Es la segunda etiqueta que llega al mercado en 2018 y una de las favoritas de los incondicionales de la bodega Abadía Retuerta. Es inusual de principio a fin porque la zona de Sardón de Duero es tradicionalmente cuna de tinto pero esta variedad se ha adaptado espléndidamente al clima y al terruño. Su singularidad también radica en ser un blanco de guarda. Cada mes de junio la nueva añada es recibida con gran expectación dado que tan solo son 60 barricas.
Ángel Anocíbar es el responsable de mimar este vino hasta convertirlo en una auténtica joya. El viticultor y enólogo se encuentra al frente de la bodega desde el primer día junto al enólogo francés Pascal Delbeck, asesor desde los inicios, es decir, 1996.
Obtenido, en su mayor parte, de viñas Sauvignon Blanc (80%) y con un toque de Verdejo (20%), es un fiel reflejo de la filosofía de vinos de pago de la bodega. Esto es, domina el terruño que se expresa en boca y nariz de una forma exquisita.
El soleado pago de donde procede, con una alta proporción de arena y guijarros, asegura una maduración casi perfecta en cada cosecha. El resultado es un vino original y sorprendente, de brillante color pajizo y destellos dorados.
De nariz compleja e intensa, recuerda a otras variedades de uva, matices de piña y pomelo, tostados, mantequilla y panadería. Tras un reposo de entre 5 y 7 meses en barrica, se obtiene un sabor fresco y cítrico, ahumado, ligeramente especiado. Presume de cuerpo y es untuoso, con un final largo y fresco. Tiene un gran potencial de envejecimiento fiel reflejo de la personalidad de los vinos de pago de Abadía Retuerta.
En copa se presenta limpio y brillante, con suaves reflejos pajizos. En nariz, destaca la frescura de las variedades, notas de fruta de hueso madura como el melocotón y el albaricoque, a las que se unen untuosas notas de mantequilla y de miel.
En cuanto a boca, la entrada es delicada pero voluminosa y sabrosa. Da paso a una gran diversidad de matices aromáticos persistentes, donde la acidez se presenta perfectamente equilibrada e integrada. Hablamos de un vino armonioso, gustoso y cargado de emociones. Es, en definitiva, una nueva añada para beber con placer y guardarla para momentos únicos ya que desarrollará su potencial en botella durante los próximos 10 años. Y eso es un futuro prometedor.