Bellas y escarpadas ruinas sobre acantilados o lujosas mansiones del siglo XIX, los castillos en Irlanda ofrecen misterio, drama y romances de novela.
Fantasmas, grandes dinastías... tratándose de los castillos de Irlanda, nunca se está seguro de qué historias se puede encontrar tras sus torreones.
Los castillos de Irlanda dan la sensación de haber estado siempre, pero en realidad llevan aquí escasamente un milenio. Aparecidos con la llegada de los anglo-normandos, estos castillos fueron en primer lugar construcciones de tierra y madera, pero a finales del siglo XII ya se reemplazaron por otro material mucho más permanente: la piedra.
Los castillos de Irlanda dan la sensación de haber estado siempre, pero en realidad llevan aquí escasamente un milenio
Sus más de 3.000 edificios hacen de Irlanda el país por excelencia de los castillos. La belleza que acompaña sus impresionantes vistas, sus imponentes fortificaciones y sus misteriosas fortalezas los convierten en uno de los grandes reclamos turísticos del país. Lugares cargados de leyenda y tradición custodiados por la campiña verde o bien por la brisa costera que tienes que conocer. Pero para no perderte entre tanto patrimonio, te recomendamos algunos de los castillos con encanto que te fascinarán
Comenzamos esta ruta de castillos, adentrándonos en el corazón medieval de Limerick, donde encontramos con esta fortificación que, desde hace 800 años, es un importante testigo del devenir de esta ciudad situada a orillas del majestuoso río Shannon. Presenta paredes de gran altura, torres fortificadas, cinco tipos de fachadas las cuales poseen inmensas murallas que bordean a un patio de forma rectangular, dos torres que se encuentran en los alrededores del portón principal y otras dos torres situadas en las esquinas.
Considerado como uno de los castillos más intactos de toda Irlanda, desde aquí se puede observar una panorámica fabulosa del río y conocer, gracias a sus exposiciones interiores, la historia del importante asedio de Limerick que tuvo lugar en 1690.
En la actualidad, el Castillo del Rey Juan conserva varios muros exteriores y brinda la posibilidad de recorrer el mismo de punta a punta, presenciando todo tipo de dramatizaciones y exposiciones sobre la historia de éste.
El primer bastión establecido en la Isla del Rey fue construido en 922 por orden del rey vikingo Thormodr Helgason, realizando una base para poder dominar toda gran extensión del río Shannon.
El edificio, declarado patrimonio nacional de Irlanda del Norte, se encuentra próximo al pueblo de Bushmills. Dicha localidad es conocida por albergar una importante destilería de whisky nacional que lleva el nombre de la localidad.
El Castillo del Rey conserva varios muros exteriores y brinda la posibilidad de recorrer el mismo de punta a punta
El castillo de Dunluce se encuentra en el borde de un basalto que aflora entre peñas y rocas. Para acceder a él hay que caminar por un pequeño puente que conecta con el continente. El castillo está rodeado por vertiginosas rocas, lo que hace que los visitantes deban extremar al máximo la seguridad. Esto fue útil siglos atrás, ya que mantenía a raya a los invasores que trataban de acercarse a las costas del Condado de Antrim.
Su peculiar ubicación hace que, además, constituya en sí mismo un impresionante paisaje cuando se producen rachas de viento fuerte y las olas del mar se ponen bravas, ya que le otorgan una atmósfera muy especial. Para los amantes de la fotografía decir que se pueden captar unas instantáneas impresionantes.
La historia del castillo de Dunluce comienza en el siglo XII, cuando fue construido. Con el paso del tiempo fue pasando a manos de varios propietarios. En el siglo XVI el Girona, una galeaza de la armada española se hundió en una tormenta en las rocas cercanas, lo que hizo daño al firme del edificio. Posteriormente, parte de la cocina del castillo se desplomó en el mar y, según una leyenda, cuando la cocina se cayó al mar sólo sobrevivió un pinche de cocina.
Desde entonces, y a pesar de que ha sido sede de diversas instituciones oficiales, el castillo se ha deteriorado paulatinamente. Además, en épocas de malos tiempos financieros algunas piezas del castillo fueron sustraídas por la gente de las localidades cercanas para construir otra serie de edificios.
Con unas vistas increíbles, cumple con el prototipo perfecto de fortificación medieval con sus historias cargadas de rebeliones y desastres, más ese toque místico con sus sirenas y “banshees” (espíritus femeninos que presagian la muerte).
Esta fortaleza del Condado de Cork, levantada sobre estructuras de madera del siglo X, guarda una atracción cuanto menos curiosa. Si se besa la piedra de Blarney se adquiere el don de la elocuencia, o poder de la palabra. Esta hipótesis la convierte en anhelo de todo tipo de personalidades, ya sean políticos, maestros de la literatura o estrellas del cine mundial.
