En 1993 la Fundación Botín inicia su programa de Becas de Artes Plásticas, nacido para apoyar y ayudar a los jóvenes artistas a crear y dar a conocer sus más ambiciosos proyectos, aquellos en los que se fusionan la investigación y la producción, al mismo tiempo que se les da la oportunidad de completar y profundizar en su formación. Un año después, y como lógica consecuencia de ese apoyo, promueve el nacimiento de Itinerarios, un ciclo expositivo que cumple ya un cuarto de siglo y cuyo objetivo es dar a conocer los trabajos creados por los artistas durante el periodo de su beca.
Año tras año, esta exposición es una plataforma única para que jóvenes creadores presenten su obra al mundo en un contexto institucional, así como un espléndido escaparate en el que el público tiene la oportunidad de conocer y tomar contacto con lo más novedoso de la creación contemporánea. Unos trabajos, realizados en disciplinas y localizaciones muy variadas, que quedan además recogidos en un catálogo editado por la Fundación Botín.
"En 2019 la Fundación Botín habrá expuesto ya la obra de 200 jóvenes artistas, procedentes principalmente de la Península Ibérica y América Latina, pero también del Medio y Lejano Oriente y de Norteamérica. La mayoría de ellos están presentes en la colección de la Fundación Botín gracias a la generosa donación de obras expuestas en Itinerarios o a adquisiciones posteriores llevadas a cabo por esta institución para reforzar sus fondos", explica el comisario de la exposición y director artístico del Centro Botín, Benjamin Weil.
Esta importante cita expositiva reúne la obra de los artistas que fueron seleccionados en la XXV Convocatoria de Becas de Artes Plásticas de la Fundación Botín, una selección que fue realizada entre un total de 531 solicitudes de 35 países por un jurado multidisciplinar compuesto, en esta ocasión, por Ferran Barenblit, Suzanne Cotter, Sandra Gamarra y Juan Ugalde. Según Benjamin Weil, la selección final de beneficiarios muestra cada año una coherencia evidente, proporcionando así una interesante perspectiva de las últimas tendencias de la creación contemporánea. “No resulta raro descubrir puntos de convergencia conceptuales y/o formales entre las obras expuestas por lo que, más que una simple suma de proyectos individuales, la mayoría de las ediciones de Itinerarios podrían considerarse auténticas exposiciones colectivas que, con los años, nos han permitido ir detectando las tendencias emergentes en cada momento y la evolución de una práctica artística que se hace eco de las mutaciones del mundo en el que esos creadores habitan”.
Como viene siendo habitual, los creadores -que en esta ocasión proceden de España, Cuba e Irán- aprovechan la oportunidad que les brinda la Fundación Botín para desplegar nuevos proyectos e impulsar otros ya en marcha. En la actualidad, son muchos los artistas que recurren a la instalación. Por ello, no debe sorprendernos que todos los proyectos presentados en esta muestra la adopten como formato expositivo, pues les permite plantearse los contextos físico y conceptual de la exposición como partes esenciales de sus planteamientos formales. “La obra es una narrativa compleja, una composición elaborada a partir de muchos elementos: esculturas u objetos encontrados, textos, fotografías y/o vídeos. Por eso, las estrategias expositivas constituyen un elemento más de la obra de arte”, asegura el comisario.
Esta XXV edición de Itinerarios permanecerá abierta al público del 16 de febrero al 12 de mayo de 2019 en la Sala 1 del Centro Botín. Todas las propuestas artísticas componen, en su conjunto, una interesante visión de las preocupaciones y de la investigación formal llevada a cabo por una nueva generación de artistas. A través de esta cita expositiva, la Fundación Botín se complace en ofrecer a estos artistas la oportunidad de desplegar sus nuevos y audaces proyectos, agradeciéndoles al mismo tiempo la excelencia de unas propuestas que nos llevan, cuanto menos, a la reflexión.
Itinerarios XXV – Artistas
Nora Aurrekoetxea (Bilbao, 1989)
Se graduó en Bellas Artes por la UPV-EHU y en los últimos ocho años ha desarrollado diferentes trabajos artísticos, y recibido, entre otras, la Beca de Artes Visuales de la Diputación Foral de Bizkaia y la Beca Espacio de BilbaoArte, que se materializó en la exposición Katalepsis en 2016. Además, es miembro fundador de la fábrica de creación OKELA, en Bilbao; un espacio dedicado al arte contemporáneo y dirigido por artistas, proponiendo un diálogo formal y discursivo entre creadores de diferentes generaciones y recorridos.
