Edurne Pasaban (nacida en Tolosa-Guipúzcoa) es una mujer joven, fuerte, decidida… montañera, siempre sonriente, amable… que se mueve, a veces “Al filo de lo imposible”…
Hizo su primer ocho mil en el año 2001, ha escalado montañas como el K2, el Annapurna, como el Shisha Pangma… Y siempre afirma que hay que tener ambición para todo, ella la ha tenido para hacer montaña y allí está, es la primera mujer en alcanzar los 14 ochomiles (montañas de más de 8.000 metros), que lo consiguió en diez años, empezó en el Everest en ese año de 2001 y terminó con el Shisha Pangma en el 2010…
Los ochomiles es un reto, un objetivo que me puse en la vida
¿Qué supone ser la primera mujer en coronar los 14 ochomiles?
Para mí es un reto que comencé hace años, un objetivo que me puse en la vida. Para mí, los 14 ochomiles son mucho más que catorce montañas de 8.000 metros, es una decisión de vida, de dedicarme profesionalmente a lo que en un momento dado era mi hobby y convertirlo en mi profesión… siempre digo que soy muy afortunada de poder hacer lo que me gustaba y especialmente terminar un proyecto que empiezas y que nunca sabes si va a tener fin y si vas a poder llegar hasta el final, pues es una satisfacción, pero la montaña y los 14 ochomiles forma ya parte de mi vida.
¿Cómo descubres que lo que te gusta es la montaña?
Empecé de joven a escalar y allí me encontraba bien, me sentía muy libre en la montaña, porque venía de una familia conservadora española en la que tenía que estudiar ingeniero porque mi padre era ingeniero, tenía que trabajar en la empresa familiar y todo eso… y la montaña me dio como la luz, el camino porque me decía “si aquí hago lo que quiero y las decisiones las tomo por mi misma” eso es, y cuando digo que me siento libre es por ahí, porque las decisiones ahí arriba y lo que he hecho en mi vida han sido decisiones propiamente mías.
Con un afán de superación constante… La primera cumbre, fue el Mont Blanc (4.810 metros), con 16 años. ¿Qué se siente en el Mont Blanc, y con 16 años?
Se rie…
…Ni me acuerdo… Yo salía con el club de montaña de mi pueblo y siempre digo que tengo suerte de haber encontrado gente mayor que tenía ganas de enseñar y seguro que yo de aprender y esto me hizo poder irme muy joven fuera, a viajar… irme al Mont Blanc con 16 años a escalarlo era la pera y mucho más que tus padres te dejaran. Imagina una chavala con 15 o 16 años meterte en una furgoneta con cuatro o cinco chicos mayores que tú y ¡venga nos vamos dos o tres semanas a los Alpes!... Ahora, yo lo pienso y no sé si dejaría ir a mi hija con tres o cuatro gañanes a los Alpes (sonríe)… que era toda una aventura y creo que empecé a vivir la aventura desde muy joven y esto si que se lo agradezco a mis padres…
Ha tenido hambre por hacer muchas cosas, y en especial la montaña y escalar, pero considera que hay que tener pasión por lo que se hace y ella es toda pasión…
¿Qué te queda por ascender?
Puf…Muchas cosas… creo que la vida es una montaña y hay que ir escalando poco a poco… y me doy cuenta de que me quedan muchas cosas por hacer y muchas montañas, quizá ya no ocho mil, la faceta de los ochomiles se ha terminado… igual algún día vuelvo a una de esas montañas porque se da la situación, porque me han invitado… cualquier cosa, pero hay muchas montañas que me encantaría poder escalar, montañas de seis o siete mil metros, montañas desconocidas, todavía quedan lugares en el mundo en donde muchas personas no han podido llegar… en el Tíbet por ejemplo…
Eso es, elige un sitio…
El Tíbet, en el Este del Tíbet, una zona que tengo bastante controlada por un buen contacto que tengo, una persona japonesa que me ha dado mucha información, y son lugares que no han sido ascendidos por la situación política, son países que han estado políticamente cerrados… conseguir permisos, al día de hoy, para ir allí es complicado porque al gobierno chino no le interesa… hay todavía en el siglo XXI sitios para hacer aventura y para descubrir.