El castillo de Blarney es una fortaleza medieval situada, en la ribera del río Martin, cerca de Cork, en Irlanda
El castillo de Blarney es una fortaleza medieval situada en la localidad de Blarney en la ribera del río Martin, cerca de Cork, en Irlanda. Fue fundado a principios del siglo XIII, destruido en 1446, y posteriormente reconstruido por Dermot McCarthy, rey de Munster. Está parcialmente destruido quedando la torre del homenaje y algunas habitaciones solamente. En la parte superior del castillo se encuentra la piedra de la elocuencia o piedra de Blarney es uno de los monumentos que ha atraído a Irlanda a los estadistas del mundo, los gigantes literarios, leyendas de la pantalla grande y miles de turistas debido a su mágica historia.
Para llegar a ella primero hay que subir las escaleras de caracol de piedra hasta la cima y disfrutar de las espectaculares vistas de la exuberante campiña irlandesa, Blarney House y el pueblo de Blarney.
Cuenta la leyenda que quien besa esa piedra obtiene el don de la elocuencia. Los orígenes de las propiedades mágicas de la Piedra de Blarney no están claros, pero una leyenda dice que una mujer vieja lanzó un hechizo en la piedra para premiar a un rey que la había salvado de ahogarse. Besando la piedra bajo el hechizo el rey consiguió la habilidad de hablar dulcemente y convincentemente. Algunos dicen que fue la almohada de Jacobo, traída a Irlanda por el profeta Jeremías. Aquí se convirtió en “Lia Fail” o “La Piedra Fatal”, utilizada como un oráculo al trono de los reyes de Irlanda – una especie de “sombrero seleccionador” como en Harry Potter pero para los reyes. También se dice que es la almohada del lecho de muerte de San Columba, en la isla de Iona. La leyenda dice que luego fue llevada al territorio continental de Escocia, donde sirvió como la fuerza profética de la sucesión real, la Piedra del Destino.
Cuando Cormac MacCarthy, rey de Munster, envió cinco mil hombres para apoyar a Roberto I de Escocia en su victoria sobre los ingleses en Bannockburn en 1314, una parte de la histórica piedra le fue otorgada por los escoceses en agradecimiento – y luego regresó a Irlanda. Otros cuentan que Cormac MacCarthy le pidió ayuda a la diosa Clíodhna tras ser involucrado en una demanda de la reina Elizabeth, que quería que los jefes irlandeses declararan sus tierras bajo su título real. La diosa pidió a MacCarthy besar a la primera piedra que encontrara en la mañana en su camino a la corte. El jefe así lo hizo. Cormac McCarthy, Señor de Blarney, respondió a todas las solicitudes reales con una sutil diplomacia, prometiendo lealtad a la reina sin “ceder” su territorio. El resultado salió a su favor después que convenciera a la corte con gran elocuencia. “Vaya palabrería tienen los de Blarney”, dijo la reina. De ahí que se crea que la piedra de Blarney imparta “la capacidad de engañar sin ofender”. Gracias a su éxito, MacCarthy subió la piedra al parapeto del castillo. Otros dicen que puede ser una piedra traída de vuelta a Irlanda durante las cruzadas – “la piedra de Ezel”, la cual David escondió siguiendo el consejo de Jonatán cuando huía de su enemigo, Saúl. Unos cuantos alegan que era la piedra de la cual brotó agua al ser golpeada por Moisés. Cualquiera que sea la verdad de su orígenes, creemos que una bruja salvada de morir ahogada reveló su poder a los MacCarthys.
Fue el lugar elegido por Mel Gibson para rodar Braveheart. Desde entonces se ha convertido en un interesante reclamo tanto para cinéfilos como para curiosos. Esta impresionante fortificación anglosajona del siglo XII sobresale por su enorme torreón, una torre de 20 caras protegida por un foso y una muralla. Un lugar sin duda fascinante que se erige sobre el pasto verde del condado de Meath y las aguas del río Boyne.
El Castillo de Trim, también llamado el Castillo del Rey Juan, es la mayor de las fortificaciones anglonormandas que se construyeron en Irlanda, y durante la pasada década vivió un momento de resurrección con el estreno de la película Braveheart en 1995, ya que este castillo fue escenario de varias escenas del filme.
El Castillo de Trim, también llamado el Castillo del Rey Juan, es la mayor de las fortificaciones anglonormandas que se construyeron en Irlanda
Fue construido a partir del año 1172 por mandato de Hugo de Lacey y de su vástago Walter, y en las obras de edificación se emplearon casi tres décadas, levantando la imponente fortaleza sobre los restos de una edificación anterior.
Lo que más destaca del castillo a primera vista es su imponente Torre del Homenaje, una torre de 20 caras con planta cruciforme, la cual se encontraba protegida por una triple barrera consistente en una zanja, un muro y después un foso. Esta torre se comenzó a construir en 1175, apenas tres años después de comenzarse las obras y que recibió algunos trabajos de ampliación bien entrado el siglo XIII.