Vive y trabaja a caballo entre Bilbao y Londres donde, gracias a la beca de la Fundación Botín, se ha trasladado para cursar el programa de posgrado en esculturas de la Royal College of Art. Según ella misma destaca, esta oportunidad le ha permitido trabajar individualmente y desarrollar su trabajo en un contexto propicio.
Actualmente desarrolla su práctica de estudio iniciando un nuevo proyecto sobre el lugar que adquieren el tacto, los cuidados, los afectos y las emociones en las relaciones contemporáneas, dependiendo del contexto cultural y político en el que se den.
Consciente de la importancia que tenían las cuestiones biográficas relacionadas con el contexto sociopolítico en su práctica, quiso cambiar de escenario y contexto para comprobar cómo sucede ese proceso de significación en otra cultura; comprobar si tiene sentido para otras personas y descubrir si los códigos son compartidos o no. Una nueva “crisis” que le ha permitido crecer, cuestionar y revisar su trabajo desde una perspectiva crítica.
Según apunta la propia artista, “participar en el Programa de Posgrado de la Royal College está significando el comienzo de una nueva etapa en mi carrera. Por otra parte, empezar a trabajar como individuo, desvinculada de mi contexto, me ofrece la invaluable oportunidad de ampliar mis perspectivas y desarrollar nuevos aspectos de mi trabajo, siendo crítica con mis proyectos anteriores y abriendo nuevos caminos para la práctica y la investigación, lo que me ha permitido volver a vincularme con mis estudios de sexología y trabajarlo desde el arte. Estoy buscando explorar otros lenguajes formales nunca antes usados, como el texto, la acción y el sonido. Me resulta muy emocionante salir de mi zona de confort y correr el riesgo de explorar nuevos caminos".
Para Benjamin Weil, "los artistas participantes en la edición 2019 de Itinerarios han optado por la instalación, en ocasiones claramente site-specific. Este es el caso de Nora Aurrekoetxea, que pone su composición escultórica en relación con el paisaje que se contempla a través del monumental ventanal del espacio expositivo, entablando una relación con la especificidad arquitectónica del lugar".
Fernando García (Madrid, 1975)
Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, este artista madrileño que vive y trabaja en Barcelona ha sido residente en Jyväskylä Centre for Printmaking de Finlandia y Fonderie Darling de Montreal, en Canadá. También ha participado en numerosas exposiciones individuales y colectivas, y su obra se encuentra ya presente en colecciones como Fundación Montemadrid/La Casa Encendida de Madrid; Centro de Documentación de Ex Teresa Arte Actual (CDXT) en México DF; Centro de Documentación de Arte y Naturaleza de la Fundación Beulas de Huesca; Fundación Antonio Pérez en Cuenca; Jyväskylä Art Museum de Finlandia; Casa de Velázquez de Madrid o Colección Olor Visual en Barcelona.
Desde el mismo día en que recibió la noticia de la concesión de la beca de Artes Plásticas de la Fundación Botín, estando en Alaró (Mallorca), Fernando García comenzó -de manera inconsciente- con el proyecto que presentaría en Itinerarios XXV. Después de comer, tras echar el azúcar al café, se guardó la "bolita" que hizo con el sobre de azúcar vacío. Fue entonces cuando decidió comenzar a guardar todas las bolitas que hiciera. No tenía ningún fin determinado, pero creía intuir que en ese pequeño gesto podría encontrar algo que andaba buscando.
Pasaron los días y los cafés mientras fue acumulando infinidad de sobres de azúcar con sus diferentes colores, formas y materiales. Comenzó a tomarse en serio la obra de los azucarillos cuando ya no entraban más en el tarro de cristal donde los guardaba. Entonces empezó a pensar en ellos de una manera diferente. Buscaba su propia experiencia individualizada. No quería construir una escultura propiamente dicha para presentar o colocar los sobres redondeados por sus manos, estos debían valerse por sí mismos, sin ningún otro elemento con el que competir.
