Costa Rica es reconocida mundialmente por su exuberante naturaleza y protección del entorno, algo que los ticos tienen marcado en piedra en su forma de ser. Pero ¿cómo llegó al país a ser pionero en conservación y sostenibilidad?
Fue en 1963, cuando un ciudadano sueco, Nicolás Wessberg, y la danesa Karen Mogersen, cambiaron Costa Rica con sus esfuerzos y visión a futuro, logrando avivar el interés de las instituciones y ayuda financiera. Ese año está marcado en la historia no solo por la creación de la primera área silvestre protegida en el sur de la península de Nicoya, también por ser el impulso a la creación en 1970 del Sistema de Parques Nacionales (SPN), actualmente el Sistema Nacional de Áreas de Conservación (SINAC), y un cambio en el paradigma que ha fomentado enormemente lo que hoy en día es Costa Rica y su esencia de sociedad valiosa.
60 años más tarde, el país cuenta con 169 Áreas Protegidas en apenas 51.000 kilómetros cuadrados, lo que representa el 26% del territorio; y el 6,5% de la biodiversidad del planeta.
Cabo Blanco, la historia del cambio
Después de viajar por Latinoamérica, en 1955, Nicolás Wessberg y Karen Mogersen llegaron a Costa Rica buscando un lugar en el que vivir de forma pacífica con el medio y con ellos mismo. Después de un par de años en el país, se trasladaron al sur de la península de Nicoya, donde compraron una propiedad al norte de Montezuma, una zona afectada por la explotación de la madera y desarrollo ganadero, una situación frecuente que también se veía en otros territorios costarricenses. Si bien en esos años las políticas del gobierno de Francisco Orlich relativas al uso del suelo estaban cambiando para permitir alternativas que mejoraran las condiciones de vida en las zonas rurales, el impacto de la deforestación ya era un hecho de gran impacto tanto en el sur en la región como en el territorio nacional.
La filosofía y el activismo de Karen y Nicolás les llevaron a trabajar en la reforestación del lugar, primero buscando semillas en los remanentes de parches de bosque. En esa exploración, alarma la gran pérdida de cobertura forestal de Cabo Blanco, lo que hizo que la pareja se conectara con organismos internacionales como la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales, consiguiendo su colaboración junto a la de instituciones nacionales.
La Reserva Absoluta de Cabo Blanco, ahora parte de arte del Área de Conservación Tempisque, protege más de 1270 hectáreas terrestres -y otras 1.790 marinas-, en los que se encuentras varios ecosistemas delicados, como el bosque tropical de las tierras bajas del Pacífico. Existen alrededor de 119 especies de plantas y se pueden apreciar animales como monos, perezosos, venados, armadillos, agutíes y pelícanos, entre otros.
Producto de su conservación es que la visita es limitada y solo se permiten 40 visitas al día, por lo que es necesario reservar con antelación.
El bosque salvado por las galletas de niños suecos
El Bosque Eterno de los Niños, en Monteverde, es la reserva privada y más protegida de Costa Rica y su historia es tan bonita como motivadora. La Asociación Conservacionista de Monteverde (ACM) se creó en 1986 con el fin de contrarrestar los efectos del desarrollo agrícola, que amenazaba los bosques de la vertiente del Pacífico cercanos a la Reserva del Bosque Nubosos de Monteverde. Fue un poco más tarde cuando la bióloga estadounidense y miembro de la ACM, Sharon Kinsman, hizo una presentación de los bosques tropicales en el colegio rural Fagerviks, en la pequeña ciudad sueca de Sorunda, cuando los niños de esa clase se movilizaron para recaudar fondos para la protección del bosque nuboso.
Con la venta de dulces, galletas de jengibre y chocolate, bañando perros o pidiendo pequeños trozos de bosque como regalo, llegaron a recaudar en un inicio 18.000 dólares y su entusiasmo llevó a su profesora a crear en 1987 la asociación sin ánimo de lucro Barners Regnkog (El bosque de los niños), que ayudase a articular un movimiento alineado con Kinsman. Poco a poco se fueron comprando las primeras hectáreas de selva colindante con la Reserva Biológica Bosque Nuboso Monteverde hasta llegar a las más de 23.000 de hoy en día. En ella habitan 450 especies de aves, lo que supone cerca del 50% de la diversidad avifaunística de Costa Rica, incluyendo algunas especies amenazadas como el quetzal. También posee el mayor número de especies de orquídeas del mundo.