La calidad de su diseño y materiales han hecho posible que llegue hasta nuestros días en un estado de conservación muy bueno, teniendo en cuenta que tiene casi 9 siglos y ha resistido varios ataques y asaltos.
Las murallas del Castillo de Trim son un refuerzo defensivo agregado al mismo terreno sobre el que se asienta la fortaleza, que está protegido por el Norte por el cauce del río Boyne y los pantanos del Noroeste, que permanecen inundados la mayor parte del año.
Además de esto, el castillo contaba con un sistema de presas que canalizaba agua del río para depositarla en el foso. Son pocos los vestigios que quedan de la villa medieval que prosperó junto al Castillo de Trim, aunque es posible distinguir las parte de la muralla que lo guardaban, así como los restos del puente que comunicaba el castillo con la villa.
Un sitio mágico y cargado de romanticismo en el condado de Donegal, a los pies del Parque Nacional de Glenveagh, una de las áreas más bellas del noroeste de Irlanda. Levantada en 1873, esta edificación de granito rodeada de paisajes pintorescos esconde muchas historias desde que se asentara su primer dueño, el rico terrateniente del condado de Laois, John George Adair. No es de extrañar que, por ejemplo, personalidades de antaño como Greta Garbo y Marilyn Monroe pudieran haberse alojado aquí.
Es uno de los seis parques nacionales de Irlanda, alberga una gran variedad de flora y fauna que hacen las delicias de todos los amantes de la naturaleza. Antes de convertirse en Parque Nacional en el año 1975, las tierras donde se ubica fueron un coto de caza privado en el que se daba buena cuenta sobre todo de ciervos. El parque fue inaugurado oficialmente al público en 1986.
El Parque Nacional de Glenveagh lo forman montañas, lagos, cañadas y bosques y como antes os decíamos es muy fácil ver a los ciervos que en el habitan sin el peligor que antes les acechaba.
El Castillo del Rey conserva varios muros exteriores y brinda la posibilidad de recorrer el mismo de punta a punta
En el parque se encuentra también al Castillo de Glenveagh, construido en los años 1870 a 1873, de estilo escocés y que está rodeado por uno de los jardines más bellos de Irlanda. Los jardines contrastan con lo abrupto de los alrededores, tierra dura de hombres duros.
Existe también un centro de investigación e interpretación que alberga distintas exposiciones y tiene una sala de audiovisuales en el que se pueden ver documentales sobre el parque.
Una fortaleza en el Condado de Fermanagh que difiere del típico uso que por ejemplo se hacía de las fortificaciones de época medieval. Construido en el siglo XVIII, actuaba como mansión campestre y sirvió de residencia de los condes de Belmore, todo ello en una enorme extensión ajardinada a las afueras de Enniskillen. Un rincón que rebosa exclusividad, con su ostentoso interior de la época de la Regencia, un grandioso salón ovalado y un “dormitorio principal” decorado exclusivamente para una visita que el rey Jorge IV hizo a la finca en el siglo XIX.
El Castillo de Coole es una mansión de estilo neoclásico, construida a finales del siglo XVIII y encuadrada en una bella zona boscosa, habitada desde tiempos prehistóricos. A raíz de su construcción, sirvió como residencia veraniega de la familia Belmore, una de las familias más influyentes del condado. A mediados del siglo XX, los Belmore vendieron la propiedad a la National Trust (Fundación Nacional para Lugares de Interés Histórico o Belleza Natural) para su explotación.
La composición arquitectónica del edificio está diseñada en un estilo georgiano (dentro del neoclásico que posee), con la particularidad que fue diseñado por dos arquitectos que no colaboraron en su creación. El primero de ellos, el irlandés Richard Johnston, diseñó la planta baja, mientras que el famoso arquitecto inglés James Wyatt, continuó con el trabajo, diseñando, desde esa planta, el resto del monumento.
Ante la visión del Castillo de Coole, se puede apreciar su fachada, entremezclando el estilo jónico y dórico. Parte de esa fachada está realizada con piedra de Portland (un tipo de piedra caliza que data de la etapa del Jurásico). Todo ello se funde con un hermoso marco natural que incluye un impresionante bosque de robles, lo cual transmite una sensación muy relajante.
En el interior de la mansión, podemos encontrar ya muy poco mobiliario típico de estilo georgiano, pero sin embargo tenemos que destacar un salón decorado al estilo del Imperio Francés (Imperio Napoleónico), un pasillo con escalera de acceso en estilo griego o un salón para trabajo de las damas con un mobiliario de estilo chino. Además, en el sótano encontramos una amplia zona que incluye una cocina, dependencias para la servidumbre, un baño en estilo romano y una pequeña fábrica de cerveza.