue a principios de la década de 1960 cuando la cooperativa de vinos de la ciudad compró el Château de Monbazillac, que decidió comercializar una cosecha gracias a las veinticinco hectáreas de viñedos.
Encaramado en una colina que domina el valle del Dordoña, el castillo de Monbazillac bien merece hacer un alto en la ruta de los vinos de Bergerac. Desde el camino que lleva hasta él disfrutarás de las mejores vistas del castillo y desde las terrazas gozarás con la vista del mar de viñas.
La Torre del Rey de Saint-Emilion
Se trata del único torreón románico que sigue intacto en la Gironde. Situado en el interior de las murallas de la ciudad, el edificio descansa sobre un macizo rocoso totalmente aislado y excavado en cuevas naturales y canteras desde la Edad Media.
Este emblemático elemento arquitectónico de Saint-Emilion es el epicentro de las celebraciones de la Jurade (la cofradía de los Vinos de Saint-Emilion). Desde el torreón, y tras subir sus 118 escalones se puede contemplar la ciudad medieval y sus viñedos, Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.