Aunque lo que más llama la atención de las zonas cercanas a Santo Domingo son las paradisíacas playas, el sur del país posee un enorme patrimonio histórico y diversos parques nacionales que acogen sorpresas inimaginables. Arenas blancas, doradas, gravillas… En definitiva, playas preciosas donde practicar snorkel, surf o kitesurf es lo que más atrae a los turistas a la zona sur de República Dominicana, pero son muy pocos los que deciden recorrer desde Barahona hasta Punta Cana la naturaleza extraordinaria, la fascinante historia y la gran riqueza cultural de la zona.
Más allá de las playas en el sureste dominicano
Según la UNESCO, las playas más bellas del mundo se encuentran en la ciudad de La Romana, mientras que en el este del país están dos de los lugares más turísticos, conocidos por sus grandes complejos hoteleros: Punta Cana y Bávaro, pero esta zona va mucho más allá del bello litoral de arenales y aguas turquesas.
Lo que supone una gran sorpresa es encontrarse de repente con un pueblo mediterráneo en la sabana tropical. Altos de Chavón surgió en 1976 y es una villa italiana medieval sobre una loma que domina el río Chavón. La iglesia de este pueblo dominicano está inspirada, al igual que el resto de las construcciones del lugar, en la arquitectura del siglo XVI.
Otro precioso pueblo es Bayahibe, fundado en 1874, es una localidad de pescadores con casas multicolores en donde se captura el mejor pescado y marisco del país. Su playa se caracteriza por tener poca profundidad y por la arena extremadamente fina. Desde Bayahibe salen embarcaciones para visitar Isla Saona.
Barahona y Pedernales: naturaleza en estado puro en el suroeste
Teniendo en cuenta que 2017 ha sido nombrado por Naciones Unidas como el Año Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo, las provincias de Barahona y Pedernales cuentan con la mayor biodiversidad del país y es el destino más sostenible de República Dominicana. El suroeste dominicano permite cambiar la hamaca y la playa por la aventura en un 4x4 y disfrutar con una experiencia única y diferente. En la ruta costera desde Santo Domingo hasta Pedernales (ya en la frontera con Haití), se encuentran una gran diversidad de paisajes: desde acantilados, playas vírgenes, montañas, lugares desérticos hasta lagos.
El Parque Nacional de Jaragua, la sierra de Bahoruco y el lago Enriquillo son la única Reserva de la Biosfera de toda la isla. En ella hay una variedad de microclimas y un alto nivel de endemismo de la flora y la fauna. Hasta allí se acercan observadores de aves de todo el mundo para conocer esta parte tan fascinante de República Dominicana.
Además, a 10 kilómetros de la ciudad de Barahona se encuentran las minas de larimar del pueblo de Los Chupaderos. Esta piedra preciosa solo se da en esta región dominicana.
República Dominicana, el segundo país más grande y más diverso del Caribe, fascina a los turistas que no solo quieren disfrutar de las playas preciosas del Mar Caribe hacia el Sur, sino también de aquellos que lugares históricos y parques naturales que no tienen desperdicio.