Ahora estoy es un momento más personal, pero siempre pensando en la montaña
¿Y cuál es el lugar que más te ha impresionado?
Me impresionó mucho la bajada del K2. En un momento dado cuando hacemos cumbre del K2 y está anocheciendo, cerca de la cumbre, porque llegamos muy tarde allí, el poder visionar el Glaciar del Valtoro desde la cumbre del K2, gigante, y ver la sombra del K2 en ese glaciar porque el sol estaba entrando por detrás nuestro… eso creo que es un privilegio que una vez en la vida y muy pocas personas pueden tenerlo y se te queda grabado en tu mente.
Hace poco, un compañero tuyo, Sebas Álvaro, me comentó que la montaña te da mucho, pero también te quita mucho, porque hay compañeros que han perdido la vida. Imagino que has tenido situaciones similares, ¿cómo se lleva eso?
Él lo respondió perfectamente. Para mí, la montaña me ha dado lo mejor y a mis mejores amigos, pero también me ha quitado muchos de esos amigos, así directos, cercanos, catorce amigos se perdieron…
¿Se quitan las ganas de volver?
No, no. Somos conscientes de que eso puede pasar y que puede pasar a muchos, y cuando pasa es difícil aceptarlo y lo llevas, creo no lo aceptas sino que vives con ello, pero no te quitan las ganas de ir, porque esto es tu pasión y lo que te gusta, y sé que los amigos que he perdido, si hubiera sido de la otra manera, no hubieran dejado de hacerlo porque es lo que nos apasiona y nos gusta.
Eres deportista, eres empresaria…
Sonríe…
…Bueno sí…
Pero ¿qué te consideras prioritariamente?
Facetas diferentes en la vida. Soy deportista, me dedico al deporte profesionalmente, y soy empresaria… ¿qué prefiero que me digan?... Prefiero deportista, me gusta más…
¿Y por qué te metes a empresaria?
Porque tengo la sangre de empresaria por familia…
¿Qué es más duro?
-Empresaria… (se ríe) sin duda… pero de largo. Siempre digo que es mucho más duro y es la realidad, es lo que más vivo ahora mismo y es muy complicado.
Eres deportista, eres conferenciante, porque también eres conferenciante…
Se ríe…
Si, si. Lo de conferenciante viene un poco dado por el deporte, de ser deportista… Me gustan ambas cosas. Y sí lo que he aprendido con el deporte lo puedo trasmitir a través de las conferencias, eso es lo que intento.
La montaña me ha dado los mejores amigos, pero también me ha quitado muchos de ellos
En tus conferencias hablas mucho de liderazgo, ¿qué es el liderazgo para ti?
Una persona es un líder cuando tiene un equipo, y no hay liderazgo sin un equipo y es o es lo importante, creo. Decía antes lo de los ochomiles, yo no hubiese escalado los 14 ochomiles sin tener un equipo detrás que me ha ayudado, que hemos trabajado conjuntamente para formar el equipo. Sin un equipo no hay un líder y no hay liderazgo.
¿Qué proyectos tienes?
Ahora mismo estoy en un proceso un poco más personal y más tranquilo, que durará el tiempo que tiene que durar, pero siempre pensando en las montañas y en hacer cosas relacionadas con la montaña… ahí está la caja y está trabajando.
¿Hasta cuándo la montaña?
Toda la vida, hasta que me muera. Espero…
Para terminar Edurne Pasaban nos da una noticia… Está embarazada de cinco meses y espera un niño…
Ese va a ser mi 15 ochomil…- Nos dice con una amplia sonrisa- Y era ahora o nunca…
Pues nada Edurne ¡Enhorabuena! Y a seguir con tus pasiones, la montaña y ese último ochomil, tu hijo…