Cuando consiguió entender la obra, fue cuando pudo desarrollar su modo de presentación. El proceso inconsciente de hacer una bolita con el sobre vacío del azúcar, había generado una obra consciente desarrollada en el taller a través de la formación de círculos concéntricos de azucarillos que dota al gesto íntimo, la realización de la bolita, de una mayor magnitud equiparándolo al tiempo empleado en la realización de la obra, entre nueve meses y un año. La idea es que la diferencia de escala entre un sobre de azúcar y su conjunto sea evidente en relación con la escala de su consumo humano.
Una obra que, como todas las suyas, crea emplazamientos intelectivos nacidos de la continencia, serenos, sin por ello dejar de traslucir un cierto aroma sarcástico. El artista presenta su obra sin subterfugios y siempre buscando lograr el gozo en la mirada del espectador. Como aclara Benjamin Weil, "el núcleo de su investigación formal consiste en una meditación sobre un tema tan tradicional como la naturaleza muerta".
"Entiendo que el mejor arte proviene del desarrollo natural de los hechos contenidos en la vida. Buena parte de mi obra sucede entre el trabajo y el ocio, debido principalmente al uso de la improvisación y la experimentación, y a la importancia que le doy a las mismas en mi obra. Me interesa la vida cotidiana y las rutinas que ésta genera; pero también experimentar las cosas mediante los sentidos (la vista, el oído, el tacto, el gusto, el olfato) o mediante la emoción o el deseo", explica el propio artista.
Cristina Garrido (Madrid, 1986)
Tras cursar estudios de Bellas Artes en la Universidad Complutense de Madrid y Camberwell College of Art, Cristina Garrido obtuvo una maestría en Bellas Artes en el Wimbledon College of Art. Ha sido galardonada con el premio Generación 2015 Proyectos de Arte Fundación Montemadrid y el Premio ARCO 2018 para jóvenes.
La presencia de Garrido en Itinerarios XXV se centra en su investigación sobre cómo se fotografía el arte y, por ende, en cómo la subjetividad y la creatividad del fotógrafo de arte crea un contexto específico para la comprensión de la obra, reflexionando al hacerlo sobre la exposición como un caso de mediación en la obra de arte, con la fotografía constituyendo otro. La artista se plantea cómo la subjetividad y la creatividad del fotógrafo de arte impregnan la percepción de la obra, siendo la reproducción la vía más común de familiarizarse con el arte. La escenificación de esas imágenes en la exposición compone una suerte de mise en abyme que estaría apelando a una aproximación crítica a la idea de la neutralidad del espacio expositivo.
The (invisible) Art of Documenting Art, 2019, pone el foco de atención en la figura del fotógrafo documentalista de exposiciones y de arte contemporáneo como filtro subjetivo y fundamental entre la obra y el espectador, mientras usa la entrevista para visibilizar a estos profesionales y profundizar en cómo realizan su trabajo, todo lo cual ha plasmado en una video-instalación y una publicación.
La obra de Cristina Garrido muestra cómo la sociedad nos obliga a ser constantes productores de ruinas que no tenemos tiempo de asimilar, frente a la creciente proliferación de objetos y espacios sin memoria. Garrido se siente cercana a la idea del artista como figura análoga al basurero, el arqueólogo o el comisario de imágenes y objetos encontrados. A menudo utiliza la apropiación y el reciclaje como estrategias creativas. Cada idea se formaliza de una manera distinta, en función del medio y los materiales que encuentra más adecuados para transmitirla.
Fermín Jimenez Landa (Pamplona, 1979)
Estudió en la facultad de Bellas Artes de Valencia y mediante intervenciones públicas, vídeo, instalaciones o dibujos, Fermín Jiménez busca en su obra desarrollos de semejanza o correspondencia, transposición y permuta, para mostrar la existencia desde una perspectiva que está a medio camino entre lo irracional y lo equilibrado, entre lo íntimo y lo heterodoxo, entre lo demostrable y lo indemostrable. De hecho, como el propio artista reconoce, "hay mucho de absurdo en mi trabajo, soy muy tradicional en ese sentido".
Para crear Canción para 22º 33′N 91º 22′O, Jiménez Landa dirigió su mirada al islote de Bermeja, documentado por los cartógrafos desde el siglo XVI frente a la costa de Yucatán, en México. El interés por la pequeña isla se disparó en 2008, alimentado por la constatación de que, si de verdad existiera, sería determinante para establecer los lindes de los derechos de explotación petrolera de la zona. Sin embargo, una investigación realizada en aquel momento por las autoridades locales fue incapaz de localizarla. Al apoyar su obra en la existencia hipotética de una isla, Fermín Jimenez Landa aprovecha para reflexionar, tanto sobre la idea de fake news, como sobre la cualidad ficcional de la obra de arte.
