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Rebeca Plana y su Acqua Alta estrenan la nueva Galería Álvaro Alcázar

Redacción | Martes 04 de marzo de 2025

Álvaro Alcázar Arte estrenó nueva ubicación con un proyecto monográfico de la artista Rebeca Plana: Acqua Alta.

Una vez más, la artista aborda la temática del agua, siempre presente en su obra, pero ahora con un enfoque renovado, dando voz a experiencias y sensaciones personales vividas en los últimos meses. La exposición consta de ocho telas, en su mayoría de gran formato, que suponen un giro radical en la línea estética de la artista, predominando en esta ocasión el color negro y la ausencia de trazo.

El título ‘Acqua Alta’ surgió a raíz de una conversación entre Rebeca Plana y Álvaro Alcázar. Cuando en verano de 2024, la artista inició este camino hacia el negro, a Álvaro rápidamente le vinieron a la cabeza los paisajes negros con trazos blancos de Alex Katz, presentados por entonces en la Fondazione Giorgio Cini de Venecia, en una exposición dedicada al artista americano. Y, precisamente a través de Venecia, llegamos de nuevo al concepto de agua, un elemento que como hemos señalado, fascina a Rebeca.

La obra de Rebeca Plana ha estado desde sus inicios profundamente influenciada por el agua, explorando a lo largo de su carrera sus múltiples significados y su relación con el entorno, los seres humanos y las fuerzas de la naturaleza. En esta ocasión, la artista toma como referencia el fenómeno de la Acqua Alta en Venecia, que da nombre a la exposición. Este fenómeno, que consiste en la subida del nivel del agua en la ciudad italiana, no solo amenaza su patrimonio cultural, sino también la vida cotidiana de sus habitantes, que cada primavera ven como aumenta el nivel del mar cubriendo muchas de sus plazas y canales. Desgraciadamente, la subida del agua en Venecia no es un hecho aislado, sino un reflejo de fenómenos globales que Rebeca Plana vincula directamente con su propia experiencia. Es inevitable mencionar en este contexto la "riada" que asoló su región hace unos meses y que afectó personalmente a la artista, cuyo estudio, en Albalat de la Ribera, está situado en la denominada zona cero.

Pero más allá de estos fenómenos atmosféricos puntuales, el estudio de Rebeca, como hemos señalado en Albalat de la Ribera, está precisamente situado junto al río Júcar - que curiosamente, su significado etimológico es "el devastador"- acentuando así su conexión con el agua. Es por ello por lo que la artista a lo largo de su carrera, ha plasmado esto en su obra, dando incluso título a varias de sus exposiciones más emblemáticas, como fueron La Fuerza de la Naturaleza o Riu, ambas directamente relacionadas con esta temática.

Pero Acqua Alta tiene también un significado conceptual: el binomio inmersión y emersión.

Y finalmente está la cuestión estética, que de nuevo tiene que ver con el agua. Como se ha señalado anteriormente, en las ocho obras que componen esta exposición, Rebeca ha abandonado sus característicos trazos de color sobre fondos blancos para aplicar un fondo negro. Aquí, con los trazos reducidos al mínimo, deja espacio para la reflexión y el silencio. Además, hay que destacar que de nuevo la artista opta por la experimentación técnica que hemos visto en etapas anteriores de su carrera, al emplear materiales poco convencionales, como por ejemplo los colchones o las planchas metálicas.

En Acqua Alta, Rebeca se sirve de la pintura de pizarra, verde o negra, que va aplicando capa a capa sobre el lino. Sobre la capa superior aplica polvo de grafito, grafito en barra o almagre para rallar y rayar la superficie y generar distintos matices y tonos, los cuales varían con la luz o según la posición del espectador. De este modo, el grafito se convierte en un medio dinámico que refleja la impermanencia, transitoriedad e inestabilidad del agua y de los fenómenos naturales.

Si en la exposición Riu, celebrada en 2019, el agua ya ocupaba un lugar central, en Acqua Alta, Rebeca Plana amplifica su mensaje al integrar experiencias personales y sucesos recientes que han marcado su entorno y cotidianidad. Aquí, el agua deja de ser solo una metáfora o un símbolo para convertirse en una presencia real y cambiante, que nos recuerda cómo todo está en constante transformación.

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