El Ballet Nacional de España presenta el 18 de julio, coincidiendo con su 53 Festival de Flamenco y Danza de Almería, un repertorio formado por tres coreografías de Antonio Ruiz Soler, una de las grandes figuras de la danza española: Eritaña, Zapateado de Sarasate y El sombrero de tres picos. Y una cuarta, Eterna Iberia, de Antonio Najarro, director del BNE, que aúna una mirada actual de nuestros orígenes con formas dancísticas actuales.
En palabras del director del Ballet Nacional de España, Antonio Najarro: “Estar en Almería en esta 53 edición de su magnífico Festival de Flamenco y Danza es para todo el BNE un auténtico lujo. Este año se muestra con cada espectáculo del Festival una enorme calidad y un extraordinario trabajo realizado por su Ayuntamiento, que eleva a esta ciudad como un referente artístico en España y fuera de nuestras fronteras. Y por ello, he querido traer unas obras que realmente son muy especiales, con las que se alcanza la categoría de sofisticación para la danza española.
retendemos llevar al público grandes emociones, e irrumpir con una fuerza arrolladora de sensaciones. Cada una de las cuatro obras está cargada de inspiración. Tres de las elegidas, Eritaña, Zapateado de Sarasate y El sombrero de tres picos, del gran maestro Antonio Ruiz Soler, muestran unas maravillosas coreografías que nos acercan a nuestras raíces. Y con Eterna Iberia, pretendo ofrecer una mirada actual de nuestros orígenes”.
Eritaña
La producción fue estrenada el 28 de abril de 1960 por Antonio Ruiz Soler y su Ballet Español en el Teatro del Liceo de Barcelona. Eritaña se nutre de los pasos de las sevillanas boleras y su forma de ejecución durante el siglo XIX. En ella se encuentran los elementos necesarios para que se convierta en una de las obras imprescindibles para entender la danza española, en su camino hacia la excelencia por medio de la estilización coreográfica. Porque su fuente de inspiración son las sevillanas.
Zapateado de Sarasate
Se cumplen setenta años desde que Antonio Ruiz Soler estrenara su versión de Zapateado, de Pablo Sarasate, su solo, sin duda, más emblemático. Es una auténtica delicia la interpretación que hizo Antonio, elevando aún más su prestigio. Según Antonio, bailarlo “es como acariciar el suelo, hay que hablar con los pies, no dar patadas”.
En las últimas décadas lo han bailado primeros bailarines de las compañías que contaron con el arte de Antonio, pues es pieza de repertorio que va pasando de generación a generación, como debe ser en las obras clásicas.
El sombrero de tres picos
Esta maravillosa coreografía creada por Antonio Ruiz Soler, con música de Manuel de Falla, se estrenó en 1958 por Antonio y su Ballet Español en el Festival Internacional de Música y Danza de Granada. Aunque la versión original fue coreografiada por Leonide Massine, y estrenada en el Teatro Alhambra de Londres en 1919. Con la versión de Antonio, El sombrero de tres picos triunfa como coreografía con el lenguaje de la danza española.
Con este trabajo, el ballet adquiere su verdadera naturaleza, ya que la partitura de Manuel de Falla es una obra maestra en la estilización de nuestros ritmos y melodías populares. Porque la creación de Massine, en definitiva, no deja de ser una ‘fantasía’ sobre nuestra danza. La incorporación de esta coreografía a esta actuación en Almería supone la presentación de un gran trabajo por parte del BNE.
Eterna Iberia, de Antonio Najarro
Sin duda, un trabajo inolvidable, coreografiado por Antonio Najarro, en el que el director del Ballet Nacional de España ha logrado aunar bajo un mismo prisma la mirada actual de nuestros orígenes con formas dancísticas actuales.
El ballet Eterna Iberia fluye a través de cinco movimientos: Burlesca, Farruca, Danza Festiva, El amor doliente de Ronda y Danza con brío, representados por números grupales, solos y pasos a dos, donde el uso de la castañuela, la capa española y el sombrero cordobés, así como la técnica y la fuerza interpretativa tan característica de nuestra Danza Estilizada se dan la mano. Un mensaje apoyado por un gran vestuario de Yaiza Pinillos, y unas luces diseñadas por Nicolás Fischtel, que sitúan en los ambientes idóneos cada uno de los movimientos de la obra, ensalzando su mensaje expresivo y estético.