Intrigado por su estatus fantasmal, el artista encargó a Teresa N. Pavia, compositora de música contemporánea natural de Mérida, la ciudad más cercana a la isla Bermeja y capital de la península de Yucatán, un himno de la isla. Juntos organizaron una banda de música que debía interpretar el himno, que a su vez debería ajustarse a los instrumentos y al número de músicos de la banda. Para llevar a cabo su trabajo tenía dos opciones: o bien un barco para turistas, cómodo y moderno, o un barco de pescadores, viejo y desharrapado. La elección de lo segundo fue una decisión poética que cambiaría el resultado para bien, aportando cierto tono épico que se vio acrecentado cuando el capitán prohibió poner en alta mar a la banda con una barquita a causa de la mala mar, por lo que se decidió rodar en la popa del barco. El resultado es un vídeo en el que el barco y sus músicos están inmóviles respecto al punto de vista de la cámara, pero la línea del horizonte se mueve vivamente.
Esta acción se refleja en un vídeo y una publicación, siendo este último un ensayo visual con material de la investigación, como documentos, mapas e imágenes del proceso.
Rosell Meseguer (Orihuela, 1976)
Artista visual y Doctora en Bellas Artes por la Universidad Complutense de Madrid, donde actualmente es docente en Master y Grado, desde 2005 ha desarrollado su carrera profesional entre Europa y América Latina a través de alianzas con museos, galerías de arte y talleres en diversas universidades de las Américas, y es miembro del Grupo de Investigación Interfaces Culturales de Cuenca.
El trabajo de Rosell Meseguer se desarrolla en distintos medios como la fotografía, la instalación, el archivo, las publicaciones, los dibujos, la pintura y el vídeo, y está vinculado a la investigación de los procesos históricos y sus consecuencias sociopolíticas y económicas. Analiza la construcción de la historia y la creación de metodologías de documentación que se han desarrollado desde el año 2001.
Meseguer apunta en su investigación para esta exposición a la implicación geopolítica de la explotación de tierras raras, de minerales no habituales que son componentes esenciales de productos de consumo tan masivo como los smartphones.
Como es habitual en su trabajo, ofrece «pistas» de forma totalmente deliberada, invitando además al espectador a reflexionar sobre la creación a través de la exposición de un contexto específico para la comprensión de objetos. Incluye, por ejemplo, unas vitrinas prestadas por el Museo Geominero de España para mostrar sus “objetos expositivos” y apunta con ello al giro perceptivo que podría resultar del desplazamiento de materiales de un marco institucional a otro.
Partiendo de la guerra y el afecto, profundamente vinculados a la colonización mineral, la artista busca en esta obra expandir la lectura geopolítica del tema y las problemáticas derivadas de la misma en la actualidad.
La artista iraní, residente en Berlín, regresa al Museo de Arte Contemporáneo de Teherán, una institución inaugurada en las vísperas del golpe de estado de 1979, que instauró en Irán el régimen de los ayatolás. Trabajando en estrecha colaboración con el artista japonés Noriyuki Haraguchi, cuya obra se mostraba hace cuarenta años con carácter permanente en el museo, Sabahi se embarca en una reflexión de varias capas sobre el estatus de la obra de arte en el museo, que va desde su conservación a la forma en que el visitante la percibe y la lee.
Shirin Sabahi, galardonada con el Premio de Arte Contemporáneo Magic of Persia, presenta en el Centro Botín una instalación compuesta por dos cortometrajes que realizó en colaboración con Noriyuki Haraguchi, al que invitó a restaurar su obra 'Matter and Mind', una escultura monumental que consiste en un tanque de acero lleno de aceite de motor de desecho que se instaló en el Museo de Arte Contemporáneo de Teherán. Además, en una serie de vitrinas se mostrarán los objetos, arrojados por visitantes y por el personal del museo, que se encontraron en el fondo del tanque durante el curso de la restauración. La pieza de Shirin Sabahi guarda relación con el contexto expositivo del museo y se plantea el estatus de la obra de arte en este espacio, desde su conservación a la forma en la que el visitante la percibe y lee.
