Al borde del desierto del Sahara, un tren rojo intenso, negro y dorado serpentea entre las montañas al norte de Tozeur. Se trata del Lagarto Rojo, de la época de la ocupación francesa en Túnez y todo un clásico de los trayectos ferroviarios.
Este trazado explora de manera única uno de los paisajes más increíbles de Túnez, siendo uno de los pocos medios de transporte que se adentran en los abruptos cañones de la zona. De fondo se pueden observar infinitos arenales y la silueta de las palmeras de los oasis más cercanos.
Con salida desde Metlaoui, una pequeña localidad entre Gafsa y Tozeur, en algo menos de dos horas podemos hacer su recorrido, que consiste en el descenso de las gargantas del río Seldja y la introducción a los áridos macizos rocosos a través de sus túneles.
Fue construido a finales del siglo XX como regalo de Francia al bey (gobernador) de Túnez, pero fue abandonado al comenzar la República. Una vez reconstruido, se procuró conservar toda la majestuosidad y el glamour oriental que lo caracterizaban. Actualmente cuenta con un exquisito interior de madera, cómodos asientos y servicios a bordo para los viajeros.
Para los que quieran maravillarse con el Lagarto Rojo, la dirección del ferrocarril recomienda reservar con antelación. El coste del ticket es de 25 dinares tunecinos (en torno a unos 10 euros). Disponen de tarifas especiales para grupos y niños y es posible reservarlo para viajes privados.
El tren realiza tres excursiones semanales –martes, viernes y domingos–, partiendo siempre por la mañana. Además, para la temporada navideña, saldrá todos los días del 21 de diciembre al 4 de enero.
Los turistas más inquietos encontrarán imprescindible la visita de los desfiladeros recortados en el desierto del Sahara. En el Lagarto Rojo se vive un auténtico viaje al pasado gracias a sus vagones, que conservan su fastuoso estilo original combinado con un extraordinario paisaje natural como telón de fondo.