A más de 2.000 kilómetros de la península se encuentra La Palma, una isla que combina paisajes volcánicos, bosques frondosos y cielos inigualables. Sus barrancos abruptos, moldeados por siglos de actividad geológica, y los acantilados que caen directamente al Atlántico reflejan la fuerza de una naturaleza indómita. Aquí, la tranquilidad no significa pasividad, sino una invitación a explorar un territorio donde el entorno habla por sí solo.
La Palma destaca no solo por su riqueza natural, sino también por sus miradores, estratégicamente ubicados para ofrecer las mejores vistas de volcanes, valles y el inmenso océano. Cada uno de ellos tiene su propio carácter: algunos muestran el poder transformador de las erupciones recientes, mientras otros conectan con la historia y las tradiciones de la isla. Ya sea bajo la luz del día o con la noche cubriendo todo de estrellas, estos lugares capturan la esencia de La Isla Bonita.
Entre los más icónicos se encuentra el Mirador del Roque de los Muchachos, el punto más alto de la isla, a 2.426 metros de altitud. Desde allí, los visitantes pueden contemplar la inmensidad de la Caldera de Taburiente, un escenario natural rodeado de pinos y cielos infinitos. Este lugar, que la tradición guanche consideraba sagrado, es también sede de algunos de los telescopios más avanzados del planeta. De noche, su ubicación lo convierte en un lugar ideal para la observación astronómica, permitiendo a los astrónomos realizar una gran labor.
En la zona oeste, el Mirador de El Time, en Tijarafe, ofrece una de las vistas más espectaculares del valle de Aridane y la costa occidental de La Palma. Ideal para disfrutar de los atardeceres, este lugar también está impregnado de historia, ya que su nombre proviene de una antigua atalaya usada para vigilar la llegada de piratas. Es, además, un punto que ofrece una imagen impresionante del nuevo volcán de La Palma, Tajogaite, de las coladas que formó y de las fajanas que se crearon a su llegada al mar.
No muy lejos, en El Paso, la Plaza de Tajuya que, si bien no es un mirador como tal, se ha convertido en ello y es, sin duda, un símbolo del resurgir de la isla tras la erupción del volcán Tajogaite en 2021. Desde este punto, los visitantes pueden observar bastante cerca el imponente volcán, las coladas de lava y los paisajes transformados por su acción. En plena erupción fue el punto neurálgico de prensa, medios y efectivos. Al caer la noche, los rastros de luminosidad en las zonas volcánicas contrastan con el cielo estrellado, ofreciendo un espectáculo único. Un punto que invita a reflexionar sobre el poder de la naturaleza, la fuerza y la resiliencia de la isla.
Otro punto destacado es el Mirador de Cantón de Tedote, en Breña Alta. Este lugar, inaugurado hace poco, se ha consolidado como un punto desde el que se obtiene una vista panorámica espectacular de la capital, el puerto y la costa
Por otro lado, el Mirador de La Cumbrecita, ubicado en el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, es un lugar que impresiona por su vista al corazón del cráter. Rodeado de frondosos pinares, es perfecto para la contemplación diurna. Sin embargo, por la noche, su ubicación remota y la ausencia de contaminación lumínica lo convierten en un punto privilegiado para admirar las estrellas.
En el noreste de la isla, el Mirador de San Bartolo, en Puntallana, regala una vista imponente de los barrancos que descienden hacia el océano. Considerado como uno de los miradores astronómicos del destino, este lugar está envuelto en una leyenda romántica. Según se cuenta, un joven pastor, enamorado de una muchacha, intentó cruzar un barranco saltando de piedra en piedra para demostrar su valentía. En su último salto, perdió el equilibrio y cayó al vacío. Este lugar, además de su belleza natural, guarda el eco de esta historia, que lo convierte en un punto único para la contemplación del paisaje.
La Palma es un referente mundial para la observación astronómica y su red de miradores astronómicos permite vivir una experiencia única bajo las estrellas. Por ejemplo, el Mirador de Llanos del Jable, rodeado de campos de lava y pinares, es un lugar ideal para disfrutar de lluvias de estrellas y constelaciones. En el pasado, los pastores de la isla usaban este entorno para orientarse en sus trayectos nocturnos, haciendo del lugar un punto de conexión histórica con el cielo.
En el norte, el Mirador de Las Toscas combina la serenidad de un paisaje lleno de dragos milenarios con la majestuosidad del cielo nocturno con la silueta recortada del vecino municipio de Garafía y la costa de Franceses y Juan Adalid. Aquí, las estrellas parecen unirse con el entorno natural, creando una experiencia profundamente espiritual.
Cada uno de estos puntos estratégicos invita a descubrir no solo el esplendor de la naturaleza, sino también el legado cultural que define a la isla. Ya sea admirando los paisajes volcánicos de día o bajo el manto estrellado de la noche, La Palma se revela como un destino donde cada rincón tiene algo especial que contar.