Un tránsito desde la oscuridad a la alegría o El Viaje de los Pájaros…
Murmullo es la segunda parte del Tríptico de la Vida, el último proyecto de la Compañía Cuarta Pared que, por su 40º aniversario, invitó a tres directoras vinculadas a su trayectoria a desarrollar tres propuestas escénicas partiendo de una misma pregunta:
¿Se puede contar la vida?
Aitana Sar, junto con Miguel Valentín en la dramaturgia, ha transformado esa pregunta en una fundamental:
¿A qué nos aferramos para seguir viviendo?
Aquí no se ve nada.
Nada se siente.
Nada hay.
Hemos llegado hasta aquí.
Hemos atravesado todos esos valles.
Todo eso era una ilusión, apenas empieza nuestro viaje…
Oís ese ruido...
Es como un batir de alas, de cientos de alas, de cientos de aves...
Sobre el escenario rodeado por los espectadores una larga mesa cubierta por un larguisimo mantel blanco manchado por restos de comida de bebida de un café que nunca llego y un postre que nadie sirvió...
¿Dónde estaba el camarero?
Y las cuatro comensales se han retirado hartas de comer de beber y de malos rollos...
Murmullo es la segunda parte de Triptico de la vida porque...
Una obra de teatro no puede abarcar la vida... Por eso se han necesitado tres…
Murmullo habla del viaje de cuatro amigos que están compartiendo una sobremesa, en la terraza de un bar, tras regresar del velatorio de un quinto que acaba de fallecer. Hay algo un poco extraño en ese bar, un halo onírico, misterioso, irreal…
En algún momento, alguien habla de un cuento, un cuento persa antiguo que habla sobre pájaros que vuelan juntos para llegar más lejos, para encontrar a un rey pájaro que les va a ayudar a salir del caos en el que viven. Se trata de El lenguaje de los pájaros.
Juntos, empiezan a contarse ese cuento y, al igual que los pájaros emprenden su propio vuelo y su propio tránsito, en compañía, hacia la superación del duelo.
Murmullo es un viaje hermoso, emocionante y vitalista… Un tránsito desde la oscuridad hacia la alegría.
Murmullo también habla de cómo necesitamos el relato para vivir: buscamos los relatos para mantener vivas las relaciones con quienes ya no están. Un relato siempre es una relación. De hecho, relato significa ‘relación’. Por eso, siempre queremos que nos cuenten; para estar en contacto con lo que no podemos ver, con el otro lado de las cosas, con lo que no podemos comprender.
Habrá que gritar. Habrá que perder el juicio. Perder el juicio es la única forma de hablar con los muertos. Gritar, y arrastrarse, y perder el juicio. Para hablar con los muertos hay que estar lo más vivo posible, que es lo mismo que saberse muerto. Para hablar con los muertos hay mirar con los ojos del muerto, es decir, hay que saberse muerto. Todos los que no se mueren no saben comprender una vida. ¡Hay que morirse, coño! ¡Hay que morirse más! ¿A que sí, Simón?
En la función conviven aparentemente dos mundos, el mundo de los pájaros y el mundo de la sobremesa; hasta que se funden en uno sólo y donde los personajes nos hacen dudar de qué es lo real y qué lo imaginario.
En el fondo todo es triste, y siempre estamos solos, porque la compañía es otra forma de soledad, aunque seamos pájaros bellos…
FRAN… Trogón coliblanco
NATALIYA… Torogoz
ANDRÉS… Florencia rosada
MARINA… Abubilla
¿El amor nos salva o nos condena?