El trabajo de la artista iraní aborda la materialidad del tiempo explorando las representaciones del pasado en el momento presente a partir de imágenes fotográficas y fílmicas circulantes. En sus proyectos, basados en imágenes y textos, emplea tanto narraciones como documentales, al tiempo que investiga las interpretaciones e identificaciones competitivas que fomentan el lenguaje y la imagen.
Blanca Ulloa (Madrid, 1991)
Formada en la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, ha disfrutado de una beca en la Universidad de Nueva York, en el programa de Performance Studies.
Ulloa es una artista visual preocupada por las relaciones existentes entre sujeto, tiempo y espacio, así como por los márgenes en los que se elaboran la ficción y la realidad. En Itinerarios XXV, la artista reflexiona sobre el estatus del espacio expositivo como locus potencial, más que para la exhibición de objetos para la acción, y también sobre el estatuto del objeto como rastro de una acción. Su narrativa es de base temporal, con lo que también se plantea la idea del tiempo como medio en el arte contemporáneo.
Su propuesta para esta exposición se concretiza en una instalación en la que se mostrará una proyección con fragmentos audiovisuales y tres piezas de texto presentadas sobre tres sillas, a disposición del público para su lectura en sala, todo ello con carácter performativo y experimental. Blanca Ulloa reflexiona sobre el estatus del espacio expositivo como locus potencial de una narrativa de base temporal y sobre la condición del objeto expuesto como rastro permanente de una acción que de otro modo sería efímera y, por ende, invisible.
El trabajo de la artista busca explorar la imagen de la relación cuerpo-objeto, proponiendo formas de descargar sus significados, de transformarlos, suspenderlos o saturarlos. ¿Qué constituye y restringe esta síntesis? ¿Cómo trabajar con el movimiento sin marcar divisiones? Le interesa un movimiento generado como efecto 'fuera' de la relación sujeto-objeto, cuerpo-cosa, vivo-inerte, animado-inanimado, escena-auditorio, performers-público, semántico-somático. Sus trabajos derivan de un proyecto en vivo que incluye performances en directo junto con el vídeo, la palabra, el lenguaje gestual y la creación de objetos e instalaciones.
Celia-Yunior (La Habana, Cuba, 1985) & Henry Eric Hernández (Camagüey, Cuba, 1971)
Explorando un tema de ramificaciones sociohistóricas, Celia-Yunior y Henry Eric Hernández han investigado en Bendita Prisión la historia de un edificio en Güines (Cuba), que en otro tiempo fue prisión, luego mercado y, recientemente, refugio para personas que han perdido sus hogares a consecuencia de un huracán. Su estatus de monumento histórico en mal estado y su valor como testimonio del pasado colonial de la isla, forman parte de la investigación, de esta suerte de aproximación socio-arqueológica que lleva a cabo este dúo artístico.
La obra que presentan en Itinerarios XXV es una nueva colaboración dentro de la prolífica producción artística que mantienen desde hace años estos dos artistas cubanos. El audiovisual, la instalación de vídeo y otras formas de documentación, les ayudan a utilizar el arte no solo como lenguaje sino también como método de observación subjetivo. Con el asesoramiento del historiador y arqueólogo Hugo Camejo Zamora, la instalación la componen una serie de peanas donde se muestran documentos y objetos, además de 3 vídeos (Bendita prisión 1, 2 y 3) de 7, 3 y 8 minutos, respectivamente.
Para los artistas hay un problema de velocidad entre las necesidades de cualquier ser humano y las estructuras que están establecidas para administrarlas. Es por eso que se interesan por las formas de administración de la vida en la sociedad y cómo el individuo reformula esos dispositivos para ponerlos a su favor.
Becas de Artes Plásticas de la Fundación Botín
El ciclo de exposiciones Itinerarios es el resultado del trabajo desarrollado por los artistas durante el periodo de disfrute de las Becas de Artes Plásticas de la Fundación Botín, unas investigaciones que año tras año, desde los últimos veinticinco, quedan plasmadas en un catálogo a modo de expositor de los distintos proyectos.
El programa de Becas de Artes Plásticas impulsa la formación, la investigación y el desarrollo de proyectos de creadores internacionales. Desde sus inicios en 1993, esta iniciativa ha servido para descubrir y apoyar la carrera de cientos artistas, algunos de los cuales gozan ya de gran reconocimiento.
A lo largo del mes de febrero se abrirá una nueva convocatoria para solicitar una Beca de Artes Plásticas de la Fundación Botín.