Luisa Martín y Olivia Molina protagonizan "Malditos Tacones", una tragedia contemporánea escrita por Ignacio Amestoy y versionada y dirigida por Magüi Mira
DESDE EL 4 DE SEPTIEMBRE EN EL TEATRO BELLAS ARTES DE MADRID
Malditos Tacones, escrita por Ignacio Amestoy y con dramaturgia y dirección a cargo de Magüi Mira, llega al Teatro Bellas Artes de Madrid a partir del 4 de septiembre tras su estreno absoluto en el Teatro Palacio Valdés de Avilés.
Una tragedia contemporánea interpretada por dos actrices que el público admira y de sólida trayectoria profesional. Luisa Martín, contundente y a corazón abierto, y una Olivia Molina que nos envuelve en un mar de emociones que impresiona. Ellas son el espectáculo. Ellas nos cuentan la historia íntima de Victoria Burton y María García. Una historia, que como tantas, vive enterrada por la obscena necesidad de mantener el poder.
En palabras de su directora: "someter es domesticar". Contra el sometimiento y la domesticación, la imaginación y el teatro. Contra la crueldad que transita la vida, el teatro, Teatro puro que nos abre un paisaje nuevo y luminoso que recorre el escenario.
Tras su estreno en Avilés, la obra se trasladará a Madrid, donde desde el 4 de septiembre se podrá disfrutar en el Teatro Bellas Artes de la capital. Tras los grandes éxitos de la directora como Salomé (Festival Internacional de Teatro de Mérida) o Adictos, Malditos Tacones llega a los escenarios para hacer vibrar el corazón del público. Es teatro. Es espectáculo. Es emoción.
Sinopsis
Dos mujeres solas. María García y Victoria Burton. Mujeres fuertes. Y con el cerebro encendido. Dos grandes profesionales hechas así mismas. Muy lejos una de otra. Pero el destino las mantiene enlazadas en un abrazo salvaje. Dos mujeres. Buscan la verdad y se dan de bruces con la oscura mentira. No hay final. Sigue la vida. Un texto brillante de Ignacio Amestoy. Dirigido por Magüi Mira.
NOTA DE LA DIRECTORA
Someter es domesticar. Se consigue cercando, aislando, limitando el movimiento. El encierro en las jaulas. La mujer siente en su carne los alambres que le cortan el aire. Una estrategia violenta. Y si el movimiento duele la estrategia es más eficaz.